Mientras los consumidores exigen productos más responsables y éticos, la sostenibilidad laboral se convierte en un factor decisivo en el modelo ganadero. El cuarto principio del Sello Ambiental Colombiano impulsa una cultura organizacional más sólida, donde el bienestar humano fortalece la productividad y la reputación del predio.
En la actualidad, las certificaciones ambientales son un pasaporte para acceder a mercados más exigentes, razón por la que el Sello Ambiental Colombiano continúa ampliando su alcance.
Su más reciente actualización no solo contempla la gestión ambiental o el bienestar animal, sino que ahora introduce un componente que ha sido históricamente relegado en el sector, el bienestar laboral. (Lea en CONtexto ganadero: Sin conservación no hay futuro: conozca el primer paso para obtener el Sello Ambiental Colombiano)
En la transformación hacia una ganadería moderna y responsable, la sostenibilidad ya no se mide únicamente por el uso eficiente de los recursos naturales o el bienestar animal. La dimensión humana toma protagonismo como un componente esencial en la consolidación de prácticas sostenibles.
Así lo ha entendido la Fundación Colombia Ganadera (Fundagán), que a través de su iniciativa Franja Sostenible, presentó el cuarto y último principio del Sello Ambiental Colombiano enfocado en la responsabilidad con los empleados.
Este principio establece que cualquier predio ganadero que aspire a la certificación debe ofrecer condiciones laborales dignas, legales y seguras. Se trata de reconocer que los trabajadores del campo no son un recurso más, sino el motor que hace posible la producción.
Pablo Uribe, auditor de Fundagán, explicó que “un aspecto fundamental en este principio va a ser el trato justo y digno a nuestros empleados, a los trabajadores que hacen parte de la empresa. Entonces con ellos no debe haber discriminación por raza, sexo, religión, orientaciones ni por nacionalidad”.
Sus palabras apuntan a un cambio estructural en la cultura empresarial del sector ganadero, pues no se trata solamente de ofrecer contratos formales o cumplir con la normatividad básica. La propuesta es construir ambientes laborales donde el respeto, la inclusión y el crecimiento profesional sean pilares del día a día.
Capacitación y bioseguridad
Entre los requisitos que contempla este principio están la entrega de elementos de protección personal, el cumplimiento estricto de las normas de bioseguridad y la creación de espacios para la capacitación, formación y esparcimiento de los empleados.
De acuerdo con Uribe, “debemos velar por que todos los empleados tengan elementos de protección personal y bioseguridad para que ejecuten sus labores, y por último, deben contar con los espacios de capacitación, de formación y de esparcimiento dentro de la empresa”.
Estas condiciones, además de mejorar la calidad de vida de los trabajadores, incrementan la eficiencia del predio y reducen los riesgos operativos.
La seguridad, la salud ocupacional y el conocimiento técnico ya no son beneficios opcionales, sino componentes estratégicos de una producción ganadera exitosa.
En ese orden de ideas, incorporar este principio no solo refuerza la coherencia del discurso ambiental, sino que también fortalece la reputación del productor frente a consumidores y aliados comerciales, pues una finca ganadera que cuida a su gente se vuelve más atractiva para el mercado, para las instituciones y para sus propias comunidades.
Además, generar sentido de pertenencia entre los trabajadores puede traducirse en mayor compromiso, menor rotación de personal y un ambiente laboral más estable.
Finalmente, Fundagán invita a los productores a dar el paso de certificar su predio con el Sello Ambiental Colombiano y convertirse en modelo de sostenibilidad en su región. (Lea en CONtexto ganadero: La clave para exportar carne y leche a mercados premium en este principio de la ganadería)