Los Pirella
Foto: El Clarín.

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Una rueda que gira todo el año

Por - 09 de Noviembre 2015


Los Pierella, en el sur de Santa Fe, Argentina, y en plena zona núcleo, tienen un planteo intensificado de agricultura y ganadería sobre la misma superficie. Con este manejo ajustado tienen flexibilidad y reducen los riesgos en tiempos difíciles.   ¿Es posible pensar, con el contexto actual, en una ganadería y una agricultura eficiente, en la misma superficie y en el centro de la zona núcleo? Sí, lo es. (Crónica: La difícil vida de los vegetarianos en Uruguay)   Y así lo demuestra la complementariedad precisa y estacional que hace la familia Pierella, en la localidad de Cafferata, en el sur de Santa Fe (Argentina). Esta empresa mediana y familiar no subordinó la agricultura a la ganadería, o viceversa, como normalmente se planifica, sino que ellos en la misma superficie rotan la agricultura con la ganadería.   Cafferata es una localidad en plena zona núcleo. Con su ubicación estratégica -que cualquier productor agrícola envidiaría-, está a 40 kilómetros de Corral de Bustos (Córdoba), a 50 kilómetros de Venado Tuerto (Santa Fe) y, lo más destacado, está a 200 kilómetros del Puerto de Rosario. Con esta posición, no quedan dudas del perfil agrícola de la zona.   Sin embargo, los Pierella optaron por ser mixtos en su establecimiento La Aurora, de 250 hectáreas. Ezequiel Pierella cuenta que su padre, Eduardo, hace un buen tiempo advirtió el riesgo que significaba el negocio de arrendar campos, una actividad a la que ya no se dedica, y decidió que quería producir establemente. El productor sigue y dice que su padre “siempre hizo algo de ganadería en este campo, desde la década de los 80, pero era solamente un engorde a corral con algunos animales”. (Crónica: El Agrado, cuna de vacas lecheras de grandes récords)   Luego de la decisión empresaria de ser productores agrícolas y ganaderos, la empresa comenzó a cambiar el manejo y a intensificarlo. De esta forma, dieron ese primer paso clave en la reducción del riesgo productivo.   Pierella explica las bases de este planteo. “Se basa en una agricultura de verano, con cultivos de maíz y soja, y una ganadería extensiva de invierno que pastorea verdeos invernales (avena), sembrada sobre el rastrojo del cultivo de verano. El resto del año, solo una parte de la hacienda queda a campo y otra parte está encerrada. Con este modelo nos comemos todo el maíz que producimos, con la suplementación, a la que también le agregamos descarte de la industria del maní”, explica el productor sobre cómo acomodaron las producciones a la estacionalidad. Actualmente, el esquema tiene 365 vacas de cría y 730 cabezas en engorde.   Esta optimización en el manejo que lograron los Pierella los destaca y los hace una empresa flexible frente a la incertidumbre actual del negocio. (Crónica: Pequi, la vaca guzerá que batió récord con 34,40 litros de leche)   Mientras muchos campos estaban sin producción, con barbechos largos (limpios y sucios de malezas) a la espera de los cultivos de verano, los Pierella tienen un campo siempre verde que aprovecha al máximo los recursos que proveen sus suelos “clase 1”, que tienen altísimo potencial para hacer cualquier actividad.   El establecimiento tiene siempre sembradas 50 hectáreas de alfalfa, que funcionan como un amortiguador alimentario si es que hay algún problema técnico con el recurso principal del momento. En el verano, a esta superficie se suman cien hectáreas de soja y cien de maíz. Estas 200 hectáreas, en el invierno estarán completamente sembradas con avena.   La siembra de este cereal invernal sobre maíz, comenta Pierella, se hace en diciembre, al voleo, con una máquina híbrida y adaptada. De esta forma, la avena crece dentro del cultivo de maíz de primera, a partir de fin de año, cuando el cultivo ya absorbió toda el agua que determina su potencial de rendimiento. (Crónica: El sueño exportador del BON)   “Es un mosquito con un cajón fertilizador. Lo hacemos para que a la cosecha de maíz ya haya forraje disponible para el destete de los terneros y las primeras etapas de la recría, que también estarán suplementadas. Las otras cien hectáreas se sembrarán al cosecharse la soja y aportarán el forraje para el final de la gestación de la vaca de cría y las pariciones, como lo están haciendo en este momento”.   De acuerdo a Pierella, hay tres claras fortalezas detrás de su planteo ganadero. “Hay baja inversión en infraestructura -dice-: por ejemplo, los comederos para la recría la hacemos con ruedas de tractor o son viejas aguadas que extrajimos del interior del campo; esto nos permite que todo sea movible y apilable, además de que los encierres están hechos con piquetes y boyeros, con lo cual siempre es factible agrandar y achicar esa superficie, según la cantidad de animales”.   La recría y la terminación se raciona todos los días, con maíz y cáscara de maní, que se consigue barata por la cercanía a la zona manicera cordobesa. (Crónica: Jacky Press, un israelí con el corazón colombiano)   “Hoy, la cáscara es una fuente de fibra más barata que un rollo de alfalfa. Al rollo hay que fletarlo desde otra zona más alejada y con los precios encarecidos de los combustibles, el rollo tiene mayor impacto sobre nuestros costos actuales”, afirma el productor.   “Eduardo tuvo la ventaja de que su hijo le salió un ganadero apasionado y que va todos los días al campo para trabajar. Y, en un sistema tan intensivo como éste, se necesita mucho manejo, pero manejo que implica presencia permanente en el lote”, destaca Juan Pablo Loele, asesor de INTA Corral de Bustos y quien brinda asesoramiento agrícola a los Pierella.   Según el asesor, este planteo también se destaca porque echa por tierra algunos conceptos arraigados de la agricultura en siembra directa. “Acá están haciendo un verdeo de invierno cuando siempre en esta zona se habló de hacer un barbecho limpio de invierno para no consumir agua. Hoy, luego de los excesos del verano, el agua sobra”, apunta Loele. (Crónica: El trabajo silencioso de poner bellas a las vacas)   Como otro de los pilares, dice el asesor: “Mantener un sistema de baja inversión también es un desafío, ya que la tentación por agregar estructura e infraestructura para hacer todo un sistema más sencillo es muy grande”. Al respecto, concluye ponderando la importancia del trabajo y el impacto de esto sobre los costos, “cuando el dueño del campo es quien carga el mixer para hacer la ración, el que selecciona a los animales y los sube a la jaula para venderlos y el que también los elige para comprarlos o el que decide los sitios de pastoreo, son todos pequeños manejos que hacen que el sistema sea eficiente y más rentable”.   Texto original.

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