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La cuota inicial
No soy enemigo de la restitución de tierras como no lo soy de la paz, así los ministros y hasta el presidente, con ese talante descalificador que se volvió costumbre frente a quien disiente, y por supuesto, con el eco de las Farc y de la izquierda hayan decidido revivir y agitar en mi persona los estigmas que pesan sobre los ganaderos, afectando injustamente a la inmensa mayoría; estigmas que han cobrado tantas pérdidas, tanto sufrimiento y tantas vidas.
La explicación que debo a la opinión
El privilegio de contar con una columna de opinión comporta la obligación de no utilizarla en personales asuntos. Esa es regla de oro. No obstante, en mi condición de dirigente gremial hay zonas comunes, pues si bien la defensa de los intereses ganaderos es mi responsabilidad como presidente de Fedegán, tales intereses son asunto de interés público, pues se trata del gremio más representativo de la actividad con mayor presencia en el campo.
La misma estrategia del mismo engaño
La Estrategia del Engaño fue, a mediados de los 60, un libro de referencia de Jeane J. Kirkpatrick, quien luego fuera embajadora ante la ONU del Gobierno Reagan y una de las grandes estudiosas de la expansión del comunismo internacional durante la Guerra Fría.
23 de marzo
El presidente Santos suele ser víctima de sus entusiasmos de ocasión. Cuando escribo estas líneas ya se sabe que el 23 de marzo no habrá firma de acuerdo final, como anunció con gran seguridad hace 6 meses, movido por el entusiasmo de otra firma -la del acuerdo de justicia transicional en septiembre de 2015- que terminó siendo algo a medio terminar y causa de una de las trifulcas de la mesa.
Elías Borrero
Entre chiste y chanza, como es su estilo, el ministro Iragorri -el Gobierno, mejor- sacó a Elías Borrero Solano de la presidencia de VECOL, con espurias razones e innecesarios afanes, como por la puerta de atrás, como se hace con los ineptos y los pícaros, o se debería hacer, cuando menos, en un país donde, cada vez más, la experiencia y la honradez a toda prueba empiezan a ser condenables, mientras todos los días se destapan casos que superan en corrupción e indolencia al anterior.
Justicia a la medida
La Jurisdicción Especial para la Paz avanza en medio de un país en silencio. La clase política calla, atrapada en sus intereses; el empresariado calla, sometido al estigma extorsivo de ser enemigo de la paz, con imprevisibles consecuencias -sé por qué lo digo-; la academia calla inexplicablemente; y el colombiano de a pie, que nunca calla, está limitado a su reunión de amigos para “arreglar el país” y al espacio cada vez más distorsionado de las redes.
Contra el tiempo
Cuando el timonel se distrae, los riesgos van desde perder el rumbo hasta el naufragio. Venezuela se encuentra en este último predicamento, mientras nosotros estamos mejor -hay que reconocerlo-, pero la obsesión del timonel por la paz nos ha llevado al desgobierno en otros frentes y a perder el rumbo en el manejo económico.
¡Conejo!
Conejo le han puesto las Farc al Gobierno, del que se burlan con su actitud desafiante de aparecerse en el corregimiento del mismo nombre, allá, en la tierra grata y honesta del Cantor de Fonseca, rodeados de sus rambos -y rambas- armados hasta los dientes, con una dotación de ataque que envidiarían muchos de nuestros batallones.
¡No son parásitos!
En medio de los avatares de lo que representa enfrentar una entrevista, que a veces se convierte en una verdadera faena, hace unos días el ministro de Agricultura, quien también gusta de la fiesta brava, en su afán de construir frases y comparaciones ingeniosas terminó agraviando a un grupo humano -los empleados del Fondo Nacional del Ganado (FNG)- reconocido dentro de la institucionalidad agropecuaria por su idoneidad técnica y profesional.
Unhappy birthday
Tradúzcase “cumpleaños infeliz”, que no de otra forma puede calificarse la “fiesta de 15” del Plan Colombia, que se celebra en la Casa Blanca mientras escribo estas líneas, con muchos invitados que viajaron en 2 aviones fletados por nuestro austero Gobierno, incluidas nuestras Miss Universo -hasta dónde llega nuestra banalidad-, que posaron de gala para las secciones del espectáculo de nuestros reflexivos y sobrios noticieros.