A diferencia de un tractor que pierde valor con cada año de uso, los animales vivos pueden revalorizarse o desvalorizarse a medida que crecen, producen y cambian de categoría. Un especialista en finanzas y gerencia de empresas agropecuarias explicó por qué confundir depreciación con valorización técnica puede costar utilidades y distorsionar la salud financiera de la empresa ganadera.
En ganadería, cada año miles de empresarios aplican mecánicamente fórmulas de depreciación conocidas en contabilidad general, obteniendo como resultado una fotografía distorsionada de su patrimonio y, muchas veces, decisiones financieras que sacrifican la rentabilidad.
A diferencia de un vehículo o una máquina que inician su vida útil perdiendo valor en línea descendente, el ganado transita por un ciclo único en el que el precio sube, se estabiliza o disminuye según factores biológicos, reproductivos y de mercado. (Lea en CONtexto ganadero: Errores comunes al calcular los costos en una finca ganadera)
Ricardo Arenas Ovalle, médico veterinario especialista en finanzas y negocios internacionales y gerencia de empresas agropecuarias,, señaló que la depreciación tradicional funciona excelente para bienes muebles como tractores o equipos de ordeño, pero por obvias razones no se podría aplicar a semovientes.
“La depreciación es lo que uno debería ahorrar cada año para reemplazar un activo que va perdiendo valor. Un tractor hoy vale menos que hace un año, y así sucesivamente; y que se lleva al costo en los estados financieros”, anotó.
Sin embargo, esa lógica no se traslada mecánicamente a los animales vivos, pues “una novilla no es un bien que simplemente envejece y se desgasta; se transforma, gana peso, gesta crías y su valor de mercado puede evidentemente aumentar”, advirtió el experto.
Por eso, confundir la depreciación con una valoración técnica periódica, anual o semestral puede conducir a reportes contables inexactos que subestiman o sobrestiman el resultado económico real de la finca. Si un ganadero asume que sus animales pierden valor año tras año de manera uniforme, puede terminar reduciendo artificialmente sus activos y afectando su capacidad de acceso a crédito, por ejemplo.
Aprender con ejemplos
Para entenderlo, basta con mirar la historia de la novilla ‘Periquita 103’. Cuando era ternera, tenía un precio inicial que reflejaba su peso y genética en relación con el mercado, pero al convertirse en novilla cargada, su valor aumentó debido a la inversión en alimentación, manejo y la expectativa de un futuro parto, siendo el mismo animal.
Tras el primer parto, su cotización puede subir todavía más porque se comprobó su capacidad reproductiva y productiva. En algunos casos, incluso tras el segundo, y a veces hasta el tercer parto, el valor puede seguir aumentando, especialmente si las crías son de buena calidad.
Arenas Ovalle insistió en que este comportamiento no es una excepción, pues “no se trata de otro tractor más grande. Es el mismo animal que cambia de categoría y, con ello, cambia de valor. Por eso la contabilidad ganadera debe ser hecha a la medida del negocio”.
Valorización técnica anual
Mientras que la depreciación se calcula por una fórmula que descuenta valor de manera constante, la valorización de un hato ganadero requiere un análisis técnico. Este ejercicio contempla peso, edad, estado reproductivo, desempeño productivo y las condiciones del mercado.
Si el animal ha tenido un desempeño excelente, su precio puede subir; si ha sido afectado por enfermedades o manejo deficiente, puede caer. Este método refleja con mayor precisión la riqueza que el ganado representa en los estados financieros. (Lea en CONtexto ganadero: Tenga en cuenta la amortización de sus vacas en la planeación de costos)
De acuerdo con Arenas Ovalle, “es fundamental que los empresarios ganaderos comprendan que no siempre la valoración va en retroceso como la devaluación de un bien. Puede ser positiva si se manejan bien los animales debido a que hay utilidades potenciales por incremento del valor del inventario”.
El proceso de valorización técnica no es complicado si se estructura correctamente. El profesional aseguró que normalmente se asigna un valor específico a cada categoría: terneros de 0 a 6 meses, animales de levante, vacas de primer parto, vacas de cuarto parto, y así sucesivamente, aun cuando en algunos casos especiales, de animales con valor genético especial y por premiaciones en exposiciones. Esta valoración puede hacerse de manera individual.
Cada precio se define con base en datos reales de mercado. De este modo, el inventario refleja su verdadero valor en un momento determinado, sin caer en la trampa de depreciar los animales por regla general.