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Foto: Bichos del campo.

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Ganadería produce más de 700 mil empleos en Argentina: Jáuregui

Por - 24 de Agosto 2020


Mientras los animalistas y veganos piden que la producción pecuaria cese, el experto sostiene que es necesario un debate con más datos y menos relato, sobre los sistemas de producción de alimentos en Argentina.

José Martín Jáuregui es un argentino, doctor en Ciencias Agrarias y especialista en Ciencia Aplicada. Es técnico del área de Desarrollo de Gentos SA y profesor adjunto en la cátedra de Forrajes de la Universidad Nacional del Litoral. (Columna: Ganadería Colombiana y Cambio Climático)

En diálogo con un portal especializado en ganadería, Jáuregui envió un mensaje contra los grupos animalistas y veganos que siguen atacando a la ganadería de ser causante de daños al medio ambiente. A continuación las respuestas más importantes del experto.

Según el veganismo, la ganadería es la principal causa del calentamiento global. ¿Cuál es su opinión?

José Martín Jáuregui (JMJ): Si miramos las emisiones globales, el sector energético es responsable del 30 % y lo sigue el sector de transporte con el 14,8 %. La agricultura en su conjunto emite el 11.7 %, y si a eso le sumamos el cambio de uso de la tierra (5.8%) llega al 17,5 %. El último informe de la FAO menciona a la ganadería de carne como responsable de emitir el 6% del total de emisiones globales, mientras que la ganadería de leche emite el 3% del total. Los números son bastante elocuentes: la ganadería está lejos de ser la principal responsable del calentamiento global.

¿Qué nos puede decir del desmonte para hacer agricultura para alimentar animales?

JMJ: Esta es una de las cuentas pendientes que tiene la actividad. A pesar de ello, hay trabajos que indican que el potencial de captura de carbono (en zonas tropicales) es mayor en pasturas que en suelos forestados. Otro trabajo con datos de Argentina y Uruguay muestra que forestar incrementa el contenido de carbono del suelo en sitios más secos mientras que en sitios húmedos el carbono bajo pasturas es mayor. Esto no avala salir a desmontar sin control pero sí trae a la luz datos científicos que disienten con la simplificación “monte = bueno”, “pasturas = malas”, al menos en lo que respecta al potencial de captura de carbono. (Lea: Coronavirus demuestra que agricultura y ganadería no son responsables del cambio climático)

O sea, hay que salir del maniqueísmo…

JMJ: Sí. Además, la otra cuestión importante a destacar es que gran parte del ciclo ganadero en Argentina ocurre en regiones donde históricamente no hubo presencia de monte ni estrato arbóreo. Estas regiones de pastizales y pasturas perennes hoy ocupan casi 180 millones de hectáreas y tienen un importante potencial de captura de carbono. La ganadería cumple allí un rol central en la recirculación de nutrientes y estimula el crecimiento de esos recursos. Cuanto más crece una pastura por efecto del pastoreo y el manejo adecuado, más carbono puede capturar potencialmente el sistema.

¿Hay fuentes naturales que emiten más gases metanos que la ganadería?

JMJ: Así es. Hay un estudio sobre este tema y sus autores indican que sector agropecuario en su conjunto emite 227 millones de toneladas de CH4 (metano) y el sector energético 108 millones (ambas consideradas fuentes antropogénicas). Las fuentes naturales incluyen emisiones de pantanos (194 millones de toneladas) y de otras fuentes como océanos, animales salvajes, termitas y vegetación (39 millones de toneladas). Así queda en evidencia que las fuentes naturales emiten un 20%  más de CH4 que el total del sector agropecuario (donde la ganadería sería solo una parte de ese total).

Usted afirma que aunque dejáramos de comer carne los rumiantes sobrevivirían y seguirían emitiendo gases. ¿Cómo sería?

JMJ: Es aventurado hacer futurología pero hay algunos puntos que sustentan mis afirmaciones. Por empezar, si la “industria” ganadera (no olvidemos que es mayormente una fábrica a cielo abierto que transforma celulosa en carne y leche) deja de funcionar, los animales, 45 millones de vacas en el caso de Argentina, seguirán morando la tierra. Nada les impedirá recorrer campos a su antojo, que es lo que hacen otros animales salvajes en libertad. Es posible que las vacas ingresen a campos de cultivos de maíz, soja, trigo, etcétera. ¿Qué haríamos entonces? ¿Serían consideradas una “plaga” más o, como en India, se las consideraría sagradas? (Lea: Los ganaderos no son los culpables del cambio climático)

Y, no lo sabemos…

JMJ: Pero volviendo al punto. Las vacas prácticamente carecen de depredadores naturales y cuando se las cría se mantiene un número de machos de un 3-10 % del total del rodeo para hacer más eficiente el proceso de cría. No es difícil entonces imaginar que esas vacas, que tendrían más disponibilidad de recursos al estar en libertad, que prácticamente carecerían de depredadores naturales y que además mantendrían una proporción más “natural” de machos/hembras de 50-50 % en su población, lejos de extinguirse se multipliquen con mayor velocidad. El caso de la India es emblemático. Las vacas son consideradas sagradas y no pueden ser faenadas salvo en situaciones extraordinarias. El último censo de ese país indicó que entre 2012 y 2019 el número de vacas creció un 18,6 % alcanzando casi las 146 millones de cabezas.

Otro argumento para eliminar la ganadería es que en una hectárea se producen miles de kilos de legumbres (que sirven para alimentar a mucha gente) mientras que una ha para ganadería no es nada.

JMJ: Creo que ese argumento desconoce o bien decide ignorar cuestiones básicas sobre la calidad de los suelos que se clasifican de acuerdo a su aptitud y, en forma muy simplificada, se dividen en suelos agrícolas, ganadero-agrícolas, ganaderos y forestales (estos últimos los de menor aptitud en general).

Una hectárea de suelo ganadero no es apta para hacer cultivos de grano (soja, trigo, maíz, etcétera) y la mayor parte de la ganadería de carne de Argentina se hace sobre estos suelos y una porción menor se hace sobre suelos de mejor aptitud. Por eso la actividad compite poco con la agricultura. Los granos son incorporados en la dieta casi exclusivamente en la etapa de terminación y solo el 60 % del total de animales faenados son terminados a grano. Todas las etapas anteriores (y el 40 % del total de la faena) nacen, crecen y se desarrollan en pasturas y pastizales, en suelos no aptos o marginalmente aptos para agricultura. (Lea: 5 razones que demuestran que la ganadería no es como la pintan los ambientalistas)

¿Entonces la disyuntiva no es “grano o carne”?

JMJ: Claro que no. La disyuntiva es mantener un pastizal que produce celulosa (indigestible para el hombre) o usar un rumiante que lo transforme en proteínas de alto valor biológico. Aun suponiendo que esta transformación de sistemas ganaderos a agrícolas fuera posible, el impacto para el suelo y la captura de carbono sería nefasto. Está ampliamente demostrado que transformar pastizales y pasturas perennes en cultivos agrícolas permanentes implica una caída importante en el contenido de carbono orgánico del suelo y un incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Asimismo, la agricultura tradicional ha sido una de las principales actividades responsables de la pérdida de carbono en los suelos pampeanos. Incluso renombrados ecólogos sugieren que la zona típicamente agrícola de Argentina debería reconvertirse hacia sistemas mixtos (agricultura en combinación con ganadería) para revertir la pérdida de materia orgánica de los suelos, situación que mejoraría la captura de carbono.

¿Y entonces?

JMJ: La alternativa que se propone desde el veganismo es desmantelar una actividad que genera más de 700 000 puestos de trabajo, tanto en el sector industrial como en el sector primario. En un país azotado por la desocupación y la pobreza, el pedido suena, al menos, irresponsable. Nos debemos un debate con más datos y menos relato, sobre los sistemas de producción de alimentos en Argentina. Es poco serio que el mayor argumento en contra de la ganadería siga siendo un informe de FAO de 2006 que fue refutado en 2009 y terminó generando un nuevo informe en 2013 que mostró datos mucho más benignos de emisiones para el sector. (Lea: México prevé mayor vulnerabilidad de razas por el cambio climático)

¿Es razonable pedirle al productor ganadero que se “reconvierta”?

JMJ: No sin conocer las complejidades de la producción ganadera y sin entender que una enorme mayoría carece de suelos aptos para hacer otra cosa. Es necesario un debate científico profundo sobre estos temas para avanzar en el conocimiento y también que el movimiento vegano comprenda que la dieta es una elección que responde a razones familiares, económicas, sociales y culturales, y como tal debe ser respetada. El fanatismo, de uno y otro lado, no lleva a ningún lado. Estamos a tiempo de tender puentes y encontrar puntos en común para que la Argentina pueda crecer y desarrollarse como país.

Fuente: Bichos de campo.