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Foto: Fedepalma

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Palmicultores víctimas del conflicto hablan ante la CEV sobre la afectación a la agroindustria

Por - 29 de Junio 2021

Los palmicultores expresaron sus visiones y experiencias sobre la violencia y los comisionados de la CEV reconocieron su aporte como pieza del mapa en el que habrá reconocimiento de las formas de violencia que han afectado a los diferentes sectores sociales y productivos del país.  


Los palmicultores expresaron sus visiones y experiencias sobre la violencia y los comisionados de la CEV reconocieron su aporte como pieza del mapa en el que habrá reconocimiento de las formas de violencia que han afectado a los diferentes sectores sociales y productivos del país.

Directivos, agremiados y familiares de víctimas que forman parte del sector palmicultor y de Fedepalma, se reunieron recientemente con representantes de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, CEV, para exponer sus vivencias. 

Jens Mesa Dishington, presidente ejecutivo de Fedepalma, dijo que el sector palmero ha enfrentado dificultades derivadas de la ausencia de institucionalidad en el país, en algunas zonas y lugares donde está asentado el cultivo y hay presencia de actores al margen de la ley, lo cual se traduce en que se presenten secuestros, extorsiones y atentados contra la vida e infraestructura de las personas.

Explicó que “puede haber actores específicos e individuales que terminaron siendo parte del problema pero que -en ningún caso- se trata del empresariado de la palma en su conjunto y por ello, no es real ni justo considerar a los palmicultores como victimarios, sino víctimas”. 

“Recoger sus testimonios no solo es correcto, sino que permite hacer un recuento veraz de lo que ha sido la violencia en Colombia. Los testimonios presentados son una muestra muy pequeña de lo ocurrido, pero agradezco a quienes alzaron su voz para contar lo sucedido y a la CEV por su escucha”, subrayó.

A su vez, el padre Francisco De Roux, presidente de la CEV, expresó su sorpresa frente al hecho de que las empresas palmicultoras colombianas, que han sido víctimas de la violencia, “se le midan” al campo en tiempos de conflicto, “frente a los vacíos del Estado, además de la incertidumbre de un cultivo a largo plazo (30 años) y no saber qué va a ser de este país”. 

Recordó que con el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio tuvo cercanía con situaciones que vivió el sector palmero, tales como la liberación de los nueve ingenieros secuestrados por el Frente 24 de las Farc y las conversaciones con los gerentes de las empresas a las que les secuestraron los ingenieros, asegurando que no hubiera sido posible el desarrollo de las cooperativas campesinas palmeras, si no hubiera sido por la voluntad y apoyo de las empresas palmeras.

El comisionado Leyner Palacios, de la CEV, reconoció que el informe recibido por parte de Fedepalma lo hizo cuestionarse sobre la profundidad del conflicto, sobre cómo afectó a las empresas y a la economía, indicando “que si no se dimensiona la integralidad del conflicto y de sus afectaciones, no podrá contribuirse con su resolución”. 

El comisionado Carlos Guillermo Ospina (CEV), expresó que su percepción es que los palmicultores contribuyen con la paz y por ello han creado empresa, generado empleo e inversión social.  

A su turno, Andrés Felipe García dijo que el gremio tiene la voluntad de hacer las cosas de la mejor manera posible, lo que se refleja en el hecho de que la agroindustria de la palma de aceite en Colombia es un referente mundial por su manejo responsable y sostenible.

El directivo enfatizó que el informe entregado a la Comisión es el resultado de un ejercicio metodológico serio, rico en trabajo de campo, en investigación y en análisis. 

La voz de las víctimas

Argemiro Reyes (Fedepalma), ingeniero agrónomo con más de 40 años en la agroindustria de la palma de aceite, una de las víctimas, narró la forma en que fue amenazado y finalmente secuestrado. 

“Nosotros -las empresas- hacíamos las veces de Estado, construyendo vías, escuelas, adelantando iniciativas de desarrollo social y comunitario”, señaló. Recordó que en 1991 se produjo su secuestro.

En septiembre de 1992 fue liberado, y a los pocos días se llevaron al encargado de recursos humanos. “En 1997, las Farc hacen su incursión en la zona y en un solo día se llevaron a nueve ingenieros”. Argemiro recordó cómo el padre De Roux participó en las negociaciones para su liberación.

León Darío Uribe, narró sobre su llegada a Puerto Wilches en 1982 y que, una década más tarde, empezó una ola intensa de secuestros. 

Subrayó que la apuesta de la palma es a largo plazo y que “los que iniciaron jóvenes, se envejecieron en la agroindustria y no son victimarios, han sido víctimas, y son gente de paz y de empresa”.

Hilda Fuentes, palmicultora de María La Baja, anotó: “lo mejor que le ha pasado a la comunidad es la palma, los habitantes han florecido gracias a ella y la violencia se ha reducido de manera importante. Cuando la zona estaba desahuciada y abandonada, llegó la palma y ahora hay comercio, vida y esperanza”, puntualizó, ratificando el papel económico y cohesionador social de la palma de aceite en la región.  

Al finalizar la jornada Francisco De Roux agradeció a quienes entregaron testimonios, reconociendo el aporte del documento de Fedepalma y la disciplina y tesón de los palmicultores colombianos para adelantar sus proyectos a largo plazo, al tiempo que le dio valor a la escucha de voces necesarias para la reconstrucción de los escenarios de violencia en Colombia, en aras de entender su complejidad, sus efectos, y por tanto la forma de llegar a soluciones para las partes afectadas. 

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