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Recomendaciones para un adecuado establecimiento de pasturas

Por - 30 de Agosto 2021

El establecimiento de pasturas es una de las actividades de mayor riesgo en ganadería, debido a factores abióticos como lluvia, temperatura, luminosidad y viento, que difícilmente pueden ser controlados.


El establecimiento de pasturas es una de las actividades de mayor riesgo en ganadería, debido a factores abióticos como lluvia, temperatura, luminosidad y viento, que difícilmente pueden ser controlados.

También se encuentran los factores bióticos, como insectos, hongos, bacterias y nemátodos, que afectan las pasturas pero pueden ser manejables si se escogen genotipos adaptados y se les brinda un adecuado manejo. Para esto, es fundamental conocer las características de fertilidad, caracterización y análisis físico del suelo donde se va a trabajar.

De acuerdo con Agrosavia se recomienda hacer una evaluación de la topografía y del drenaje presentes en el terreno antes del proceso de implementación de la pastura. De esta forma, se logrará un diagnóstico que permita una toma de decisiones acertada en el uso y manejo de fertilizantes.

El proceso de toma de decisiones que el productor debe hacer cuando proyecta realizar todo el proceso de establecimiento y el manejo de una nueva variedad forrajera requiere acompañamiento u orientación técnica de personas especializadas en el tema, ya que es una actividad de alta inversión y altos niveles de riesgo. (Lea: Establecimiento de la pastura, clave para el desarrollo ganadero)

Normalmente los productores buscan asesoría en el componente de salud animal y reproducción, pero muy poco respecto al establecimiento y manejo de pasturas, siendo estas actividades la base de la alimentación animal y las cuales influyen directamente sobre la salud y la reproducción. El uso de buenas pasturas y el adecuado empleo de estas se reflejan en animales sanos, con parámetros reproductivos apropiados y buenos niveles de producción de carne y leche, señaló la entidad investigativa.

La gramínea forrajera o pasto debe representar alrededor del 65-70 % del forraje de la pradera, lo restante está conformado por leguminosas nativas, árboles, arbustos o arvenses. Para su escogencia, se realiza un filtro operativo que permita la selección de las especies que mejor comportamiento presenten, de acuerdo con las condiciones de la región, la finca y el lote en particular por establecer.

Para esto, se utilizan algunos parámetros que debe cumplir la pastura, como tolerancia a la sequía lo cual es de gran importancia ya que en muchas regiones se presentan épocas secas que van de 4 a 6 meses, tiempo durante el cual los indicadores productivos se reducen drásticamente. Lo que se busca es que la pastura sea más eficiente en la utilización del agua; que su caída en la producción de forraje no sea tan drástica, como ocurre con materiales susceptibles. Entre los materiales tolerantes se encuentran las guineas como Megathyrsus maximus cv. Agrosavia Sabanera, Mombasa, Tanzania, Zuri, Aruara, entre otras. También están la Estrella y los cultivares Tifton (68 y 85), entre las Brachiarias se encuentran la humidicola, dictyoneura, Tupi, Toledo o Xaraes, Piatá, Paiaguás, decumbens y los híbridos Mulato II y Mavuno.

Así mismo, recomienda Agrosavia, se deben identificar y seleccionar materiales que no florezcan demasiado en la época seca, con el fin de tener pasturas con aceptable calidad nutricional y, además que sea posible identificar de una mejor forma el momento cuando se deben ingresar los animales a pastorear. En pasturas como Angleton y Colosuana o Kikuyina, es muy difícil identificar ese momento en la época seca, debido a su alto florecimiento. (Lea: Un manejo integrado entre las pasturas y el animal)

Otro factor importante es la tolerancia al exceso de humedad interna del suelo, lo cual es otra condición que requiere pasturas específicas para estas zonas. Adicionalmente, la especie bovina también es afectada por exceso de humedad en el suelo.

Igualmente se requiere tolerancia a la sombra lo cual es fundamental para el tránsito de la ganadería hacia sistemas silvopastoriles. Los árboles y los arbustos son actores principales por los beneficios que aportan al sistema como brindar sombra para un mejor confort y bienestar animal, principalmente durante la época seca; ayudan a mantener la humedad del suelo; mejoran la fertilidad y biología del suelo a través del reciclaje de nutrientes y la simbiosis que realizan con los microrganismos; capturan carbono; aumentan la biodiversidad; entre otros aspectos.

Un animal adulto en promedio requiere entre 3 y 4 metros cuadrados de sombra; por lo tanto, si se maneja un lote de 50 animales, cada potrero o franja para pastorear debe tener de 150 a 200 m2 de sombra. De las pasturas tropicales, las guineas como Agrosavia Sabanera presentan la mayor tolerancia a la sombra. Un buen desarrollo de esta gramínea forrajera se da entre el 40 % y 50 % de sombra; sin embargo, esta distribución de sombra tiene que estar formada por arbóreas y arbustivas cuyas copas permitan el paso de luz, por ejemplo: campano (Albizia saman), orejero (Enterolobium cyclocarpum), guácimo (Guazuma ulmifolia), caña fistula (Cassia grandis) y Gliricidia sepium.

Para el establecimiento de la pastura, lo ideal es no perturbar el suelo con el uso excesivo de maquinaria. Si el suelo presenta alto grado de compactación, muy común en suelos que han estado en ganadería extensiva por muchos años o suelos que han sido preparados año tras año con arados de disco, puede utilizarse en ellos el arado de cincel, que permite llevar a cabo la labranza de forma vertical. (Lea: ¿Sabe usted en qué consiste la relación 70/30 en establecimiento de pasturas?)

La orientación del pase de cincel debe ser acorde con la topografía y las condiciones de drenaje del lote. Si el drenaje es deficiente, la orientación tendrá que ser hacia los canales de drenaje, para que los excesos de agua salgan rápidamente. Si el lote es muy seco, irá perpendicular o en sentido contrario a la pendiente, para que el agua que caiga sea retenida en una mayor proporción.

Cuando el suelo no presenta problemas de compactación o estos son mínimos, se puede realizar la técnica de labranza cero o labranza reducida. Con esta técnica la perturbación del suelo se reduce únicamente a las operaciones de siembra y movimiento, donde el control de forraje o arvense que tenga el potrero se realiza por medio de cortamalezas, guadaña, machete o pastoreo de animales, de tal forma que quede lo más homogéneo y bajo posible, para luego hacer la respectiva siembra.

La siembra puede hacerse con semilla sexual o asexual (vegetativa); en cualquiera de los dos casos, es fundamental que las semillas sean de muy buena calidad.

Variables como la vigorosidad, la resistencia a plagas y enfermedades son importantes en este proceso de selección de las plantas. De algunas plantas del lote se sacan macollas, se individualizan, se cortan de un tamaño de 20 a 25 cm y una vez se saca la semilla se siembra en el menor tiempo posible. Se utiliza una distancia de siembra de 50 cm entre surcos y 50 cm entre plantas.

El productor realiza la prueba de germinación, que consiste en colocar en un sustrato húmedo varios grupos (3 a 5) de 100 semillas para que germinen y alcancen un nivel de desarrollo. De esta manera, se puede evaluar el porcentaje de semillas que germinan y determinar si cumplen con los parámetros establecidos para la siembra. (Lea: Siga estos 9 pasos en el protocolo de establecimiento de praderas)

La siembra se puede hacer de forma manual, con boleadora accionada por tractor, con boleadora manual, sembradora para granos, motores de espalda o sembradora para siembra directa de cultivos densos.

La pastura en pastoreo resiste cargas de 2 a 4 animales por hectárea, manejada con un sistema rotacional (pastoreo racional voisin, pastoreo ultra alta densidad, pastoreo racional), donde el periodo de ocupación debe ser lo mínimo posible. Pueden ser horas haciendo varios movimientos al día, de un día o máximo tres días, y el periodo de descanso debe ser cuando la planta inicie su floración, que es alrededor de los 18-25 días, dependiendo de la zona, la profundidad de pastoreo, la época, entre otras.

Después del pastoreo queda un remanente de 10 a 15 cm de altura, para que haya una rápida recuperación de la pastura. Para obtener la máxima productividad por hectárea, es fundamental determinar para cada finca cuál es la mejor combinación de carga con ganancia individual de los animales.

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