escuela para orangutanes
Foto: AFP.

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Así funciona escuela para orangutanes en la jungla de Borneo

Por - 02 de Septiembre 2016

Ajena a los gritos de sus compañeros de clase, una cría orangután se columpia cambiando de mano, con los pies en alto. En este refugio de la jungla de borneo, los monos reaprenden a vivir en su hábitat natural.


Ajena a los gritos de sus compañeros de clase, una cría orangután se columpia cambiando de mano, con los pies en alto. En este refugio de la jungla de borneo, los monos reaprenden a vivir en su hábitat natural.   Otan, un orangután de 3 años, aprende a arreglárselas solo desde que lo encontraron, errante y en muy mal estado, en una plantación de palma aceitera.   Había inhalado humo procedente de los incendios gigantescos que el año pasado arrasaron extensas zonas de bosque tropical en Kalimantan, provincia indonesia de la isla de Borneo.   En el refugio internacional para animales, RIA, Otan y otros orangutanes huérfanos aprenden a hacer nidos, a buscar comida y a evitar a los predadores. Deben prepararse para regresar a una jungla donde estos grandes monos de Asia están más amenazados que nunca. (Lea: El orangután de Borneo está al borde de la extinción)   Estos monos de pelaje pelirrojo podrían desaparecer completamente de Borneo en los próximos 50 años, debido a la deforestación y a los incendios que asuelan el bosque tropical, advierten los expertos. En julio, la Unión internacional para la conservación de la naturaleza (UICN) declaró a los orangutanes en peligro crítico, o sea la última etapa antes de la extinción de una especie en estado salvaje. Todavía hay algo más de 100 mil en Borneo. En 1970 eran casi 300 mil, según la UICN.   Situación desesperada   "Se te parte el corazón", dice Ayu Budi, director de la clínica veterinaria del refugio de la oenegé RIA, equipada de cierres adaptados a las crías y a los ejemplares adultos. "Cuando los miras, es muy triste. Deberían estar con su madre en la naturaleza y vivir felices, pero están aquí".   Budi y sus compañeros les enseñan a encontrar alimento escondiendo cacahuetes y miel en pelotas de plástico en lo alto de los árboles. Uno de los monos se llama Jack y es muy travieso. De los 101 orangutanes atendidos por Budi, 16 son pequeños. Todos ellos escaparon por poco a la muerte y se alimentaron a base de biberón en una parcela del refugio, cerca de la ciudad de Ketapang.   No todos han tenido su suerte. Miles murieron en los últimos 40 años en Borneo, a manos de cazadores, quemados por incendios forestales o de hambre debido a que su hábitat se encoge.   "La gente que trabaja en Borneo lo sabe desde hace tiempo: la situación de los orangutanes es bastante desesperada", confiesa Chris Wiggs, un consejero del refugio. (Lea: Un orangután exhibe sus capacidades musicales en zoo australiano)   El número de monos en el refugio se ha multiplicado desde 2009, a medida que estos animales perdían territorio por las plantaciones de palma, de celulosa y de caucho.   A esto hay que añadir los incendios anuales en la parte indonesia de la isla de Borneo (dividida entre Indonesia, Malasia y Brunéi).   Corregir errores   A menudo pierden el control de las llamas. Así ardieron alrededor de 2,6 millones de hectáreas de bosque tropical el año pasado, uno de los peores de la historia. Los campesinos y las compañías agrícolas prenden fuego intencionadamente a parcelas para desbrozarlas rápidamente y cultivar más palma aceitera, pese a la prohibición de este tipo de práctica.   El centro de cuarentena del refugio estaba sobrepoblado de orangutanes desesperados como Vijay y Moli, dos jóvenes encontrados cerca de terrenos calcinados.   El Gobierno promete cada año medidas de lucha contra la plaga de los incendios, cuyo humo tóxico se propaga hacia países vecinos como Malasia y Singapur. Pero no se constatan resultados. (Lea: Rápida explotación de recursos naturales amenaza a grandes simios)   "Nos da a todos bastante miedo de que se repita de nuevo, y nos preguntamos si las especies podrán soportar un golpe como este", afirma Wiggs, refiriéndose al año pasado.   "Tenemos que corregir los errores del pasado", explica la directora de la agencia pública de protección de los animales en el oeste de Kalimantan, Sustyo Iriono, insistiendo en la necesidad para Indonesia de ocuparse de las turberas (terrenos con material combustible que alimentan el fuego).   Iriona sueña con que un día los orangutanes puedan vivir en libertad en la jungla: "Todavía hay una posibilidad, pero si el bosque desaparece, será difícil..."

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