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Esta joven abogada renunció a su carrera para transformar la ganadería de su familia

Melanny Orozco 18 de Junio 2025
María José GómezFoto: @mjganaderaMaría José enseña desde su cuenta a cientos de seguidores cómo hacer registros, cómo calcular costos, cómo liderar un equipo.

En una finca del Cesar, una abogada decidió aplicar lo aprendido en el mundo jurídico a la finca de sus padres. Con organización, datos y visión empresarial, transformó una tradición masculina en una empresa moderna, rentable y abierta al futuro.


María José Gómez dejó la ciudad y su carrera como abogada para reencontrarse con sus raíces en Codazzi (Cesar), donde descubrió su verdadera pasión: la ganadería.

Aunque nació y creció en una familia ganadera, María José siempre se sintió lejana a ese mundo. Como muchas hijas de productores rurales, su destino parecía estar trazado lejos del barro, las botas y los ordeños.

Estudió derecho, se especializó en contratación estatal y trabajaba en Bogotá. Hasta que en 2020, empujada por la pandemia y un nuevo rumbo junto a su esposo, regresó a Codazzi, a la finca de su padre, Gustavo Gómez Gutiérrez, un conocido ganadero de la zona.

Su primer paso fue pequeño, casi anecdótico, pues su papá había comprado hacía años un software ganadero que nunca se implementó. (Lea en CONtexto ganadero: Sofía Mejía, una joven de 28 años que dejó la ciudad para dirigir su propia finca y carnicería)

“Yo no estaba haciendo mucho en ese momento, así que le pedí permiso para tomar las clases del software, ingresar la información y, eso fue lo que cambió todo”, relató.

Quien le enseñaba a manejar el programa debía explicarle también las bases de la ganadería, nutrición, sanidad, registros, reproducción y costos. María José absorbió cada dato, preguntó, investigó, observó en la finca, y casi sin darse cuenta, se convirtió en la gestora del orden y la eficiencia. Es decir, había nacido una ganadera.


Como ella misma dice, es abogada de profesión, ganadera por convicción. Foto: Instagram mjganadera


Transformar desde dentro


Como ocurre en muchas fincas, el relevo generacional no es sencillo. María José comenzó a notar falencias en los procesos, decisiones que se tomaban de forma empírica, sin datos, por eso se propuso cambiarlo.

“(En ese momento) comenzaron las peleas con mi papá. Porque si uno quiere mejorar, hay que hacer cambios. Él tenía una forma tradicional de manejar la finca, y yo llegaba con ideas nuevas. Fue duro, hubo muchas lloradas, pero poco a poco accedió”, contó.

Su padre, Gustavo Gómez, terminó cediendo ante los resultados. Porque en la ganadería, los frutos de la eficiencia no tardan en notarse en mejores pesos, más litros, menos pérdidas y más control.

María José no llegó sola a este cambio. Su hermano Gustavo Alfonso Gómez ha sido su coequipero. “Yo no podría haber avanzado tanto sin él. Ha sido mi compañero fiel porque, claro, como es hombre, desde el principio estuvo más llamado a esto. Pero hoy lo hacemos juntos”, expuso.

También su madre ha sido un apoyo vital: “Las mamás son ese motor que te dice: tú puedes, hija. Cuando las barreras por ser mujer me abruman, su voz es ese empujón que uno necesita”.


Mujer, joven y jefa


En el campo colombiano, hay quienes creen que la ganadería es cosa de hombres. Es por eso que María José enfrentó esa mentalidad desde casa: “Mi papá pensaba que esta actividad era solo para hombres, que su hija no podía dedicarse a eso”.

En la sociedad donde habita la realidad no era distinta, pues todos los trabajadores eran hombres, y muchos no quería recibir órdenes de una mujer joven y nueva en el tema. (Lea en CONtexto ganadero: Entre partos de vacas y brazos que esperan: la historia de una madre del campo)

Sin embargo, con el tiempo, “me fui ganando su respeto. Porque nadie puede pelear con la objetividad, si se da una orden bien pensada, que mejora la finca, todo comienza a caminar”, afirmó la ganadera.

Bajo esta visión, María José convirtió la finca en una empresa con doble propósito bovino. Durante este proceso incorporó cabras, al notar que eran un excelente complemento en la rotación y el manejo del pasto.

Además de profesionalizar la finca, esta joven ganadera decidió contar su experiencia en redes sociales. No desde la teoría, sino desde la práctica diaria. “Empecé a mostrar cómo ordenaba la información, cómo implementaba mejoras, cómo proyectábamos todo como una empresa y no como una tienda”, manifestó

Su contenido busca inspirar a otros productores, “quiero mostrar que, si se hace con organización, con eficiencia, la ganadería sí es rentable. Mi papá ha vivido toda su vida de esto, ha sido independiente. ¿Por qué no nosotros también?”.

Hoy, María José enseña desde su cuenta (@mjganadera) a cientos de seguidores cómo hacer registros, cómo calcular costos, cómo liderar un equipo. Y, sobre todo, cómo hacerlo siendo mujer, joven, mamá y apasionada del campo.

Esta ganadera no solo sueña con seguir mejorando la finca de su papá, también quiere tener su propia ganadería. “Quiero mi propia finca, manejar mi propio ganado. Y seguir mostrándolo todo en redes, cómo sí se puede, con constancia, con trabajo y con dedicación”, especificó.

Y remató: “Nosotros, los jóvenes que venimos de familias ganaderas, si nos gusta, tenemos el deber de apoyar. Ya somos profesionales, tenemos otra visión del mundo. Podemos darle una bocanada de aire a ese trabajo que nuestros padres han hecho toda la vida”.

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