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Foto: Grupo Chiavassa

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La historia del grupo Chiavassa, uno de los tambos argentinos más exitosos

Por - 01 de Marzo 2023


El Grupo Chiavassa es una empresa familiar en la provincia de Santa Fe, que se dedica a la producción de leche en un tambo de 1.300 vacas que dan 50 mil litros de leche por día. Con más de 35 años de experiencia, esta ganadería se ha convertido en un modelo para la región.    La historia de esta empresa está íntimamente ligada a la familia Chiavassa y al pueblo donde está ubicado el tambo, llamado Carlos Pellegrini, una comuna de poco más de 7.000 habitantes en el oeste argentino, que lleva el nombre de un expresidente.   Los inicios de esta ganadería se remontan casi un siglo atrás, cuando en el año 1924, Domingo Chiavassa, hijo de un inmigrante italiano, inició el ordeño de vacas en un pequeño predio. (Lea: Lanzan plan para bajar el precio de la leche en Argentina)   Su hijo Leonisio continuó su legado, contribuyendo a fortalecer las bases del establecimiento actual. En 1982, Carlos, nieto de Domingo, decidió administrar el tambo junto con sus 4 hijos, quienes conformaron el grupo empresarial que lleva su mismo apellido.   A partir de ese momento, empezó el proyecto que hoy se ha consolidado como una de las empresas lecheras más representativas no solamente en Argentina, sino en toda Latinoamérica. No obstante, su director Cristian Chiavassa sostuvo que no se consideran como un “modelo”.   “En lo que respecta a lechería, no creo que haya modelos, me parece cada propietario debe encontrar el sistema productivo que esté acorde a sus valores e ideales profesionales y personales, así como a la realidad que le toca vivir en la zona geográfica donde produce leche”, sostuvo.       Una ganadería de familia   De acuerdo con Chiavassa, la ganadería empezó su proceso de consolidación cuando su padre y sus 3 hermanos decidieron dejar de dividir terrenos y bovinos como lo hicieron las generaciones precedentes.   “Mi papá tuvo la visión de invitarnos a un proyecto familiar junto a mis hermanos y romper con una tradición bastante típica en Argentina que, sucesión tras sucesión, en vez de unirse o asociarse para hacer un proyecto más grande distinto, los hermanos se separan”, contó.   La familia está constituida por Carlos Chiavassa, su esposa Pini Poloni, y sus hijos Cristian, Cristóbal, Soledad y Rocío, que a su vez tienen sus parejas y sus hijos. Según Cristian, todos han contribuido al desarrollo y crecimiento de la empresa, desde sus estudios y sus experiencias.   Los 4 hermanos son licenciados en Administración de Empresas y Cristian quién asumió las riendas como director del grupo, contando con el apoyo de sus padres, mientras que la asesoría de sus hermanos y su inclinación hacia los números los llevó a darle un enfoque empresarial a la ganadería, una actividad que “generalmente tiene poca gestión económica”.   “Siempre vi a mi padre muy apasionado por lo que hacía y fue una oportunidad para mi desarrollo personal y profesional. Me dio la posibilidad de vivir en el pueblo donde nací, volver a almorzar todos los días con mi mujer y mis hijas, poder criarlas en un ambiente seguro, generar trabajo en la sociedad que me permitió formarme hasta el nivel secundario”, expresó.   Aunque sabe que el éxito no llega solo, atribuyó su caso a la casualidad: “Tiene que haber un poco de suerte, pues no tiene ningún sentido que cuando tus hijos no tienen interés de seguir en la empresa familiar, no es justo frustrar su vocación”.     Tecnología e innovación, parte del ADN de la familia Chiavassa   Además del manejo administrativo, otro factor que incidió en su desarrollo fue el interés de su padre por la tecnología y la innovación. En 1982, instaló un sistema de ordeño en espina de pescado con fosa subterránea, una novedad para la época.   Casi 30 años más tarde, implementaron uno de los primeros sistemas rotativos de ordeño en Argentina con 40 puestos, equipado con un sistema de identificación electrónica que consiste en un collar con un medidor de actividad y rumia.   “A partir de allí, vinieron proyectos en galpones para mejorar el bienestar animal y tecnología para ser más eficientes en todos los procesos, que a su vez nos permitieron un crecimiento del 10% anual durante 7 años y un aumento de la producción de 120% en solo 6 años”, puntualizó.   En efecto, el grupo Chiavassa pasó de ofrecer 5 millones de litros de leche cada año en 2009 a 12 millones de litros en 2015. (Lea: Productores lácteos argentinos regalan leche para alertar sobre crisis)   Venden la leche a Grido, la fábrica con mayor producción de Helados de América y la segunda a nivel mundial detrás de una compañía china, con 75 millones de kilos anuales y 1135 sucursales y franquicias en 5 países de Sudamérica. Otra parte la ofrecen a una fábrica de quesos del grupo Lactalis y a una fábrica local.   La ganadería trabaja en un terreno de 1.500 hectáreas, de las cuales 950 son propias y el resto están alquiladas. Están repartidas así: 450 destinadas para el cultivo de pasto, 650 para el cultivo de maíz y 400 a producción de alfalfa.   Este forraje lo cosechan y elaboran silos para alimentar a las vacas en mixer junto con concentrado. Las 1.300 vacas de raza Holstein están en un sistema totalmente estabulado en galpones con cama caliente o de compost, que don Carlos adaptó tras un viaje que hizo a Israel en 2011 cuando se dio cuenta de las ventajas que brinda en el manejo de los desechos y las moscas.   Así como implementaron el equipo de la “espina de pescado” que fue toda una innovación en la época, también han empleado diversas biotecnologías, como la inseminación artificial, que aplican desde hace 40 años, y que actualmente realizan con semen genómico.   “Hace 40 años, nadie inseminaba artificialmente, todos lo realizaban de forma natural con toro, y él (Carlos) ya lo hacía. O nadie usaba divisiones en la franja de pasturas para optimizar el consumo de alfalfa, así que llevamos en el ADN esa idea de tratar de mejorar, de innovar”, comentó.   Este afán de hacer las cosas distintas los llevó a utilizar un sistema de gerenciamiento con dispositivos colocados en las vacas para transmitir información, que manejan a través de una aplicación en el celular, y que les avisa de manera detallada lo que ocurre con cada animal a través de Internet.   Este software lo ha inspirado a dar charlas en varios países de Latinoamérica, donde su postulado principal se centra en invitar a los productores a utilizar tecnología en sus fincas de la misma manera que en sus vidas cotidianas.     “Es una app instalada en el teléfono que tiene ciertos indicadores o listas de aviso que permiten saber cuáles son las vacas que necesitan algún tratamiento o cuál es el comportamiento de un grupo de animales para ver dónde están los problemas como la caída de la rumia”, aclaró.     Proyecto de expansión   Si bien el éxito del grupo Chiavassa es evidente, el gerente no ocultó que están teniendo algunos inconvenientes, especialmente porque se quedaron sin terreno para continuar ampliando su producción. (Lea: Así se desarrolló el 5° Simposio de Empresarios Lecheros)   “Venimos creciendo al 20% anual. El problema que tenemos es que nos quedamos sin tierra, todo nuestro esquema productivo fue siempre optimizando esas 1.500 hectáreas con una sala en la cual comenzamos ordeñando 500 vacas, 6 horas por día, y hoy estamos con 1.300 ordeñando 21 horas por día. Estamos llegando a nuestro techo productivo en varios aspectos”, confesó.   En este sentido, la dificultad radica en que se necesita un modelo de negocio distinto y la financiación para apalancar un nuevo módulo desde ceros, con nuevas hectáreas, más los animales de cría y levante, la comida y la maquinaria.   Aun así, es un reto que está dispuesto a asumir: “Hay que desarrollar otras habilidades, buscar con quién asociarse o cómo conseguir financiamiento para ese nuevo módulo. Una vez que aprendiste a producir con 1.500 vacas, replicar el know how para hacerlo no es complicado, lo complicado son las cosas nuevas del negocio”.

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