Una nueva variedad de arroz desarrollada por científicos chinos promete transformar el panorama agrícola mundial. Diseñado para prosperar en tierras degradadas y bajo condiciones climáticas extremas, este supercultivo podría duplicar el rendimiento y ayudar a garantizar alimentos en un planeta cada vez más hostil.
Ante el avance implacable del cambio climático y la pérdida progresiva de suelos cultivables, científicos de la Academia China de Ciencias han dado un paso decisivo en la lucha por la seguridad alimentaria global.
En una investigación00173-7/fulltext) publicada en la revista Nature, se presenta una nueva variedad de arroz genéticamente mejorada, capaz de crecer en suelos con alta salinidad y resistir temperaturas extremas, dos de los mayores desafíos actuales para la producción agrícola.
Este hallazgo surge en un momento crítico, pues según la FAO, más de 1.400 millones de hectáreas de tierra están afectadas por la salinización, fenómeno que reduce drásticamente la productividad del campo. (Lea en CONtexto ganadero: Ganado y cultivo de arroz, una combinación que rinde frutos en el Bajo Cauca antioqueño)
En ese contexto, la variedad creada por el equipo del profesor Li Jiayang no solo representa un avance científico, sino una herramienta estratégica para garantizar el abastecimiento de alimentos en las próximas décadas.
El secreto detrás de este arroz tolerante al estrés ambiental radica en la identificación y manipulación de dos genes clave: ATT1 y ATT2. A partir del análisis de más de 30.000 variantes genéticas, los investigadores lograron modificar la capacidad de la planta para regular la biosíntesis de giberelina, una hormona esencial para el desarrollo vegetal.
La expresión mejorada del gen ATT2, en particular, permitió a las plantas alcanzar incrementos de entre 78 % y 101 % en el rendimiento de grano en comparación con las plantas convencionales.
Este rendimiento duplicado es además una solución práctica frente a la inseguridad alimentaria que enfrentan millones de personas.
El poder de la giberelina
La giberelina, una hormona vegetal ampliamente estudiada por su rol en el crecimiento y desarrollo de las plantas, se revela ahora como pieza clave en la adaptación del arroz a ambientes hostiles.
Los investigadores demostraron que mantener su nivel dentro de un rango óptimo permite que el cultivo resista tanto el calor como la salinidad sin comprometer su productividad.
Además, descubrieron que el suministro externo de ácido giberélico a las plantas puede potenciar aún más su tolerancia al estrés. Esto abre la puerta a estrategias de manejo agrícola que incluyan aplicaciones hormonales para mejorar la resiliencia de los cultivos en regiones vulnerables.
Las proteínas N-glicosiladas
El avance no se limita a la mejora genética del cultivo, pues en paralelo, otro equipo de investigadores chinos logró mapear por primera vez el perfil completo de proteínas N-glicosiladas en el arroz, utilizando técnicas avanzadas como la química de clic y el marcaje metabólico de glicanos. Esta modificación postraduccional es determinante en funciones como el desarrollo radicular y el peso del grano.
Se identificaron más de 670 proteínas N-glicosiladas, muchas de ellas nunca antes documentadas, implicadas en procesos biológicos esenciales. Estos descubrimientos abren nuevas rutas para optimizar la calidad del arroz desde su estructura interna, ofreciendo no solo resistencia, sino también mejoras en la composición y rendimiento del grano.
La combinación de edición genética de alto nivel y análisis molecular detallado convierte a este proyecto en uno de los más ambiciosos de la biotecnología agrícola moderna. Su impacto establece un modelo replicable para otros cultivos, especialmente en países con suelos marginales o en riesgo por la desertificación. (Lea en CONtexto ganadero: Conozca estrategias para mejorar la competitividad del cultivo de arroz)
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