Aprenda algunos puntos de referencia que debe seguir para lograr que terneras y novillas tengan un desarrollo óptimo y se conviertan en vacas productivas al llegar a su etapa adulta.
En un seminario web de la Extensión Cooperativa de la Universidad de Cornell, replicado por el portal Hoard’s Dairyman, el profesor Mike Van Amburgh compartió algunos de los objetivos de crecimiento para las novillas de reemplazo.
Esto incluye duplicar el peso corporal de un ternero entre el nacimiento y el destete y apuntar a inseminar novillas cuando tengan entre 55 % y 65 % del peso corporal maduro. (Lea: Algunas recomendaciones para cada tercio de lactancia de la vaca)
De acuerdo con Van Amburgh, al servirlas con este peso se busca la meta de que, a la hora de parir, las novillas hayan alcanzado alrededor del 80 % (el experto habla específicamente de 82 %) del peso corporal promedio de la vacas adultas de la manada.
Según explicó, Al alcanzar el 82 % en peso corporal a la hora de dar a luz, los animales seguirán creciendo durante la lactancia, pero la cantidad de energía necesaria para el crecimiento será menor y aún podrán cumplir con la meta de producción de leche.
Van Amburgh también recalcó que las vacas de primera lactancia deben alcanzar niveles de producción de leche equivalentes al 80 % del promedio de las vacas maduras del rebaño. (Lea: 5 cuidados que se deben tener con las vacas primíparas)
Las vacas deben alcanzar un peso que no afecte la producción de leche. De hecho, si las primíparas producen más del 80 % del promedio de la adultas, no es problema de las primeras sino un indicador de que las vacas maduras no están ordeñando al nivel que deberían.
También observó la importancia de mantener datos de producción en la finca: “Si no medimos algo, es difícil hacer correcciones si no se está logrando la cantidad correcta de leche. Observe a las vacas maduras en su rebaño, porque cada rebaño es diferente”.
El peso maduro se determina a la mitad de la tercera o cuarta lactancia, cuando las vacas sanas tienen de 80 a 200 días en leche. A juicio de Van Amburgh, este grupo da una buena referencia de dónde deben terminar las novillas de una granja.
No obstante, aclaró que los objetivos de peso al parto seguirán cambiando porque el tamaño de la vaca está cambiando. Por ejemplo, Van Amburgh compartió que en 1993 la vaca madura promedio en la lechería de investigación de Cornell pesaba 667,6 kg.
En 2016, ese número aumentó a cerca de 803 kg, en un rebaño que simplemente se cría para tener buenas patas y pezuñas, confirmación de ubres y producción de leche, lo que evidencia que sin seleccionar por peso se obtuvieron animales mucho más grandes.
“Una consecuencia no deseada de seleccionar bajo parámetros de producción de leche es que terminamos con una máquina (la vaca) un poco más grande”, señaló Van Amburgh. (Lea: 3 razones para que disminuya la producción en vacas de primer parto)
Esto significa que las recomendaciones anteriores no funcionan y también vuelve a enfatizar la importancia de recopilar datos a nivel de hato. Así como no existe un peso corporal estándar para los humanos adultos, no existe un tamaño corporal estándar para las vacas lecheras.
Sin embargo, vale la pena determinar el peso corporal promedio en un rebaño individual y esforzarse por alcanzar los puntos de referencia deseados, aunque requerirá trabajo. “Conseguir que alcancen el tamaño correcto al momento del parto es una oportunidad”, resumió.