Ser juez de ganado no es solo cuestión de conocimientos técnicos: implica pasión, disciplina y la responsabilidad de orientar a toda una industria. El expresidente mundial del Pardo Suizo, cuenta cómo se vive este oficio desde adentro, con recuerdos, anécdotas y enseñanzas que retratan una vida dedicada al campo.
La vida de Mauricio Reyes no puede entenderse sin el ganado. Su historia empieza en las fincas de sus abuelos, rodeado de vacas, terneros y conversaciones campesinas que se quedaban grabadas en su memoria.
Desde pequeño, observaba cómo los mayores analizaban las hembras: si servían para reemplazo o si debían venderse. Ese ejercicio, casi cotidiano, se convirtió en su primera escuela de juzgamiento. (Lea en CONtexto ganadero: Así se eligen los campeones: todo lo que debe saber sobre el juzgamiento de ganado lechero)
“Es una historia larga: mis dos abuelos fueron ganaderos. Yo me crié en las fincas de ellos, lo que generó en mí una gran pasión por el ganado. Desde muy niño siempre escuchaba los comentarios de mis abuelos y los mayordomos cuando analizaban las hembras para saber si eran para reemplazo o para vender y ese ejercicio era prácticamente un juzgamiento como lo conocemos hoy”, relató.
Ese contacto temprano con el mundo ganadero lo marcó de forma irreversible. Lo que para otros niños eran juegos, para él era formación: observaba, preguntaba y comparaba.
Desde esa época empezó a gustarle la idea de ser juez. No se trataba de un sueño pasajero: se convirtió en un camino de estudio y dedicación. (Lea en CONtexto ganadero: 9 aspectos de importancia a la hora de juzgar ganado bovino)
“Así que empecé a leer, estudiar, ir a ferias, tomar cursos de clasificación y juzgamiento, hablar con jueces para resolver mis inquietudes y desde luego, al ser criador de ganado de alta selección, se convirtió en el mejor ejercicio de aprendizaje”, siguió contando.
El oficio de juzgar
El debut de Reyes como juez llegó hace más de cuatro décadas en un escenario modesto: una feria de pueblo en Piedecuesta, Santander.
Para él, esa primera vez nunca se olvida. “Lo recuerdo con mucho cariño por todas las sensaciones que sentí ese día, fue una feria de pueblo, exactamente hace 45 años, donde se juzgaba ganado comercial”, recordó.
Con el tiempo, las invitaciones a más eventos de ese tipo aumentaron y el joven que alguna vez soñó con juzgar vacas en la finca de sus abuelos terminó recorriendo las ferias regionales, nacionales e internacionales. El reto no era solo señalar campeones, sino sostener la confianza de un gremio exigente, en el que cada palabra pesa.
Y todavía hoy su motivación se mantiene intacta: servir a la ganadería nacional con parámetros claros y objetivos. “Definitivamente la pasión por el ganado y pensar que estaba brindando un gran servicio a la ganadería nacional, alineado con los parámetros claros: el ganado funcional y rentable, es una de mis más grandes motivaciones”, anotó.
Y es que detrás de cada veredicto en una pista de juzgamiento hay horas de estudio, viajes, capacitaciones y un profundo compromiso con la raza y los criadores. El juez debe conocer a fondo el modelo ideal de macho y hembra según la edad, compararlo con los ejemplares en competencia y ordenar la fila con argumentos claros.
“Un juez bien preparado debe tener muy claro cuál es el modelo de la hembra y el macho ideal para la raza que está juzgando, en todas las edades. Al comparar todos los ejemplares de una misma competencia con el modelo del ejemplar a esa edad, debe colocar primero al que más virtudes tenga y así secuencialmente hasta llegar al último, explicando con claridad las diferencias entre cada colocación desde la primera hasta la última”, explicó.
Ese ejercicio de observación exige una mirada aguda: desde la fortaleza de las patas hasta la calidad de la ubre, desde la armonía del cuerpo hasta la capacidad productiva. Un error puede significar años de trabajo perdidos para un criador, de ahí la importancia de que el juez transmita seguridad y conocimiento. (Lea en CONtexto ganadero: Conozca algunos parámetros de juzgamiento para las razas brahman y gyr)
Juzgando ganado holstein en Brazil. Foto: Cortesía.
Momentos que marcan una vida
En más de 45 años de carrera, Mauricio Reyes ha acumulado experiencias que cualquier juez querría vivir. Su mayor satisfacción, confiesa, ha sido ver las reacciones de las familias cuando sus animales alcanzan un título. “Recuerdo las enormes emociones de los campeones y ver la pasión que esto genera”, resaltó.
Cada feria es distinta y cada pista deja recuerdos, pero hay anécdotas que se convierten en lecciones de vida. Una de las más significativas ocurrió con la raza ayrshire.
“Hace muchos años mientras juzgaba la raza ayrshire puse una ternera de 6 meses como campeona joven y el propietario (Felipe Calderón q.e.p.d.) grabó mis comentarios en los que decía que cuando crezca y llegara a ser vaca sería campeona mostrando una súper ubre y un cuerpo muy fuerte y gran carácter lechero. Dos años después, en su primer parto, fue primer puesto y gran campeona, y el juez, un canadiense, repitió describiéndola con las mismas palabras que yo había pronosticado 2 años antes. Felipe grabó ambas ferias y un tiempo después, muy impresionado, me mostró los dos vídeos”, narró emocionado.
El anterior episodio resume lo que para Mauricio Reyes significa ser juez: tener la capacidad de proyectar el futuro productivo de un animal con base en la observación y la experiencia. No se trata solo de elegir al mejor ejemplar en ese momento, sino de identificar a los que realmente aportarán a la genética y a la rentabilidad de la raza.
Juzgamiento de ganado pardo suizo en Brasil. Foto: Cortesía.
Legado para nuevas generaciones
Hoy, con una trayectoria consolidada, Mauricio Reyes no duda en aconsejar a los jóvenes que sueñan con seguir este camino. Para él, antes de aspirar a ser juez, hay que ser criador, convivir con el ganado y conocerlo a fondo. El contacto directo con los animales es la mejor escuela. “Que sea criador de ganado, que estudie, tome los cursos que lo acrediten y que comience por ser primero clasificador de ganado antes que juez”, advirtió.
El juzgamiento, en sus palabras, no es un simple concurso: es un proceso educativo, un espejo en el que la ganadería nacional mide sus avances. Por eso, quienes se paran en el centro de la pista cargan sobre sus hombros la confianza de un gremio entero. La historia de Mauricio Reyes es la de alguien que convirtió la pasión en oficio y el oficio en un servicio a su sector.