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Foto: terrorismo-narcolombia.blogspot.com / lopezdoriga.com.

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Farc y drogas, una estrecha relación a la que parece difícil renunciar

Por - 21 de Septiembre 2016

Las cifras y ganancias que mueve el grupo guerrillero por operaciones asociadas al narcotráfico son muy elevadas, a tal punto que se convirtieron en la principal fuente de ingresos. Parece complicado pensar que renunciarán a los beneficios que genera dicha actividad


Las cifras y ganancias que mueve el grupo guerrillero por operaciones asociadas al  narcotráfico son muy elevadas, a tal punto que se convirtieron en la principal fuente de ingresos. Parece complicado pensar que renunciarán a los beneficios que genera dicha actividad   Aunque suene inverosímil, el Programa Nacional Integral de Sustitución de cultivos ilícitos, PNIS, es uno de los instrumentos de mayor alcance que logró las Farc para cogobernar y acceder al poder.   Al Gobierno, por el contrario, le ata las manos para dirigir la política para combatir los cultivos ilícitos y el narcotráfico. (Lea: "Estamos nadando en coca": procurador Alejandro Ordóñez)   El PNIS forma parte del tinglado jurídico e institucional que esa narcoguerrilla impuso en La Habana, para afianzar su objetivo político y llevar al país hacia la explosiva mezcla de marxismo-leninismo- tráfico de drogas.   Algo similar a lo registrado en Venezuela, pero allí este último componente lo constituían los ingresos del petróleo. Esa fuente de recursos –manejado por el continuismo Chávez-Maduro– le permitió a ese sistema político subsistir y a sus dictadores aferrarse al poder con las consecuencias que el mundo ya conoce.   La verdadera dimensión de ese inamovible que apuntala a las Farc pero que también preserva sus intereses, la develó la reacción inmediata del presidente de la República y de sus ministros para contrarrestar el eco de la propuesta del Fiscal de revivir la aspersión, lo cual, de paso, evidenció el blindaje del grupo insurgente respecto a este tema.   En efecto, con sentido práctico, y hasta un tanto ingenuo, el fiscal le comunicó al Gobierno que la estrategia de erradicación manual de coca no estaba funcionando. Argumentó hechos tan evidentes como la disparada del área cultivada en coca –que pasó de 47 mil 788 hectáreas en 2012 a casi 97 mil en 2015, y llamó la atención sobre las zonas de consolidación donde se está afianzando el cultivo: Cauca, Caquetá, Nariño y Putumayo, las cuales coinciden con algunas de las áreas de asentamiento de las Farc. Pero también lo hizo con un sentido preventivo sobre los problemas que ello acarrearía para la paz al darle paso a una nueva forma de perturbación.   Si bien el programa estará en cabeza de la Presidencia de la República, en la práctica el brazo político de la narcoguerrilla, ahora sentado en todas las instancias del Estado para cogobernar, relegará su función al plano nominal. Este programa se montó, como todo lo del acuerdo, sobre la estrategia participativa, lo cual no es malo aunque las consultas populares han demostrado ser el mejor instrumento para entrabar cualquier iniciativa. (Lea: La letra menuda)   Tal como está proyectado, este mecanismo les garantiza a las Farc su participación efectiva en la construcción de las soluciones y en la toma de decisiones. Como quien dice, se puso al ratón a cuidar al queso. Es evidente que este grupo narcoterrorista no podía desprenderse del combustible que le ha sostenido y fortalecido durante los últimos 32 años, especialmente si se observan los más 4 más recientes en los que dicho negoció floreció en forma sorprendente.   Consecuente con esto, las Farc impusieron que la sustitución de los cultivos de uso ilícito sea voluntaria y concertada, condicionando el PNIS al éxito del desarrollo integral, a la satisfacción de los derechos de todos los ciudadanos y a la garantía de la seguridad, la convivencia y la observancia y protección de los derechos humanos; asegurando la provisión de infraestructura, servicios, y que sea base de la seguridad alimentaria. Además la erradicación será manual (Página 97 del Acuerdo), lo que explica que el presidente no se puede apartar de esas líneas.   Pero además quedó establecido que el PNIS se complementa e integra con los planes y programas acordados en el marco de la Reforma Rural Integral del punto 1 en materia de acceso y formalización de la propiedad, adecuación de tierras, vivienda, asistencia técnica, estímulos a la economía solidaria y cooperativa, subsidios, generación de ingresos y crédito, mercadeo y comercialización, programas de compras estatales, así como la provisión de bienes y servicios públicos (punto 4.1.3. del Acuerdo). (Columna: Narcocultivos: Tragedia escondida)   Lo anterior demuestra que la estructura impuesta por la narcoguerrilla funciona como la física de los vasos comunicantes. Es un entramado que recuerda el laberinto tributario del que no ha podido salir el país en muchas décadas y que ha anulado la efectividad de la política fiscal como instrumento de desarrollo.   En consecuencia, el corolario es simple: si al Gobierno no le va bien con la Reforma, no hay PNIS. Aquí no hubo puntada sin dedal. No hay que olvidar que el mayor éxito de la negociación lo obtuvieron las Farc en el Capítulo de la participación política, sin que la clase política vigente se diera por enterada que vendrían muchos PNIS que le entregan a este grupo narcoterrorista el premio por lo que venían: El Estado.

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