Gabriela Vargas (d) y Elias Cattan (I) en su huerta orgánica sobre un techo de un edificio en México  © AFP Pedro Pardo

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Una revolución verde irrumpe en techos y balcones de México DF

Por - 16 de Noviembre 2012

MÉXICO (AFP) - Una revolución verde ha irrumpido entre la jungla de concreto y automóviles de la caótica y contaminada capital mexicana, alguna vez llamada "Makesicko City" (ciudad que te enferma) por el escritor Carlos Fuentes (1928-2012).


Un creciente número de capitalinos desafía el caos urbano en que viven 20 millones de personas y circulan cuatro millones de vehículos, al plantar vegetales en los techos de sus casas y árboles donde alguna vez hubo edificios, además de trasladarse en bicicleta o taxis eléctricos.

"Es nuestro voto por el medio ambiente", comenta a la AFP el arquitecto Elías Cattan, de 33 años, mientras muestra lechugas, cebollas y chiles sembradas dentro de viejos neumáticos en el balcón de su oficina, en un antiguo edificio de cinco pisos del barrio chic de La Condesa.

"Es una ventana hacia el futuro y es importantísimo que nos reconectamos con la tierra", comenta mientras gotas de lluvia caen sobre los brotes de su huerto urbano.

Al igual que un creciente número de "chilangos", como se conoce a los habitantes de Ciudad de México, ubicada 2.240 metros sobre el nivel del mar, Cattan se traslada a su trabajo en bicicleta, en medio de una enorme masa de automóviles a menudo atorados en gigantescos nudos vehiculares.

Hace 20 años, Ciudad de México fue declarada por la ONU como la urbe más contaminada del mundo. Fuentes evocó una lluvia negra y ácida en su novela Cristóbal Nonato. El aire llegó a estar tan contaminado que hubo reportes de aves que cayeron desfallecidas.

A pesar que aún registra alta contaminación, la capital ha logrado caer por debajo del décimo lugar de esa lista negra gracias a regulaciones sobre las emisiones contaminantes de autos y el cierre de fábricas, pero también porque otras urbes del mundo aumentaron su polución.

La alcaldía, en manos de la izquierda desde 1997, ha implementado un "plan verde" para limpiar a la ciudad, pero en muchos casos son los ciudadanos quienes emprenden hábitos más amigables con el medio ambiente.

Las autoridades plantaron medio millón de plantas por toda la ciudad, ampliaron un programa de préstamo de bicicletas, construyeron una nueva línea de metro y crearon rutas de autobuses eléctricos o a gas natural.

Los automóviles con más de ocho años de antigüedad están obligados a no circular un día a la semana.

En la zona centro, abundan los bicitaxis y a partir de este año circulan taxis cero emisiones que funcionan con electricidad y se recargan en estaciones cuya energía es 25% solar.

Cristóbal Reynoso, conductor de uno de esos taxis, comenta que los usuarios se dan cuenta de que están en un vehículo eléctrico sólo después de abordarlo.

"Cuando les indicas que es eléctrico, que no usa gasolina, ni aceite, ni anti-congelante y tampoco trae tubo de escape, es emocionante, porque dicen: '¡No contaminamos!'", explica.

Otros ciudadanos también hacen su parte al tirar la basura. El primer domingo de cada mes en el Bosque de Chapultepec intercambian deshechos reciclables --botellas de plástico, papel, cartón-- por verduras y vegetales que se cultivan en la capital, como tomates, maíz o nopal.

Para alentar los huertos urbanos, la alcaldía y organismos privados ofrecen asesoría gratuita e incluso semillas y tierra. "Es fácil, divertido y barato", comenta Liliana Balcázar al subrayar que cultivar vegetales también contribuye a la salud en un país con

un grave problema de obesidad.

Cattan es apoyado en su huerto urbano por Gabriela Vargas, una ex fotógrafa de 43 años cuya pasión surgió hace 12 años, cuando plantó vegetales en su balcón para obtener alimentos más sabrosos y saludables para su hija.

"Cuando empecé hace 12 años, era la loca sembrando lechuga en su departamento. Ahora es muy común", explica Vargas, directora del proyecto Cultiva Ciudad, que asesora a ciudadanos, escuelas e instituciones.

Vargas es ambiciosa y tiene un nuevo proyecto para llenar la ciudad de frutales. El año pasado, su organización donó 6.000 árboles a varias zonas de la ciudad.

Su nuevo proyecto es un huerto con árboles de manzana, durazno y guayaba. La alcaldía le facilitó 1.650 metros cuadrados que antes ocupaba un edificio afectado por el terremoto de 1985 y derribado en 1990.

Pese a que la ciudad es cada vez más verde, la contaminación aún es visible y oculta a menudo las montañas que rodean la urbe. El nivel de monóxido de carbono disminuyó 90% en 20 años, pero persisten el ozono y las partículas suspendidas.

"La buena noticia es que la tendencia de los últimos diez años es una disminución consistente. Si mantenemos la tendencia, en 10 años casi estará resuelto el problema de contaminación", asegura Armando Retama, director del sistema de monitoreo de la calidad del aire de la ciudad.

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