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Retención placentaria en vacas, un problema al que se le debe prestar atención

Por - 30 de Septiembre 2021

La retención placentaria (RP) en vacas tiene consecuencias relacionadas directamente con la disminución de la eficiencia reproductiva y de ahí la importancia de un adecuado tratamiento.


La retención placentaria (RP) en vacas tiene consecuencias relacionadas directamente con la disminución de la eficiencia reproductiva y de ahí la importancia de un adecuado tratamiento.

Las consecuencias de la retención placentaria son graves para la economía del ganadero, sobre todo por las pérdidas económicas que pueden provocar en la producción de leche (40 %), servicios veterinarios (19 %) y aumento del intervalo entre partos (9 %).

Se sabe que el 60 % de las vacas con RP presentan pérdida de apetito, la involución uterina se retrasa en promedio más de diez días y la presentación del estro de 17 a 19 días. Aumenta en un 15 % el número de inseminaciones por concepción, la tasa de concepción disminuye entre un 11 % y 19 %, crece la tasa de reposición por causas reproductivas entre un 5 % y un 10 %, aumentan los días abiertos entre 26 y 31 días.

Así lo plantea un trabajo de Alejandro Córdova Izquierdo, Médico Veterinario y Zootecnista de la Universidad Autónoma Metropolitana de México, donde señala que la retención placentaria representa uno de los principales problemas reproductivos que puede estar presente en las Unidades de Producción Animal (UPA) de ganado bovino, tanto especializados en la producción de leche como los dedicados a la producción de carne y doble propósito. Además, los parámetros o indicadores reproductivos son afectados severamente, tales como intervalo entre partos y los días abiertos. (Lea: ¿Qué tipos de tratamientos existen para la retención de placenta?)

En el caso de los días abiertos, este parámetro contempla el concepto de días vacíos y corresponde al tiempo promedio que va desde el parto más reciente hasta la fecha de servicio en que se consigue la siguiente preñez confirmada. Su aumento provoca la reducción de la rentabilidad en vacas, al representar un aumento en los costos de reproducción desecho temprano de los animales y reducción de la producción de leche.

Dentro de los factores intrínsecos predisponentes para afectar este parámetro se pueden incluir los aspectos fisiológicos que afectan el reinicio de la actividad ovárica, tales como la involución del útero y la recuperación del eje hipotálamo-hipófisis-ovario, la raza, la genética de alta producción láctea y el parto gemelar.

Por otro lado, los factores intrínsecos facilitadores corresponden a los principales problemas posparto, tales como el balance energético negativo, cojeras, retención de membranas fetales, las infecciones uterinas y la mastitis.

Hay un error inherente asociado a este parámetro, al igual que sucede con el intervalo entre partos y es que su cálculo se basa solo en vacas gestantes que permanecen en el hato y no considera a las fallas reproductivas ni las vacas sin servicio. Es decir, al evaluar dos establos se puede encontrar intervalo entre partos semejantes, pero sus tasas de desecho muy diferentes ya que uno de ellos puede estar eliminando animales con problemas reproductivos en un alto porcentaje.

Un hato bien manejado puede considerar como meta razonable 90 a 110 días abiertos. Esto significaría llegar a un intervalo entre partos de 12,2 a 12,8 meses. Días abiertos es el tiempo transcurrido desde el parto hasta que se da el primer servicio, lo ideal es que este indicador no sea mayor de 85 días. Las causas más comunes por las que se alarga, son las infecciones uterinas que ocasionan retraso en la involución uterina y por la mala detección del estro. Se recomienda iniciar la monta o inseminación artificial después de los 45 días del parto y lo ideal sería lograr la preñez 80 días después del parto para que sumados a los 285 días que en promedio dura la gestación, se tengan periodos de intervalos entre partos de 365 días. (Lea: Aprenda sobre prevención y tratamiento de retención de placenta)

De acuerdo con el profesional, las membranas fetales retenidas solas tienen pocos efectos sobre la fertilidad futura, sin embargo, los problemas vienen cuando están acompañadas de metritis.

Existen diferentes estrategias para el tratamiento de RP en vacas como la extracción manual de las membranas fetales, administración intrauterina o sistémica de antibióticos y el uso de medicamentos o de enzimas.

La remoción manual de las membranas fetales ha sido discutida durante muchos años ya que causa trauma de la mucosa del útero, contaminación bacteriana, alteración de la defensa celular intrauterina seguida de una invasión facilitada de bacterias en los tejidos uterinos, y carece de evidencia de la eficacia del tratamiento. Se recomienda tomar como primera medida el colgar pesos de aproximadamente medio kilogramo en la porción saliente de la placenta para ejercer una tracción constante y, de esta forma lograr el desprendimiento sea paulatino (Córdova et al., 2020).

Otro método es la aplicación intrauterina de bolos antibióticos que tiene como objetivo reducir la carga de bacterias patógenas y aumentar la higiene de la sala y la comodidad de los ordeñadores, perturbada por la descarga fétida y el olor posterior, aunque esta práctica deja residuos en la leche.

En cuanto al tratamiento con fármacos: algunos de los más utilizados en esta patología son: Tetraciclinas: 4-6 g de tetraciclina en intervalos de dos a tres días adicionando 4mg de prostaglandina F2 alfa-análoga intramuscular en cada tratamiento local; Oxitetraciclina: 2-3g de oxitetraciclina en intervalos de dos a tres días adicionando 4mg de prostaglandina F2 alfa-análoga intramuscular en cada día de tratamiento local; Benzilpenicilina: 10,000-20,000 de benzilpenicilina, entre otros. (Lea: Placenta retenida, un trastorno que produce grandes pérdidas)

Una alternativa más es aplicar calcio en forma intravenosa, un reconstituyente mineralizante con 500ml de dextrosa al 50 % y borogluconato de calcio al 27 % entre otros minerales. Existe una asociación muy fuerte entre la retención placentaria y la hipocalcemia subclínica, afectando la hipocalcemia el metabolismo de los leucocitos y la capacidad migratoria de los neutrófilos, lo cual determina un menor número de estos en los placentomas y por consiguiente, una menor cantidad de enzimas proteolíticas disponibles para la digestión de la unión materno fetal.

Lo más sensato es intervenir alrededor de las 24 horas después del parto; sin embargo, cada caso tendrá que ser considerado de forma individual. Lo más importante en el tratamiento es regresar el tracto reproductivo de la vaca a su estado normal lo más rápido posible. No obstante, es necesario siempre proceder con prudencia y delicadeza. El objetivo del tratamiento es que el animal expulse el tejido retenido y combatir las posibles infecciones. Para obtener una respuesta efectiva al tratamiento, éste debe ser de acuerdo a la sensibilidad del agente etiológico causal.

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