natalia tamayo
Foto: Cortesía.

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Del establo al lienzo

Por - 10 de Marzo 2014


En un país tan machista como Colombia, a muchos les resulta extraño pensar en una mujer dedicada a la ganadería, y si además tiene un extraordinario don para el arte, especialmente para la pintura, ya suena a exageración, pero Natalia Tamayo es una demostración de que es posible hacer ambas cosas y muy bien.

Vea una completa galería con la obra de Natalia Tamayo

No a todos se les facilita bailar, cantar, ser bueno en matemáticas, practicar un deporte, tocar un instrumento musical; para ello se necesita destreza, pasión y un talento especial que permita sobresalir entre todos aquellos que se inclinan por alguna de estas actividades. Este es el caso de Natalia Tamayo, una joven mujer que desde pequeña se dio cuenta de sus habilidades para la pintura y el dibujo, talento con el paso del tiempo ha ido dejando rastros de la excelencia para hacerlo en cada trazo que ha dado.

“Yo comencé desde muy pequeña a dibujar y a los doce años hice un caballo para un regalo; sentí que el dibujo era una parte importante de mi vida. Mi familia me ha apoyado mucho", dice Natalia. (Galería: Retrospectiva del campo colombiano en el arte)

La artista ha trabajado otras técnicas como el óleo y el acrílico y aprendió la técnica del carboncillo con la profesora Luz Myriam Moreno, técnica a la que confiesa, entre risas, que al final “siempre termino volviendo. Definitivamente ese trabajo en blanco y negro y la sobriedad que se logra me gustan mucho, a pesar de la dificultad y precisión que se deben tener, me agrada bastante". 

Natalia, Administradora de Empresas Agropecuarias representa a la mujer moderna, aquella que no tiene tiempo para estar dedicada a una sola actividad. Entra y sale de reuniones gremiales, lidera actividades que buscan mejorar la ganadería de su región. Actualmente es la presidenta de la junta del Comité de Ganaderos de Puerto Berrío COREGAN y claro, pinta y dibuja, pero menos de lo que realmente quisiera, razón principal a la que atribuye no estar un peldaño más arriba e incluso considerando vivir del arte.

“Yo me especialicé en caballos y ganado y no me puedo quejar, me duele no poder cumplir con todos los encargos, varias de mis obras han salido del país y han causado sensación”, admite Natalia con la sencillez propia de quienes disfrutan de ese talento concedido por Dios a muy pocos.

Para pintar, Tamayo admite que las horas de la mañana no son las mejores; ella prefiere usar las de la tarde, aunque las de la noche, confiesa, son las mejores.

La mayoría de su trabajo está hecho a partir de fotografías que le facilitan sus clientes. A partir de ese momento inicia una especie de alianza entre el retrato original y el que ella se dedica a plasmar en su lienzo.

Se podría decir que es una especie de Sherlock Holmes, solo que lo suyo no es el arte de investigar los detalles y minucias de un delito para esclarecerlo, lo de ella va más allá. La atención y cuidado que le imprime a cada trazo hace que cada línea, cada sombra, cada rasgo sean únicos. Jornadas de 10 horas, soledad y esa pasión que tiene por los animales permiten que el resultado final sea irrepetible y digno de elogios y comentarios a los que cualquier artista aspiraría. (Lea: El campo colombiano tiene su espacio en el arte)

“Cuando conocí el trabajo de Natalia me pareció muy depurado y de mucha dedicación. No se si será esa pasión que ella tiene por el ganado y por los animales, pero su trabajo es hermoso”, afirma con emoción el tallador de artículos en cuero y pintados a mano Libardo Gil, quien sigue lo que ha hecho Tamayo hace cerca de 8 años.

“Pocas personas tienen esa capacidad de imprimirle realismo a la hoja, un realismo que logra ella y que para mi es como mágico”, describe el también artista.

Natalia explica que lo más agradable de pintar es finalizar una obra, la sensación de satisfacción y el poder entrar a analizar cada detalle, ese que trata de plasmar desde que la inicia. “Cuando pinto es como si realmente tuviera el animal al lado, como si lo tocara”, afirma.

Cuando se sienta a pintar, reitera, es como estar en otro mundo. Natalia se ha dedicado a pintar animales y considera que cada artista debe especializarse en un tema. Trabaja por encargo y por sus múltiples ocupaciones difícilmente se compromete a entregar un cuadro antes de un mes.

A pesar de su juventud y del escaso tiempo que dedica al arte, Natalia ya goza del reconocimiento dado por sus obras. Ha ganado un concurso regional, tuvo su propia exposición, un premio otorgado por la Universidad de Antioquia-Comfenalco Antioquia y Universidad Católica de Oriente. Primer premio por el magdalena medio antioqueño en agosto de 2005. Sus obran han sido incluso seleccionadas para entregar en certámenes nacionales e internacionales.

“En la Asociación la escogimos hace poco tiempo para que nos ayudara con un regalo para llevar al Congreso Mundial de Simmental en Alemania y ella nos hizo un trabajo en madera que fue nuestro presente”, manifestó Daniel Espinosa miembro de la junta de Asosimental.

Para el dirigente de la Asociación, es frecuente ver a otras personas en ferias haciendo trabajos incluso más grandes, “pero ella aunque no lo hace a esa escala le imprime a su obra un gran nivel del detalle y de realismo; su imaginación para hacer cosas es impresionante” sostiene.

La artista coincide en que son pocos los miembros del gremio ganadero los que se dedican a pintar,  las oportunidades de conocerse son pocas, y aunque “hay sensibilidad por el arte, nos falta especializarnos más y trabajar”, apunta. (Columna: “Cuadros Vivos” Patrimonio Cultural De Colombia)

El valor mínimo de una obra comenzará en $250 mil, aunque siempre dependerá de muchas variantes como grado de dificultad, tamaño, técnica, entre otros.

Natalia vive cada día con intensidad, esa misma que refleja en cada uno de sus cuadros y que la tiene posicionada como una de las mejores en lo que hace. “Lo que más quiero es salir con mis obras a otras partes. No tanto para estar en museos o algo así, sino más para participar en ferias que son el espacio propicio para lo que hago, lo mismo en exposiciones de ganado y de caballos; y dedicar más tiempo a esto".

Natalia Tamayo se ha sabido ganar un espacio como mujer ganadera, como líder gremial y poco a poco como artista, una que como pocas es capaz de transmitir a quienes aprecian sus obras la sensación de ver en sus cuadros al animal vivo, de distinguir esos rasgos que los hacen especiales para sus dueños, de generar la sensación de estar con ellos en la misma habitación, elementos únicos como su talento.