Ganaderos del Huila solicitan apoyo urgente al Gobierno Nacional tras devastadores incendios forestales
PorCONtexto ganadero-08 de Octubre 2024
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Por - 19 de Octubre 2020
Producir leche en Argentina se ha convertido en una misión casi imposible en los últimos 20 años.
La salida de la convertibilidad ya había sido traumática para un sector en el cual, como dicen los productores, las vacas comen dólares y producen pesos. A partir de ese momento, retenciones a las exportaciones, control de precios, regulaciones, permisos de exportación, precios “sugeridos” y de “corte” fueron algunos de los obstáculos con los que tuvieron que aprender a convivir los que siguieron en la actividad. (Crónica: Así transformé mi ganadería a lechería sostenible y diversifiqué con agroturismo)
La coyuntura encuentra a los hatos en un proceso de crecimiento de la producción, pero con precios en alza para los granos (el insumo clave para la alimentación) y una devaluación en cuentagotas que erosionan cada vez más los números.
Sobre este escenario complejo, Gabriel Terreno se esfuerza para hacer de El Duraznito, un establecimiento lechero en la cuenca de Sacanta con 260 hectáreas alquiladas y una producción de 13 000 litros por hectárea por año, una fábrica de leche de alta eficiencia.
De la mano de la automatización de los procesos y de un manejo precoz de la reproducción (las novillas entran en servicio a los 12 meses), Terreno hace de la lechería un negocio rentable. “La eficiencia es el objetivo principal. Le pongo muchas fichas a esto porque lo considero estratégico”, destacó el productor a Agrovoz. (Reportaje: Así funciona Manuka, la lechería a pastoreo más grande de Latinoamérica)
Intensivo
Desde hace 12 años, Terreno tiene todas las vacas encerradas en corrales bajo un sistema dry lots. “Copié todo de Estados Unidos, donde el modelo consiste en que en el campo se produce el forraje y los granos y expeller se los compra para convertirlos en leche”, justifica.
Con 400 vacas totales, la empresa tiene toda la alimentación automatizada, para que cada componente de la dieta sea en la cantidad justa y requerida por el animal.
“Consideramos que cargar el mixer por encima de lo que dice la composición de la dieta es malgastar la plata y no ser eficientes en la producción”, reconoció. (Lea: 5 consejos para desarrollar una lechería especializada en Colombia)
En los últimos 10 años, la productividad de El Duraznito creció 140 %. En 2010 entregó de 1,4 millones de litros anuales y este año proyecta cerrar en 3,4 millones de litros. En 2017, el predio tenía 300 vacas totales y para el año próximo la idea es saltar a 500. “Aspirábamos en 2020 a tener 470 vacas, pero el año fue complicado por el verano y eso nos llevó a descartar vientres que no fueran productivos”, indicó.
De acuerdo con el programa reproductivo que sigue el establecimiento, toda vaca que en su vida útil (desde el primer día que parió e incluidos los periodos como vaca seca) da menos de 14 litros diarios sale de producción.
A partir de la incorporación de un sistema electrónico online en dos mixers verticales, equipados con balanzas también adaptadas al sistema, el productor sabe cuánto debe suministrar y cuánto efectivamente consume cada animal. (Lea: ¿Cómo producir 20 litros de leche por vaca en Colombia?)
Todo medido
Terreno afirma que hay tres clases de dieta: la que dice el nutricionista, la que quiere el productor y la que termina haciendo el “mixero”. “Lo que hicimos fue unificar todo en una. Lo que dice el nutricionista es lo que se carga en el mixer para conformar la TMR (ración totalmente mezclada, según sus siglas en inglés)”, asegura.
El mismo sistema de recolección de la información está en los tanques de frío para monitorear de manera remota el volumen de litros de leche producido. “Nos permite controlar la cantidad de animales ordeñados, con la cantidad de kilos de alimento suministrado y la leche producida”, reveló Terreno. La tecnología también es útil para conocer la cantidad de alimento disponible en la planta de silo y el tiempo de mezclado de los ingredientes.
El sistema, que almacena la información en un chip de celular, hizo punta en El Duraznito y ya está funcionando en otros tambos de la zona. (Lea: La historia detrás de una “Super Vaca”)
Fuente: Alejandro Rollán – Agrovoz.
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