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Así vivieron los ganaderos el racionamiento de 1992

Por - 02 de Marzo 2016

La medida decretada en su momento por Cesar Gaviria, presidente de turno, llevó a los productores a adoptar medidas extremas como la venta de animales y un ahorro permanente de alimento y agua.


La medida decretada en su momento por Cesar Gaviria, presidente de turno, llevó a los productores a adoptar medidas extremas como la venta de animales y un ahorro permanente de alimento y agua.   Esa propuesta cobra vida hoy ante los anuncios hechos por el exministro de Minas y Energía, Amilkar Acosta, en entrevista con Yamid Amat, en la que habló de los daños que se han presentado en las hidroeléctricas y termogeneradoras del país por cuenta de fenómeno de El Niño.   Acosta planteó medidas urgentes como el pico y placa que fije tarifas preferenciales del consumo de energía según las franjas horarias de más y menor concurrencia. A eso se le sumó adelantar el horario una hora para aprovechar la luminosidad natural. (Lea: Sequía en Atlántico lleva más de 4 años, animales siguen muriendo)   Frente a lo que ha expresado por Acosta, este diario consultó a  3 ganaderos que relataron cómo enfrentaron la década del 90 y lo que generó ese racionamiento, ante el extenso verano que soportó el país.   Enrique Rubio, actual presidente de la Asociación Colombiana de Criadores de Ganado Criollo, Asocriollo, aseguró que en esa época no tenía un hato pecuario muy numeroso, sin embargo, ante la escasez de comida la solución que encontró fue salir de varios de sus semovientes para evitar que murieran de hambre.   “Esa crisis fue muy dura, no había casi alimento para los animales y esa fue la alternativa a la que apelé, reducir el hato. No vendí muchos, pero los que tenían más animales si les tocó casi que desocupar la finca”, contó Rubio. (Lea: Ganaderos del Caribe les rezan a los santos para que llueva)   Para Campo Elías Rojas, productor ubicado en Norte de Santander, el racionamiento de 1992 fue crítico y afirmó que “el país está a punto de vivir algo similar”.   Rojas y su familia tenían en esa época un predio en Chinácota. Durante esa temporada tuvieron que ser muy racionales con el uso del agua y la comida que sembraban, puesto que la escasez del recurso no les permitía tener alimento de sobra.   “Eso fue tremendo. Nos tocó pasar ese verano a punta de maíz para hacer mazamorra y unas maticas de apio, que era lo que sembrábamos. Esa fue una temporada tenaz y ahorita estamos igual. Lo único que nos restaba era tener paciencia y esperar a que volvieran las lluvias”, expuso el ganadero nortesantandereano.   Por su parte, Hernando Valderrama, empresario pecuario del Huila, aseguró que la ausencia de energía no permitía conservar muchos días la poca comida que había, por lo que todo se dañaba pronto y era necesario consumirlo muy rápido. (Lea: Otros problemas con los que debe lidiar el ganadero por el verano)   “Nosotros los ganaderos siempre hemos estado en crisis. Era evidente la escasez de alimento y forrajes, pero había otro problema y era la refrigeración de los alimentos. Por ejemplo en el caso de la carne. Los animales se sacrificaban y era casi de inmediato que se tenían que consumir, porque no había posibilidad de guardar el producto en la nevera”, sentenció.   La extrema sequía de 1992 llevó al país a adelantar el reloj una hora, todo con el propósito de aprovechar la luminosidad del sol durante la mayor parte del día. ¿Se volverá a repetir?

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