Pese al aumento de la violencia y el crimen en las regiones rurales, la red de protección desplegada por el gremio se mantiene para resguardar a quienes cumplen con la misión de inmunizar el hato ganadero del país. En coordinación con autoridades y con respuestas inmediatas a cada intimidación, se busca que ni la vida de los trabajadores ni la sanidad del inventario bovino estén en juego.
En solo tres semanas, 22 incidentes de violencia han golpeado al equipo de vacunadores ganaderos en varias regiones de Colombia. Aun así, ninguno ha dejado de cumplir su labor.
Mientras avanza el ciclo de vacunación en los campos del país, las amenazas, extorsiones e intimidaciones contra los brigadistas aumentan. Sin embargo, gracias a la acción institucional decidida, la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán) ha logrado mantener el proceso en marcha, sin interrupciones ni víctimas.
El general (r) Fernando Murillo, líder de los Frentes Solidarios de Seguridad y Paz (FSSP), aseguró que “el propósito con seguridad ganadera es minimizar los riesgos que puedan tener los vacunadores o el ciclo de vacunación. Se está atendiendo caso por caso y la Policía está muy pendiente”.
La situación no es menor, pues de los 22 reportes recientes hechos a Fedegán, 13 corresponden a amenazas directas, 5 a estafas, una a extorsión, un caso de homicidio relacionado con un vacunador, y una retención ilegal que, por fortuna, no se materializó.
Según el general, la mayoría de estas intimidaciones provienen de centros carcelarios y buscan sembrar miedo en las zonas más vulnerables. (Lea en CONtexto ganadero: Asesinato de vacunador revive el abandono que agobia al campo colombiano)
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Vacunación no se detiene
Frente a esta ola de inseguridad, Fedegán ha implementado una estrategia de contención que combina respuestas inmediatas, articulación institucional y prevención inteligente. Se ha creado un canal de comunicación directa con vacunadores a través de grupos de WhatsApp, lo que permite activar alertas en tiempo real y facilitar la intervención del Gaula y la Policía de Carabineros.
Este es un esfuerzo que no solo protege vidas, también garantiza la continuidad de un ciclo vital para la economía ganadera. Las zonas rurales no pueden quedar a merced del miedo.
Gracias a estas medidas, el ciclo de vacunación no ha sufrido interrupciones graves. Los grupos operativos trabajan bajo protocolos de seguridad reforzados y se les da orientación sobre cómo actuar en zonas críticas. A cada reporte se le da tratamiento individual, sin minimizar su gravedad.
El apoyo de Fedegán no se limita a la reacción ante amenazas. La federación ha asumido un rol proactivo, convirtiéndose en un escudo para los vacunadores que recorren veredas, fincas y caseríos del país.
Este respaldo no solo les da tranquilidad para trabajar, representa una resistencia frente al abandono estatal que muchas veces sienten en los territorios. (Lea en CONtexto ganadero: "¡Tiene hasta el 26 de mayo para irse!": Grupos armados amenazan a vacunador en Uribia)
De acuerdo con el general Murillo, “los delincuentes saben lo que se está haciendo en el país. A pesar de la violencia, hemos visto un riesgo mínimo únicamente por el hecho de estar en el ciclo de vacunación”.
La respuesta de Fedegán se ha convertido en un modelo de gestión en crisis, donde la sanidad animal y la seguridad humana se entienden como una misma prioridad. En medio del caos rural, esta red de protección permite que una tarea esencial para la soberanía alimentaria siga su curso.
¿Y si no se actúa?
Un país sin vacunación ganadera está expuesto a brotes de enfermedades como la fiebre aftosa, lo que implicaría cierres de exportaciones, pérdida de confianza internacional y daños irreversibles a la economía rural.
Por eso, la firmeza de Fedegán no es solo un gesto de liderazgo gremial, es una acción estratégica para preservar la salud pública, la productividad y la paz en el campo colombiano.