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El ganado se muere y el gobierno no aparece

Foto: elheraldo.co

Según el ganadero, diciembre, enero, febrero, marzo ha pasado sin agua.

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“Nos estamos quedando sin nada”: clamor ganadero en La Guajira ante devastadora sequía

por: Melanny Orozco- 31 de Diciembre 1969

El alimento escasea, los animales mueren y las ayudas nunca llegan. En El Molino, como en muchas zonas rurales de La Guajira, la ganadería se desploma bajo el peso de una sequía implacable y del olvido estatal. Luis Carlos Urbina, un pequeño productor, da voz a una crisis que avanza en silencio.

El alimento escasea, los animales mueren y las ayudas nunca llegan. En El Molino, como en muchas zonas rurales de La Guajira, la ganadería se desploma bajo el peso de una sequía implacable y del olvido estatal. Luis Carlos Urbina, un pequeño productor, da voz a una crisis que avanza en silencio.


En las fincas del sur del departamento, el agua dejó de correr hace meses. El pasto desapareció, y con él, la esperanza. Luis Carlos Urbina lo resume con una frase simple: “esto es alarmante, crítico… nos estamos quedando sin nada”.

Desde noviembre, las lluvias no han regresado, salvo algún aguacero aislado que no logra revivir la tierra. “Diciembre, enero, febrero, marzo ha pasado sin agua. Y ahora en abril apenas cayó un medio chubasco”, relató Urbina.

“Eso no alcanza para nada. El ganado se mantiene de la hoja seca, y si llueve una sola vez, eso se pudre y el ganado no lo come”, agregó el productor. (Lea en CONtexto ganadero: ¡No esperó ayuda del Gobierno! Ganadero enfrenta sequía por sus propios medios)


Alimentar al ganado, un lujo


La situación no es solo climática, también es económica. Los suplementos y forrajes artificiales, única alternativa cuando no hay pasto, están por las nubes. En palabras de Urbina, “un bulto de concentrado cuesta entre 80 y 100 mil pesos. ¿Cómo mantiene uno veinte vacas con eso? Es muy difícil”.

Muchos han conseguido otros tipos de alimentos para sus animales, como maíz, melaza y suplementos, pero el esfuerzo económico resulta insostenible. El dinero no alcanza para cubrir estos gastos adicionales, que se suman a los costos fijos para sostener a los bovinos.

Según Urbina, “uno invierte porque una vaca cuesta cinco o seis millones de pesos y no se puede dejar morir. Pero si no hay con qué alimentarla, ¿qué hace uno?”.


Mercado en pausa


El precio del ganado también ha caído por la incertidumbre. De acuerdo con Urbina, “el macho está entre seis, siete y ocho mil pesos, pero nadie quiere comprar si no tiene finca grande con agua y pasto. Nadie arriesga en estas condiciones”.

La parálisis en el comercio y la presión de los costos han llevado a muchos a reducir sus hatos o, simplemente, a resignarse a las pérdidas.


Abandono institucional


Más allá del clima o el mercado, lo que más duele, dijo Urbina, es la indiferencia del Estado. “Aquí no ha llegado ninguna ayuda. Ningún beneficio. Yo respondo por esta zona de El Molino, y puedo decir que no ha venido nadie. No se ha hecho nada”.

Promesas hay, pero resultados no. El productor aseguró que el alcalde pasado dejó un proyecto de acueducto rural tirado. No alcanzó el tiempo, dijeron. Pero aquí seguimos sin agua. ¿Cómo siembra uno pasto si no hay agua ni para tomar?”.

Las alcaldías no han gestionado entregas de silo, ni asistencia técnica, ni ninguna estrategia de mitigación. La región, que es naturalmente seca, parece no estar en el radar de ninguna política climática ni agropecuaria. (Lea en CONtexto ganadero: Cómo entender el verano actual: períodos secos más prolongados)

Nosotros perdimos ya más de diez reses. Eso se volvió algo normal”, afirmó Urbina. Él representa a cientos de pequeños ganaderos que, como él, viven de lo poco que produce su tierra y ganado. “Uno que nació en esto ya quiere tirar la toalla. No se puede más”, detalló.