degradación de pastos ganadería
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Recuperar pastos degradados, desafío crucial para la ganadería

Por - 22 de Octubre 2014

Al lado izquierdo del camino las vacas pastan con dificultad una hierba amarillenta, salpicada de nidos de termitas. Al otro lado los cuernos del ganado desaparecen bajo un fresco pasto verde. "¿Ves la diferencia? Yo he restaurado mis pastos degradados, mi vecino, no", se entusiasma Eire Enio de Freitas.


Al lado izquierdo del camino las vacas pastan con dificultad una hierba amarillenta, salpicada de nidos de termitas. Al otro lado los cuernos del ganado desaparecen bajo un fresco pasto verde. "¿Ves la diferencia? Yo he restaurado mis pastos degradados, mi vecino, no", se entusiasma Eire Enio de Freitas.

Dueño de 1.200 cabezas de ganado en el estado brasileño de Minas Gerais (sureste), este ganadero había visto como sus tierras se agotaban año a año. "Conseguí un buen crédito para plantar soja, después sorgo. Eso ha enriquecido el suelo, es más nutritivo. Ahora mis animales producen 3 veces más carne y 20% más de leche", afirma. (Lea: Con labranza mínima se recuperan pasturas degradadas)

Con 211 millones de cabezas bovinas en 2012, Brasil posee el mayor rebaño del planeta. De él, más del 95 % se cría al aire libre, en praderas que ocupan 152 millones de hectáreas, la extensión de Mongolia. Pero la erosión y el agotamiento del suelo amenaza la rentabilidad del sector. Un estudio del Ministerio de Agricultura reveló que el 47,2 % de esos suelos están en proceso de degradación.

El triángulo ganado-agricultura-bosque es uno de los pilares del plan nacional de recuperación de pasturas degradadas en Brasil.

Compitiendo con soja y caña de azúcar

"Si no recuperamos estas tierras, la ganadería no conseguirá competir con la soja o la caña de azúcar", afirma Sidney Medeiros, responsable del programa de Agricultura de Bajo Carbono, ABC del Gobierno. 

En un jeep con los colores del programa ABC, el responsable recorre el Brasil rural para convencer a los ganaderos de que deben cambiar sus prácticas. "Pueden financiar sus proyectos a tasas de un 5 % al año, en vez del 9 % cobrado por el mercado tradicional", expresa. En la edad de oro de la expansión agropecuaria de Brasil, los ganaderos abandonaban las pasturas degradadas y se trasladaban a nuevas tierras que eran deforestadas para producir más pasturas. "Hoy la legislación, que lucha contra la deforestación, lo impide. El camino es mejorar la productividad de las pasturas", continúa el técnico.  

Como Enio de Freitas, más de 20 mil agricultores han tomado créditos por 6.700 millones de reales (USD2.700 millones) en 4 años. "Cuando la tierra está muy desgastada, necesita de productos que cuestan caro. Si plantas maíz, o soja, la recuperación del suelo es gratis", explica el ganadero en su plantación de sorgo.  

Un plan con poca ambición

Con una ganadería más productiva y por tanto menos nociva al medio ambiente, y la plantación de grandes áreas de árboles para mejorar esa producción integrada, el país espera mejorar su imagen medioambiental. 

"El Plan ABC contribuye a la reducción de las emisiones de CO2 de la agricultura y la ganadería, ayudando a Brasil a cumplir su promesa (de 2009) de reducir entre 36 y 39 % sus emisiones de gases de efecto invernadero, hasta 2020", señala el Ministerio de Agricultura en un comunicado. "El programa está bien pensado, pero le falta ambición", reclama sin embargo Marina Piatto, del Instituto Imaflora, que destaca que este plan representa apenas 3 % del total de las ayudas gubernamentales al agronegocio.  (Lea: Antioquia busca transformar suelos degradados en productivos)

Burocracia, falta de información y reticencia de los ganaderos a nuevas prácticas complican la expansión del proyecto. "Lo más problemático es la ausencia de instrumentos para evaluar su impacto real en la absorción de carbono", reclama Piatto.

En 2012, la agricultura brasileña emitió el equivalente a 440 millones de toneladas de CO2, según el sistema de evaluación de las emisiones SEEG (sistema de evaluación de las emisiones de gases de efecto invernadero). La cifra supera las emisiones totales de Francia, que sumó 361 millones de toneladas en 2010, según el Banco Mundial. 

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