Civira de los Mojos
Foto: Ramiro Hernández.

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Ramiro Hernández, tras la herencia ganadera de su familia

Por - 28 de Febrero 2023


Ni la violencia que azotó al país en 1948 ni la guerra paramilitar que tuvo lugar en el Meta en la década del 90 fueron impedimentos para que Ramiro Hernández volviera a la finca en la que fue criado y en donde alguna vez hubo uno de los hatos de ganado sanmartinero más grandes de Colombia.

Todo empezó en la década del 40 cuando la familia Hernández estaba ubicada en una finca en las costas del río Manancacias. El predio estuvo dedicado al ganado criollo sanmartinero. La razón: no creían ni confiaban en las nuevas especies que poco a poco se iban asentando en el país. (Crónica: La ganadería, el amor a un arte que inicia desde la infancia)

El predio era del núcleo familiar, entre ellos niños que se gozaban el entorno que tenían: ríos, amplias serranías, largas extensiones de tierra y animales.

Sin embargo, todo cambió cuando llegó la violencia en 1948 al departamento. Ante el temor de morir, Ernesto Hernández y sus 2 hermanos abandonaron la región con 150 reses que tuvieron que dejar a su suerte en un predio ubicado en San Martín.

“Mi familia volvió al Meta en el año 1954 con el propósito de rehacer su historia y recuperar parte del hato de ganado que tenían años atrás. En esa búsqueda mi papá halló cerca de 80 animales en buen estado, es decir, se adaptaron a una nueva condición climática y sobrevivieron. Al ver eso, él y mis tíos decidieron establecerse en San Martín y así surgió Civira, una finca de 22 mil hectáreas y 80 cabezas de ganado”, cuenta con voz pausada Ramiro Hernández, médico metense e hijo de Ernesto. (Crónica: Así se vivieron los remates de ganado en Expo Malocas 2015)

Los paramilitares del Meta

Todo fue felicidad para los Hernández. Civira creció y a ese mismo paso lo hizo la familia. Los hijos tuvieron sus herederos quienes iban a la finca a pasar sus vacaciones, no por obligación, sino porque allí se sentían a gusto.

El tiempo avanzó rápido, el abuelo falleció y sus hijos fueron quienes quedaron al frente de la próspera hacienda. Pero una nueva oleada de violencia llegó a la región: aparecieron los paramilitares. Los integrantes del grupo armado ilegal sin ningún temor empezaron a establecerse en los predios ganaderos buscando producir estupefacientes.

“Todos creían que la guerrilla iba a llegar, se escuchaban rumores permanentemente. La gente decía que estaban al otro lado del río Manancacias, que ya venían por nosotros y esa zozobra estuvo latente, pero quienes realmente llegaron fueron las autodefensas, incluso se posesionaron en nuestra finca y establecieron un campamento a unos 100 metros de la casa”, relató el médico. (Crónica: La historia detrás de una “Súper Vaca”)

Los delincuentes aprovecharon su poder, las armas y el dinero que tenían para intimidar incluso a los trabajadores de Civira, razón por la que se sentían a gusto en el predio. Además, tenían la posibilidad de instalar en la Serranía las conocidas ‘cocinas’ en las que producían el alcaloide con la pasta de coca que traían de otras zonas incluso desde Perú.

“Llegó un momento en el que le dijeron a mi papá que le compraban la finca. Él ya estaba mayor y se había endeudado bastante, por lo que se fue deshaciendo de muchas cabezas de ganado y al escuchar esa oferta la aceptó por 2 razones: su difícil situación económica y el problema de orden público que vivía esa zona del Meta”, aseguró Ramiro.

Ante esa determinación la familia empezó a vender el ganado, el cual fue pagado al precio de animales comerciales. (Crónica: El ganadero que convive con 3 razas criollas colombianas)

Héctor Buitrago, conocido con el alias de ‘El Viejo’, fue el jefe paramilitar interesado en adquirir Civira. El predio estaba dividido en 3 sectores. Cada uno asignado a los 3 hermanos que tuvo Ernesto, pero 2 de las fincas fueron vendidas al grupo ilegal en $300 millones. Solo lograron conservar un predio que le pertenecía a un tío de Ramiro Hernández que se la dejó de herencia a él y 4 de sus hermanos.

Ernesto Hernández murió en diciembre de 1998, meses después de que Buitrago le pagara la parte final de la deuda por los terrenos. (Crónica: Yesid Villalba, el único ganadero con Lucerna en Cúcuta

Civira de los mojos

Alias ‘Jorge Pirata’ se quedó en última instancia con las tierras de los Hernández. Pasado el tiempo, el paramilitar aprovechó la desmovilización propuesta por el Gobierno Nacional e hizo parte de la Ley de Justicia y Paz. Esa legislación obligaba a los desmovilizados a resarcir a sus víctimas, no volver a delinquir, permitirles a las familias desplazadas volver a sus tierras y entregar pertenencias ajenas.

Fue así como la familia Hernández fue buscada por los emisarios del paramilitar para devolverle la tierra. En primer lugar dialogaron con el hermano de Hernández, también médico, quien ante por temor, se negó a ir al juzgado.

Ante eso, la familia buscó asesoría legal. El abogado de la familia fue entonces quien les confirmó lo que estaba ocurriendo y les aseguró que el proceso era verídico. “En ese momento hablamos los 3 hermanos mayores, quienes éramos los dueños de una parte restante de la finca que nos dejó mi papá, y yo fui el que tomó la determinación de ir a la difunta Civira y recuperarla”, aseguró Hernández. (Crónica: ‘Moñito’, el secreto para conocer la capacidad reproductiva del toro)

El médico manifestó que siempre anheló volver a su finca en la que creció de niño, por lo que ese propósito estaba próximo a volverse realidad.

De esta manera, Ramiro Hernández fundó Civira de los Mojos en 2009, tras recuperar la tierra de la familia, la cual empezó con 7 animales criollos, 6 sanmartineros y un toro blanco orejinegro, BON.

En la actualidad, la finca cuenta con 250 animales criollos, lo que le ha permitido a Ramiro seguir los pasos ganaderos de la familia, con la fe de que no volverán a sentir el dolor de dejar la tierra y los ejemplares, por culpa de la violencia que vive la zona rural de Colombia.  (Crónica: Fedegán remodela finca a ganadero y le cambia la vida)

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