Bravura de los toros de lidia no se mide solo por los genes
Foto: David Calero Quintero. Periódico UNAL

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Bravura de los toros de lidia no se mide solo por los genes

Por - 20 de Julio 2022

Con nuevo método, la valoración se hace más precisa, en razón a las categorías asignadas a cada una de las características incluidas en las variables.


Con nuevo método, la valoración se hace más precisa, en razón a las categorías asignadas a cada una de las características incluidas en las variables.

La bravura de los toros de lidia, que es la condición que los hace aptos para las corridas y otros controvertidos espectáculos taurinos, no depende solo de factores genéticos sino también de otros como el sexo, el peso al momento de la lidia, el coeficiente de consanguinidad, el lugar y tipo de faena –tienta, novillada picada o sin picar–, el torero, el picador y las veces que acude el animal al encuentro con el caballo.

Un estudio sobre la etología –o comportamiento– de estos animales, realizado en la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Palmira utilizando el software DeLidia, especialmente creado para tal fin, mostró hasta dónde han variado las características físicas y conductuales (fenotípicas) de los toros de lidia, para lo cual se analizaron 1.720 animales –933 hembras y 787 machos– en un periodo de 40 años.

Se trata de ejemplares de la ganadería colombiana Ernesto González Caicedo, de encaste –subraza– Santacoloma, en Popayán (Cauca), una de las más reconocidas del país y hoy está a cargo de María Fernanda González.

Dicho análisis, que contó con el apoyo de los grupos de Investigación Hartón, Diversidad Biológica y del Toro de Lidia, de la Sede Palmira, fue premiado por la Asociación de Veterinarios Especialistas Taurinos de España como “Mejor trabajo de investigación en toros de lidia” de 2021, dada su rigurorisdad y nivel de detalle. Para ello, se realizaron varias ecuaciones por medio de las cuales valoraron de manera cuantitativa las principales características –denominadas unidades comportamentales– de esta especie.

“Hasta ahora la valoración de las distintas particularidades que influyen en la bravura se hacía a ‘ojo de buen ganadero’, de manera que los dueños de estas ganaderías se volvían expertos en calificar los atributos de sus ejemplares, aunque en forma muy subjetiva”, advierte el profesor David Calero Quintero, autor principal de la investigación.

Por su parte el veterinario Daniel Bartolomé, del Centro de Investigación del Toro de Lidia de Castilla y León y veterinario de las Plazas de Toros de Salamanca y Zamor, y quien forma parte del equipo autor del estudio, explica que “aunque recientemente se han comenzado a medir aspectos morfológicos –como la longitud de los pitones y la altura– con propósitos de selección, su comportamiento es el principal factor de valoración pues en él se refleja la imponencia de estos animales, considerados como de una metarraza –raza de razas– de la especie Bos taurus, porque tiene muchas variantes entre sus encastes”.

Con el nuevo método, esta valoración se hace mucho más precisa, gracias a las categorías asignadas a cada una de las características incluidas en las variables, para lo cual se diseñó un etograma que cuantifica el comportamiento de los animales.

De la fijeza hasta humillar del toro de lídia

En primer lugar, las particularidades contemplan la fijeza, es decir que desde el momento en que salta al ruedo, el toro no se distraiga, sino que esté pendiente solo del torero o de quien esté parado frente a él –el caballo del picador, por ejemplo–, y además la intensidad con que concentra su mirada en el capote o la muleta.

La distancia de arrancada es otra condición con la cual se mide la bravura. El profesor Calero explica que, como la plaza de tientas tiene 32 m de diámetro, se espera que, desde el centro, el animal acuda de una distancia de 15 m o mayor, que es donde se encuentra situado, cuando lo ponen ante el caballo de picar, que está en un extremo próximo a las tablas.

“Esta distancia puede acortarse cuando el toro no acude desde ella, aunque también puede suponer un riesgo mayor para el torero, quien debe resistir el impulso que lleva el animal”.

La prontitud, otra de las variables cuantificadas mediante ecuaciones automatizadas, consiste en que a cualquier distancia que sea puesto, el animal acuda de inmediato al llamado del torero o del picador.

El modo de recargar se entiende como la forma en que el animal embiste al caballo del picador, cómo empuja, si mete la cabeza abajo, si está en posición perpendicular al cuerpo de este o si se recuesta en él, o si hace palanca intentando echarse el caballo a los lomos, que es lo que en el argot taurino se conoce como “romanear”.

La ausencia de dolor al sentir la puya o las banderillas también le suma valor a la bravura de los toros, a lo cual se agrega el grado de encelamiento, que es la actitud que asume el animal al pelear con el caballo, dándole mayor nota cuando no quiere salir del peto, lo que muchas veces obliga a echarle mano de la cola para sacarlo del caballo.

El recorrido, entre tanto, es una de las características más importantes para el torero, porque es la longitud de la embestida. Al respecto, el profesor Calero explica que “algunos se pueden quedar en la mitad y buscar el cuerpo del lidiador, cuando lo que se busca es que tenga una trayectoria más larga, yendo hasta donde le marque el brazo del torero, permitiéndole lucirse con su faena”.

Humillar es otra de las variables contempladas en el software, que se encuentra en proceso de perfeccionamiento para solicitar patente de invención. Aquí se trata de llevar la cara del toro lo más baja posible al embestir, de modo que prácticamente arrastre el hocico por la arena.

El acto de repetir la embestida sin tener que volver a llamarlo o provocarlo se suma a las variables que se cuantifican, al igual que el tipo de embestida, que hace alusión al grado de vivacidad de esta, o la alegría, como la denominan los taurinos.

“Es esa emoción al embestir, la sensación de poderío y riesgo que transmite el animal”, detalla el investigador Calero, quien ha centrado su área de estudio de grado, maestría y doctorado en el estudio genético del comportamiento del toro de lidia. Su afición comenzó desde muy joven, cuando se convirtió en novillero profesional.

En las ecuaciones creadas para medir la bravura de los toros también se incluyen el fondo, que hace referencia a la duración del animal, conservando las características deseables en su comportamiento. “Se dan situaciones en las que, aunque el torero insista, el toro se aburre pronto y se quiere ir”, comenta el investigador. La fuerza otorga mayor puntaje cuando el toro no blandea, doblando sus pezuñas, no pierde las manos ni manifiesta ningún tipo de caída durante la lidia.

Por último, la metodología incluye la variable “ausencia de defectos”, que hace referencia a otras características negativas de comportamiento que se pueden presentar, como escarbar o recular.

Trabajo progresivo para analizar la bravura de los toros de lidia

Con el software, que se empezó a diseñar en 2005, se le dio una categoría a cada característica que antes eran cualitativas. “Nos ingeniamos la forma de pasarlas a variables continuas o cuantitativas, es decir, que permiten tomar cualquier valor intermedio entre 0 y 5. Estos valores individuales generan una calificación total de bravura, que es la que se utiliza en mejoramiento genético”, menciona el investigador, quien destaca el trabajo informático desarrollado por el profesor José Reinel Uribe.

El profesor Jaime Eduardo Muñoz explica que “la metodología se constituye en una valiosa herramienta para adelantar procesos de mejoramiento genético, cuyo obstáculo radica, precisamente, en la falta de información”.

Destaca que, en ese sentido, con un programa de estas características, por ejemplo, “si tengo un semental que me empieza a dar hijos que llevan la cara alta puedo tener herramientas para hacer mejoramiento genético en esa característica”.

Aunque la cuantificación mostró valores globales cercanos a los que toman los dueños de las ganaderías de forma subjetiva, los investigadores indicaron que esta propuesta metodológica se puede aplicar a otras especies domésticas con características de comportamiento interesantes, como los caballos de paso fino o de carreras, o en el adiestramiento de perros.

Los investigadores resaltan la importancia de realizar otros estudios que permitan llegar a identificar genes de resistencia y calidad de esta metarraza, como los que se vienen haciendo en ganado hartón del Valle desde el programa de diversidad biológica que dirige el profesor Muñoz y que ha permitido identificar genes de resistencia al peligroso virus que produce la leucosis bovina.

Pese a los movimientos antitaurinos, estos animales siguen saliendo al ruedo en España, Francia, Portugal, Estados Unidos, México, Venezuela, Ecuador y Perú, según lo advierte el profesor Bartolomé, quien señala que en estos países las corridas y demás festejos taurinos representan el único uso que se le da a los toros de lidia, algo similar a lo que ocurre en Colombia.

Tomado de Periódico UNAL

María Luzdary Ayala Villamilperiodista Periódico UNAL

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