En zonas rurales golpeadas por el conflicto, la pobreza o los desastres naturales, una iniciativa está marcando la diferencia. Campesinos con menos de un salario mínimo, madres cabeza de familia y víctimas del desplazamiento están encontrando una segunda oportunidad a través de un proyecto que les brinda más que un animal, les entrega esperanza, autonomía y futuro.
Con el objetivo de reactivar la economía rural y restaurar la dignidad de cientos de familias campesinas en situación de vulnerabilidad, Fundagán anunció la apertura de la convocatoria del programa Una vaca por la paz, una iniciativa que ya ha cambiado la vida de decenas de hogares en diferentes regiones del país.
La convocatoria, que está abierta hasta el 21 de noviembre, busca beneficiar a personas que cumplan con requisitos sociales y técnicos mínimos para convertirse en pequeños productores ganaderos. (Lea en CONtexto ganadero: Los aliados de Una Vaca por la Paz: la cadena solidaria que impulsa el campo colombiano)
Recibir una vaca en condiciones de vulnerabilidad no es solo una ayuda temporal, sino que es una herramienta transformadora que puede representar alimentación diaria, generación de ingresos y un nuevo comienzo.
En zonas rurales donde el acceso a oportunidades es limitado, esta donación se convierte en una vía concreta para lograr autosostenibilidad y desarrollo local. El programa, al entregar animales con un enfoque productivo, siembra una semilla de autosuficiencia que promueve dignidad y progreso.
La convocatoria, que está abierta hasta el 21 de noviembre, busca beneficiar a personas en condiciones de vulnerabilidad. Foto: Fundagán
¿Cuáles son los requisitos?
El programa está dirigido a familias campesinas, asociaciones o cooperativas con proyectos productivos comunitarios. Se prioriza a madres cabeza de hogar, víctimas del conflicto armado, afectados por desastres invernales y personas con ingresos por debajo del salario mínimo legal vigente.
Para postularse, los interesados deben tener titularidad o sana posesión del predio, contar con conocimientos básicos en ganadería y no poseer más de cinco bovinos. Además, el terreno debe estar registrado ante el ICA.
Estas condiciones aseguran que el apoyo llegue a quienes realmente lo necesitan, mientras se promueve una tenencia responsable y sostenible del ganado.
En muchas regiones del país, los resultados han sido tangibles. Algunas comunidades han logrado conformar bancos de leche, vender excedentes en mercados locales y hasta organizarse en asociaciones para acceder a otros programas estatales.
La clave del éxito ha sido el enfoque comunitario en el que la vaca no solo es para la familia beneficiaria, sino un motor de colaboración y crecimiento colectivo.
Ventana abierta
La nueva convocatoria representa una puerta abierta para quienes aún luchan por salir adelante en medio de la adversidad. No postularse es, en muchos casos, perder la oportunidad de acceder a una alternativa concreta de autosostenibilidad.
Desde Fundagán hacen un llamado a las organizaciones y líderes rurales para que difundan la información y apoyen a quienes pueden cumplir con los requisitos. (Lea en CONtexto ganadero: Así luchan los ganaderos por la paz: con las vacas como su poderosa herramienta)
Este modelo ha demostrado que es posible impulsar el desarrollo rural con herramientas sencillas pero estratégicamente pensadas, centradas en el empoderamiento de los más vulnerables.
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