Un enfoque basado en la comprensión del comportamiento animal está ganando terreno en fincas ganaderas. William Idrobo, experto en etología bovina, propone técnicas que mejoran la producción lechera y el bienestar animal, desafiando décadas de prácticas basadas en el sometimiento.
En un reciente episodio del programa El Consultor Agropecuario, conducido por el médico veterinario Hernando Barahona, el experto en doma racional William Idrobo compartió una visión innovadora sobre el manejo de bovinos que podría marcar un antes y un después en la ganadería colombiana.
Desde su experiencia, Idrobo ha desarrollado un método que no solo respeta al animal, sino que mejora notablemente los resultados productivos, especialmente en la producción lechera. (Lea en CONtexto ganadero: Doma racional de bovinos con la ayuda de equinos)
El concepto que impulsa esta transformación es la etología, la ciencia que estudia el comportamiento animal. Aplicada al entorno ganadero, esta disciplina permite comprender cómo se sienten y reaccionan los animales ante los estímulos del entorno y la interacción humana.
“Muchas razas cebuinas, por ejemplo, tienen un temperamento más fuerte, y si no se maneja bien desde el principio, pueden presentar conductas agresivas que afectan la productividad”, explicó Idrobo durante la entrevista.
Durante décadas, el manejo del ganado en muchas fincas ha estado basado en prácticas de control físico y sometimiento. “Antes, se amarraba al animal con una cadena y se lo dejaba medio día con la cabeza levantada para que se sometiera. Eso no es doma, eso es maltrato”, afirmó Idrobo.
Las consecuencias eran visibles con vacas que no comían bien, que perdían peso, se estresaban y, como resultado, disminuían su producción de leche. La doma racional propone un cambio de paradigma, pues en lugar de castigar, se educa; en lugar de imponer, se enseña. El manejo del animal se basa en la repetición positiva de rutinas que le generen confianza.
“Un bovino aprende por repetición. Si usted ordeña una vaca siempre a la misma hora, ella lo aprende y colabora mejor. Pero si la gritan, la golpean o la maltratan, lo único que van a obtener es un animal agresivo y temeroso”, añadió.
Imprinting o dejar huella
Uno de los pilares de esta metodología es el imprinting, una serie de ejercicios realizados en las primeras horas de vida del ternero. Este proceso busca que el animal asocie al ser humano con seguridad, calma y bienestar.
“Todo lo que se le haga al animal en sus primeras cuatro horas de vida, se le queda para siempre”, expuso Idrobo.
El imprinting no implica fuerza ni presión, al contrario, se ejecuta con suavidad, en un ambiente de tranquilidad, transmitiéndole al animal confianza desde el primer contacto. Esta práctica, aunque poco extendida aún, está demostrando tener efectos duraderos en el comportamiento de los bovinos, facilitando su manejo futuro y reduciendo significativamente el estrés.
Regla de oro
Otro concepto clave dentro de esta corriente es lo que Idrobo denomina la “regla de 4”. Según su experiencia, los bovinos interiorizan una acción después de haberla vivido cuatro veces.
“La primera vez que cura a una vaca, ella se resiste; la segunda vez, molesta menos; la tercera, se deja, y la cuarta, ella misma lo busca para que la cure”, afirmó.
Este principio, aparentemente simple, tiene un enorme valor en la práctica diaria de la ganadería.
Además, el uso del lazo, tradicionalmente asociado al control forzado, también cambia de significado dentro de esta técnica.
Aquí se enseña que el lazo no debe usarse para agredir, sino solo para sujetar de forma controlada y sin causar estrés. Esta nueva perspectiva está contribuyendo a mejorar la relación entre los trabajadores y los animales, generando entornos más seguros y eficiente.
Ganadería consciente
La doma racional no solo beneficia al animal, sino que también impacta directamente en la rentabilidad de las fincas. Vacas menos estresadas producen más leche, tienen una mejor condición corporal y requieren menos intervenciones médicas. Además, el ambiente de trabajo mejora para los operarios, que encuentran en esta técnica una forma más humana y efectiva de desempeñar su labor.
Idrobo está convencido de que el futuro de la ganadería pasa por el respeto al animal y por entender que el conocimiento del comportamiento bovino es una herramienta de gestión clave.
“Tenemos que aprender a conocer a nuestros animales. Ellos nos están diciendo cosas todo el tiempo, solo hay que saber escucharlos”, concluyó. (Lea en CONtexto ganadero: ¿Cómo influye el amanse de terneros en la productividad del predio?)
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