Mientras muchos productores apuestan por insumos para mejorar sus suelos, ignoran que la clave está bajo sus pies. Carlos Abecasis, ingeniero agrónomo, explicó por qué entender qué es realmente la materia orgánica puede marcar la diferencia entre un campo fértil y uno estancado. La naturaleza ofrece el camino, pero aún estamos desaprovechándolo.
La tierra que pisamos y cultivamos no es simplemente un soporte para sembrar. Es un sistema vivo, dinámico, que respira, se transforma y, sobre todo, necesita energía para existir.
Así lo explica el ingeniero agrónomo Carlos Abecasis, quien puso el foco en un concepto básico pero ampliamente malinterpretado: la materia orgánica del suelo. (Lea en CONtexto ganadero: ¿Por qué la materia orgánica es el "oro" que nutre suelos y engorda el negocio ganadero?)
Desde su mirada técnica y pedagógica, Abecasis desmonta las creencias más comunes que rodean este tema, muchas de ellas arraigadas incluso entre profesionales del agro. Su diagnóstico es que si no entendemos qué es realmente la materia orgánica y cómo funciona, seguiremos errando en nuestras decisiones de manejo y perdiendo oportunidades para regenerar suelos productivos y sustentables.
Plantas vivas, fábricas del suelo
Uno de los puntos más importantes que destacó el especialista es que el contenido orgánico está compuesto, en su mayoría, por residuos vegetales. El 70 % proviene directamente de plantas, vivas o muertas, mientras que solo un 30 % corresponde a restos animales, insectos y microorganismos.
Lo verdaderamente revelador es el rol de las plantas vivas. A través de sus raíces, secretan sustancias conocidas como exudados que alimentan a los microorganismos del suelo. Este proceso invisible a simple vista es esencial para la construcción del suelo fértil.
“El 50 % de la materia orgánica activa en el suelo proviene de las plantas vivas, no de los restos que caen al suelo”, afirmó Abecasis. Este dato echa por tierra la idea de que basta con dejar hojarasca o residuos vegetales para mejorar el perfil del suelo. Sin vida vegetal en actividad, no hay energía para el sistema biológico que lo sostiene.
Sin vida biológica, no hay tierra
La afirmación puede parecer extrema, pero tiene sustento científico. De acuerdo con Abecasis, “si no hubiese actividad biológica, todo el planeta sería solamente mineral. No existirían ni las plantas ni los animales”. Es un recordatorio de que los suelos vivos son construidos por los organismos que habitan en ellos, no por la simple presencia de tierra o minerales.
Esta perspectiva es vital para los sistemas ganaderos, agrícolas y mixtos. A menudo, la atención está puesta en los nutrientes que se aplican desde fuera, pero se descuida el motor natural que ya está funcionando debajo de nuestras botas, la biología del suelo.
5 errores que degradan el suelo
Abecasis identificó cinco errores comunes que impiden un correcto manejo de la materia orgánica, muchos de los cuales se repiten en campos de todo el mundo:
1. Pensar que toda materia orgánica es igual. No se trata de cantidad, sino de diversidad. Cada tipo de microorganismo reacciona mejor frente a ciertos compuestos, por lo que la variedad es clave para activar la biodiversidad del suelo.
2. Creer que la materia orgánica alimenta directamente a las plantas. Las plantas se nutren de minerales del suelo y de la fotosíntesis que realizan con CO₂ y agua. La materia orgánica no va directo a sus raíces, sino que alimenta al ecosistema que permite su crecimiento.
3. Confundir materia orgánica con humus. El humus es un producto final de un proceso biológico complejo, donde microorganismos especializados convierten residuos orgánicos en moléculas estables llamadas sustancias húmicas. Estas no sirven como alimento, pero sí para retener nutrientes y formar poros.
4. Depender exclusivamente de insumos externos. Muchos productores creen que pueden “comprar fertilidad”, pero ignoran que sin vida biológica en el suelo, ningún insumo es sostenible en el tiempo.
5. Ignorar las condiciones necesarias para generar humus. No cualquier suelo lo produce. Requiere diversidad, tiempo y la presencia de microorganismos adecuados. (Lea en CONtexto ganadero: Materia orgánica del suelo mejora nutrición de pastos)
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