Ensilaje de naranja contribuye a mejorar composición de la leche

Suplementar con ensilaje de naranja contribuye a mejorar la composición de grasa de la leche, según un trabajo realizado en la Granja Experimental Villa Marina de la Universidad de Pamplona (Norte de Santander).

El ensilaje de naranja se ve como una alternativa nutricional y económica para las empresas ganaderas que están en busca de su sostenibilidad debido a que en la producción ganadera, la suplementación alimenticia se lleva a cabo mediante alimentos balanceados comerciales que incrementan los costos de producción y afectan los márgenes de rentabilidad de las empresas pecuarias, señala el trabajo.

El ensayo permitió concluir que la inclusión de ensilaje de naranja generó un mayor contenido de grasa (4,36 %) en la leche de las vacas en comparación con el tratamiento testigo (3,75 %) y no hubo efecto de los tratamientos en los demás componentes de la leche evaluados. No se presentaron diferencias en el contenido de proteína, lactosa, minerales y densidad de la leche por efecto de los tratamientos.

En cuanto a la producción diaria de leche, no se presentaron diferencias significativas, con medias de 6,99 litros por animal para el testigo y 7,10 para el tratamiento. (Lea: Propiedades nutricionales de los subproductos cítricos para el ganado)

El costo de suplementación por litro de leche se estimó en $265,15. La sustitución de alimento balanceado comercial en un 20 % con dicho ensilaje mejora el porcentaje de grasa en la leche y disminuye los costos de la alimentación respecto al manejo convencional, constituyéndose en una alternativa sostenible de alimentación en vacas lactantes cruzadas.

Además, la naranja entera es un recurso local disponible en la provincia de Pamplona (Norte de Santander) cuyo uso, debido a su bajo valor comercial, se ha direccionado a la alimentación de rumiantes. Posee nutrientes y una alta digestibilidad de la materia seca (58 %), lo que lo convierte en una alternativa viable para la alimentación del ganado.

Señalan los autores de la investigación que la naranja para alimentación animal puede emplearse deshidratada, peletizada o molida; sin embargo, la literatura sugiere que la mejor forma de conservarla y usarla es en forma húmeda a través del ensilaje.

Los carbohidratos solubles (azúcares simples) y estructurales (celulosa, hemicelulosa y pectina) son sus principales aportes nutricionales, de fácil fermentación en el rumen que favorecen la formación de ácidos propiónico y acético respectivamente.

El uso de este fruto en la alimentación animal, además de reducir los problemas de contaminación por la producción de malos olores, proliferación de insectos e incluso filtraciones ácidas en el suelo, ha demostrado reducir la presencia de E. coli y Salmonella en el intestino de los rumiantes, mejorando el estado de salud de estos al proveer fibra, vitaminas y aceites esenciales que actúan como un antibiótico natural. (Lea: Estas son las principales frutas que come el ganado)

También la inclusión de ensilaje de naranja en la dieta de rumiantes ha sido asociada a efectos positivos, especialmente en relación con la fermentación ruminal y con los aumentos en el contenido graso de la leche, fermentación de pectinas y cambios moderados en el pH del rumen, evitando la presencia de acidosis. Todo lo anterior favorece el empleo de este suplemento como sustituto de los alimentos balanceados comerciales al ser una fuente de energía alternativa.

Para el ensayo se utilizó un diseño de bloquescompletos aleatorizados con 12 animales cuya genética está influenciada por las razas Gyr, Holstein, Jersey y Rojo Sueco, distribuidos en un tratamiento con la sustitución del 20 % del alimento balanceado comercial por ensilaje de naranja y un testigo que con-sistió en alimento balanceado convencional. Se elaboró el ensilaje de naranja con frutos producidos en la granja con 30 días de fermentación. Se realizó un periodo de acostumbramiento de 10 días. Se midió la composición de la leche (grasa, proteína, sólidos no grasos, minerales y lactosa) cada siete días durante 90 días.

Se emplearon doce vacas lactantes cuya composición racial estuvo conformada por Holstein, Gyr, Jersey y Rojo Sueco, con edades entre los 3 y los 11 años, y un peso promedio de 425 Kg. Se dividieron de manera aleatoria en dos grupos, siendo identificadas con un collar que permitió hacer el seguimiento semanal para la toma de datos y diligenciamiento de registros.