Eneidit Armenta, una mujer de Maicao diagnosticada con una grave malformación cerebral, logró que un juez ordenara atención prioritaria tras ser ignorada por su EPS. Su historia refleja el drama de miles de colombianos que deben judicializar el derecho a la salud, mientras el sistema colapsa ante su indiferencia.
Eneidit Armenta Rondón, funcionaria pública de Maicao, La Guajira, y hermana de Diovides Armenta, profesional de Fedegán-FNG en este municipio, pasó más de tres meses paseando entre hospitales, citas canceladas y puertas cerradas.
A pesar de estar afiliada a la Nueva EPS, fue ignorada sistemáticamente mientras su salud se deterioraba por una compleja fístula arteriovenosa tipo D2, una condición cerebral grave que requiere intervención de alta especialidad. (Lea en CONtexto ganadero: Drama en La Guajira: hermana de colaborador de Fedegán, atrapada en el “paseo de la muerte”)
Solo hasta hace pocos días, gracias a una tutela interpuesta por su familia y a la unión de todo un gremio, un juez ordenó atención médica urgente en un plazo de 48 horas. Una victoria amarga que llega tras una cadena de omisiones, angustias y luchas que hoy reflejan la cruda realidad del sistema de salud colombiano.
La pesadilla comenzó cuando Eneidit empezó a experimentar síntomas como proptosis ocular, zumbidos persistentes, cefaleas severas y una sensación de calor constante en la cabeza. El diagnóstico fue desolador, y la urgencia médica, evidente. Sin embargo, la respuesta del sistema fue el silencio.
En Maicao no existían los especialistas requeridos, por lo que su familia se desplazó a Barranquilla, donde una primera embolización fracasó debido a una condición adicional, hipoplasia en sus vasos sanguíneos.
Lo más grave no fue solo la falla médica, sino la desconexión total entre instituciones. Al ser dada de alta pese al empeoramiento de su estado, la EPS continuó negando remisiones adecuadas y cancelando citas claves con neurointervencionistas.
Cartagena fue el siguiente destino, donde los médicos encontraron que el diagnóstico inicial había sido errado, pero nuevamente se negaron a atenderla por falta de contrato vigente con la EPS.
Karelis Muñoz, hija de Eneidit, se convirtió en su vocera y cuidadora, ya que documentó cada error, cada retraso, cada carta ignorada por la entidad de salud. Tras la muerte reciente de su padre, el deterioro de su madre se convirtió en una carrera contra el tiempo sin aliados institucionales.
En Cali, donde intentaron una última opción, también fueron rechazados en clínicas reconocidas como Valle del Lili y Occidente, sin explicación oficial, pese al riesgo vital.
Ante este panorama, la familia recurrió a tutelas, derechos de petición y denuncias públicas. Fue solo gracias a la visibilización del caso por parte de Fedegán y CONtexto ganadero que la situación comenzó a moverse.
Lucha por la justicia
Diovides Armenta, hermano de Eneidit y profesional de servicio de Fedegán – FNG en Maicao, denunció que “hace pocos días salió el fallo de tutela, la que se había interpuesto y dieron 48 horas para resolverle, sin embargo, todo parece ser que la van a enviar para Valledupar”.
Este destino no estaba entre los contemplados por la familia, por lo que aún deja en el aire la pregunta de si esta vez el sistema cumplirá con lo que el juez ordenó. (Lea en CONtexto ganadero: Reforma a la salud pasó primer debate con muy pocas modificaciones)
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