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EE.UU.: llevar trabajadores foráneos al campo, una espada de doble filo

Por - 21 de Marzo 2013

(AFP) - Los agricultores de California acusan una escasez de peones de campo, trabajo ingrato que los estadounidenses no desean hacer, y piden un programa de trabajadores temporales. Pero la idea mostró en el pasado ser un semillero de abusos y los inmigrantes prometen combatirla.


(AFP) - Los agricultores de California acusan una escasez de peones de campo, trabajo ingrato que los estadounidenses no desean hacer, y piden un programa de trabajadores temporales. Pero la idea mostró en el pasado ser un semillero de abusos y los inmigrantes prometen combatirla.

La creación de un buen programa de trabajadores agrícolas temporales que permita a los granjeros "importar" braceros de México y otros países para labrar la tierra, sembrar o recoger la cosecha, es una de las aristas más ásperas de la reforma migratoria que está puliendo el Congreso.

El 61% de los granjeros californianos reportan escasez de mano de obra, "sobre todo en cosechas que exigen una labor intensa, como las de árboles frutales, uvas y vegetales", dijo a la AFP Rayne Pegg, gerente de la Federación de Agricultores de California.

Como resultado, parte de la cosecha se pudre. (Lea: Colombia exportará mango fresco a Estados Unidos)

En la temporada alta, California necesita 400 mil peones, de los cuales un 70% suelen ser indocumentados, dijo Pegg.

A nivel nacional, la mitad del millón de trabajadores agrícolas que ponen frutas y verduras en los platos de los estadounidenses son indocumentados, según un estudio de la Federación por la Reforma Migratoria (FAIR).

"Necesitamos esa mano de obra extranjera. No conseguimos atraer a los estadounidenses. No quieren trabajar en agricultura, es una labor muy dura", lamentó Pegg. (Lea: Colombia importa más leche de la que exporta en relación comercial con Estados Unidos)

"Nos preocupa lo que sucederá a largo plazo si continúa esta escasez de mano de obra. Si la reforma migratoria no hace nada al respecto, ¿de dónde vendrá nuestro suministro de trabajadores?", prosiguió.

La viticultora Wendy Moore, del valle de Lodi al noreste de San Francisco, dijo que las dificultades para reclutar trabajadores la han forzado a demorar la recolección de uva, "lo que significa que, al final de la cosecha, el nivel de azúcar es tan alto que es un problema para la bodega que produce el vino". (Lea: Balanza Comercial Láctea en el TLC con Estados Unidos)

Los braceros son escasos, en parte, por la intensificación de las deportaciones y las leyes hostiles a los indocumentados en algunos estados. Esto hace que los trabajadores ya no se atreven a recorrer el país como solían hacerlo, para alistarse en granjas que necesitan mano de obra estacional.

En segundo lugar, "ya no vienen tantos inmigrantes desde México como antes, debido a la seguridad fronteriza", agregó Pegg.

Además, a medida que los 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos tienen familia y mejoran su calidad de vida, van abandonando

el campo. (Lea: El TLC más grande del mundo tendría un impacto negativo en Colombia)

Por todo esto, los agricultores piden "un programa de visas que permita a los extranjeros venir aquí a trabajar el campo y luego volver a sus países", afirmó Pegg.

Un plan similar ya existe (es la llamada visa H2A), pero es tan caro y burocrático que los productores toman el atajo de la ilegalidad.

La transformación de esta visa en un programa eficiente parece ser la solución ideal para los agricultores y, ulteriormente, para garantizar el suministro de alimentos en Estados Unidos.

Pero el diablo está en los detalles.

Los braceros mexicanos de la productora de hongos California Mushroom Farm temen que, con un plan así, los recién llegados les hagan perder a ellos

los beneficios que han alcanzado a lo largo de los años, como seguro médico y vacaciones.

En Oxnard, 100 km al noroeste de Los Ángeles, el mexicano Reinaldo Arévalo, de 61 años y con un icónico bigote muy tupido, dice a la AFP que un programa de trabajadores temporales "no (les) beneficia nada". (Lea: EE.UU. no comprará productos cárnicos de países afectados por escándalo de carne de caballo)

Arévalo y su compañero de labor Alfredo Zamora, también mexicano, hablan con la AFP en la oficina del sindicato de campesinos United Farm Workers, al que pertenecen, tras terminar su labor en "la honguera".

A lo largo de la carretera se extienden enormes sembradíos de fresas, moras y frambuesas. De los trabajadores que las recogen, se ven sólo sus espaldas encorvadas.

"La gente que está ahorita no pone condiciones, porque quiere el trabajo", explicó Arévalo, refiriéndose a los indocumentados. "Y la gente que venga de afuera tampoco va a poner condiciones, porque va a querer trabajar. ¿Y quiénes son los perjudicados? Somos nosotros, los que estamos estables", dijo.

"El que viene de afuera no va a luchar por lo que ya tenemos", terció Zamora, de 53 años. (Lea: ‘A EE.UU. no ha llegado ni una sola pluma de pollo colombiano’: Andrés Moncada)

La solución para ellos es legalizar a los peones indocumentados que ya están trabajando y que, por su vulnerable situación legal, ganan menos del sueldo mínimo de 8 dólares y sufren maltrato y acoso sexual, según el sindicato.

En 1942, el gobierno de Estados Unidos implementó "The Bracero Program", que hasta 1964 llenó el campo estadounidense de decenas de miles de mexicanos. Los braceros estaban a total merced de sus capataces, porque sólo podían trabajar para la empresa que los había traído.

"Los empleadores tenían el poder de repatriar a los trabajadores (...). Los que se quejaban, hacían huelga o buscaban un abogado, podían ser deportados y reemplazados", recuerda la historiadora Cindy Hahamovitch, autora de "No Man's Land" (tierra de nadie), un estudio sobre la "mano de obra deportable", en una columna en el Miami Herald.

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