Policía capturó al jefe financiero del ELN en Catatumbo
PorJosé D. Pacheco Martínez-24 de Abril 2025
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Por - 15 de Agosto 2017
El reto actual más importante consiste en lograr el modo de aumentar la producción para satisfacer la creciente demanda de alimentos, piensos y bioenergía, conservando al mismo tiempo la biodiversidad y reduciendo la presión sobre los recursos naturales y los ecosistemas. Este es uno de los temas de la publicación de la Fao “Agricultura sostenible y biodiversidad: un vínculo indisociable”, 2016.
El reto actual más importante consiste en lograr el modo de aumentar la producción para satisfacer la creciente demanda de alimentos, piensos y bioenergía, conservando al mismo tiempo la biodiversidad y reduciendo la presión sobre los recursos naturales y los ecosistemas. Este es uno de los temas de la publicación de la Fao “Agricultura sostenible y biodiversidad: un vínculo indisociable”, 2016. A pesar de las iniciativas mundiales en varios frentes y de los casos de éxito en muchos países, todavía hay casi 800 millones de personas que sufren de hambre crónica y más de 150 millones de niños menores de 5 años padecen de crecimiento retardado (baja estatura para su edad). El Estado mundial de la agricultura y la alimentación 2016 indica que en 2050 se necesitará cerca de un 60% más de alimentos accesibles respecto a 2006 para hacer frente al crecimiento demográfico y a la modificación de los hábitos alimentarios. Los temas relacionados con la alimentación y la nutrición son complejos y los países se enfrentan cada vez más a una doble carga de malnutrición. Las cifras mundiales de obesidad han aumentado en una proporción superior al doble desde 1980. En 2014, 1.900 millones de adultos y 41 millones de niños menores de 5 años padecían de sobrepeso u obesidad, lo cual conlleva grandes costes sanitarios en los países. La mayoría de la población mundial vive en países en los que hay más muertes por sobrepeso u obesidad que por insuficiencia ponderal. Además, la FAO estima que hasta un tercio de alimentos se pierde o desperdicia a lo largo de la cadena de suministro, desde la producción inicial hasta el consumo final en los hogares. Esto no sólo supone una pérdida de alimentos disponibles para el consumo humano, sino también un desperdicio de los recursos productivos (tierra, agua, energía e insumos), así como una contaminación y una emisión innecesaria de gases de efecto invernadero (GEI) (FAO, 2011). El crecimiento demográfico está afectando a los propios recursos naturales en que se basa la vida humana. Las prácticas insostenibles en la agricultura, ganadería, silvicultura, pesca y acuicultura, así como otros sistemas productivos insostenibles como la industria y la minería, junto con los procesos de urbanización, tienen un coste incalculable en la riqueza y salud de nuestra biodiversidad y de nuestros ecosistemas. Los recursos naturales son cada vez más escasos, el clima se está viendo afectado, los conflictos están aumentando y las personas se marchan de sus países de origen en busca de una vida mejor. Los sectores agrícolas: ¿enemigos acérrimos o fuertes aliados para la biodiversidad? En ese entorno la FAO formula la anterior pregunta. Su repuesta es que la biodiversidad apoya el desarrollo de la agricultura pero a su vez, la agricultura es uno de los impulsores de los cambios ambientales La biodiversidad y los servicios ecosistémicos son esenciales para dar apoyo a la agricultura de varias formas y en todos los niveles. Estas interrelaciones cada vez se consideran más importantes para los medios de vida, el bienestar, la producción y el desarrollo. Si bien la biodiversidad y los servicios ecosistémicos son fundamentales para los sectores agrícolas, estos sectores son también los principales impulsores de los cambios ambientales con impactos significativos en la biodiversidad y en los servicios ecosistémicos. Uno de los principales impactos sobre la pérdida de biodiversidad se deriva de la conversión de tierra natural o seminatural en suelo para uso agrícola, de la introducción de especies exóticas invasoras y de la existencia de plagas y enfermedades. La reducción de la huella ecológica de la agricultura mediante prácticas sostenibles puede contribuir a la conservación de la biodiversidad, los hábitats y la prestación de servicios ecosistémicos.
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