Policía capturó al jefe financiero del ELN en Catatumbo
PorJosé D. Pacheco Martínez-24 de Abril 2025
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Por Melanny Orozco - 26 de Febrero 2025
Esta es una historia de lucha, pérdida y resiliencia en el campo. El ganadero Diego Arredondo relató la tragedia que le ocurrió a finales de 2024 y que no le quitó las ganas de levantarse y volverlo a intentar. Aquí, algunas pautas para prevenir un suceso inesperado.
Mugidos de ganado y olor a tierra mojada marcan la cotidianidad de los ganaderos en la región de Las Flores, entre los municipios de San Diego y Codazzi, Cesar. Allí, en una finca que ha pertenecido a la familia de su esposa por más de 17 años, Diego Arredondo emprendió su sueño de ser ganadero. (Lea en CONtexto ganadero: Rayo mató a 17 vacas en Antioquia: ¿Cómo proteger al ganado?)
Con esfuerzo y visión, le apostó a la calidad: adquirió un lote de ganando de alta genética gyr y holstein, traído desde Zipaquirá, con la promesa de convertir su trabajo en una fuente de progreso para su familia y la región.
Pero el destino le jugó una mala pasada. A finales de 2024, una noche de tormenta, con el cielo gris, la tierra templo con un trueno sostenido. En medio de la lluvia, la confusión se apoderó de la finca mientras la descarga de un rayo impactaba sin clemencia a su ganado. En cuestión de segundos, todo lo que había trabajado por dos años se redujo a la nada: nueve vacas y sus crías murieron frente a él en el potrero, víctimas de un fenómeno impredecible.
“Prácticamente quedé con las manos vacías”, relató Arredondo con la mirada triste al momento que recordó aquella noche y el esfuerzo que le costó reunir los recursos para adquirir ese ganado. No fue una compra impulsiva ni un negocio sin pensarlo; fue una apuesta calculada por la calidad genética y la producción lechera.
Antes de la caída del rayo, el ganadero no podía estar más optimista. Cada una de las vacas producía entre 10 y 12 litros en promedio, un rendimiento excepcional que le hacía presagiar un futuro excepcional.
La lechería era su plan a futuro, el pilar de su desarrollo y la prueba de que el campo aún podía ser rentable para quienes están dispuestos a trabajar con visión. Pero en segundos, la naturaleza le arrebató esa oportunidad.
La adversidad es una prueba para los humanos. Algunos se hunden ante la desgracia y otros la enfrentan con determinación. Arredondo pertenece a este último grupo. Aunque el golpe fue duro y la desmotivación intentó hacer mella en su voluntad, su espíritu emprendedor nunca se apagó.
Entonces tomó una decisión difícil pero necesaria: vender una pequeña porción de la herencia familiar para reunir el capital suficiente y comprar nuevo ganado. Volverlo a intentar no era una elección fácil, pero tenía muy claro que la única opción viable era la de levantarse y seguir adelante.
“Sé que esto no me puede detener. Quise volver a empezar, seguir trabajando con el ganado”, anunció determinante.
Lo ocurrido en la finca de Arredondo no es un caso aislado. Según el médico veterinario y magíster en Ciencia Animal, César Gómez, los rayos son fenómenos meteorológicos impredecibles que pueden tener consecuencias devastadoras para los ganaderos.
“Normalmente, este tipo de muertes de ganado ocurre durante tempestades o lluvias muy fuertes. En esas situaciones, los animales tienden a agruparse bajo los árboles para buscar protección. El problema es que muchos árboles actúan como imanes para rayos, y si, además, hay cercas en esa área, la descarga eléctrica se amplifica y puede afectar a un gran número de ellos”, explicó el experto.
Para mitigar este riesgo, Gómez recomendó que los ganaderos eviten instalar cercas eléctricas junto a los árboles y que busquen identificar áreas seguras donde los animales puedan resguardarse sin exponerse al peligro de una descarga eléctrica.
Más allá del dolor y la pérdida, este episodio puede ser el punto de partida para que Arredondo explore nuevas oportunidades en la ganadería. El asesoramiento especializado se convierte en un pilar clave para evitar que tragedias similares se repitan.
Hernando Barahona, director nacional del Programa Embriogán de Fedegán, comentó que en un caso como este es de suma importancia de la planificación en el manejo de las fincas.
“El ganadero debe elaborar un plan detallado que incluya la división de potreros, el diseño de acueductos y la ubicación estratégica de cercas eléctricas y pararrayos”, explicó Barahona.
Según él, este tipo de organización no solo permite prevenir accidentes, sino que también optimiza en rendimiento y la seguridad del hato.
Además, recomendó evaluar alternativas de inversión, como la transferencia de embriones, una tecnología reproductiva que puede resultar más económica y eficiente que adquirir semovientes de alta calidad genética.
Este avance tecnológico permite la reproducción de animales sin necesidad de contar con grandes números de ejemplares, lo que representa una solución innovadora para aquellos ganaderos que, como Arredondo, desean reinventar sus negocios después de un revés devastador.
La historia de Arredondo no es solo la crónica de una pérdida, sino un testimonio de lucha y esperanza. Su espíritu incansable y su deseo de seguir adelante son un ejemplo para que todos los que, de una u otra manera, han enfrentado la adversidad. Hoy tiene más claro lo que tiene que hacer, incluso, para sacarle el quite a situaciones como la que le sucedió: impredecible y que vino de la naturaleza.
“Perderlo todo de un momento a otro es angustiante, pero el campo y Dios nos enseñan que siempre hay formas de levantarnos y seguir adelante”, manifestó Arredondo con leva sonrisa y teniendo claro que su determinación es más fuerte que su dolor. (Lea en CONtexto ganadero: Tragedia en Córdoba: 38 vacas murieron fulminadas por un rayo)
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