Los censos…, y después qué
El país se sorprendió con las cifras preliminares del censo de población (96,7 %), que desnudaron un “descache” de más de ¡ocho millones! de habitantes frente al cálculo permanente del DANE –el reloj–, que nos aproxima a 50 millones. El asunto no es para risas; es como si cualquier mañana despertáramos y Bogotá estuviera desocupada; se hubieran esfumado sus habitantes.
La liberación de la madre tierra
José Antonio Bernal es un productor del norte del Cauca que me escribe pidiendo, qué digo, clamando, por mi “intervención ante las instituciones gubernativas encargadas del control territorial, para que se respete la propiedad rural privada en el norte del Cauca”. Hago público su nombre porque, en su desesperación, dirigió similares solicitudes al ministro de Defensa, el director de la Policía, el presidente de Asocaña, la alcaldesa de Caloto y otras instancias nacionales y regionales.
El infame adiós de Maya
Dos días antes de terminar su gestión, el contralor Maya le envió una carta al ministro de Agricultura, Andrés Valencia, improcedente y malintencionada, en la cual expresa falseadas “inquietudes” sobre la administración del Fondo Nacional del Ganado (FNG) por parte de Fedegán, para arrogarse luego la pretensión de impartir una irrespetuosa “orden” al Ministerio, que “deberá imperiosamente”, garantizar que la administración parafiscal no recaiga nuevamente en Fedegán.
Capítulo cerrado
Aprendí a gatear en política tras el ejemplo de rectitud y verticalidad de mi padre; y di mis primeros pasos con Álvaro Gómez, un “maestro que me enseñó con sabiduría y, sobre todo, con su ejemplo. De ellos aprendí que la política no es cuestión de “intereses”, sino de “causas” en las que creemos profundamente. Entonces ganar pasa a un segundo plano. Álvaro quiso servirle al país desde la presidencia y, siempre, “el régimen” se lo impidió…, siempre perdió, pero sus causas, aunque le costaron la vida, siguen vivas. Por eso, cierro el capítulo de mi aspiración a la Contraloría como candidato del Centro Democrático, quedándome más bien con las enseñanzas.
El fantasma de las Farc
El presidente Duque, al recibir la credencial que lo acredita como nuevo mandatario de los colombianos, fue enfático en llamar las cosas por su nombre: el narcotráfico no seguirá siendo conexo al delito político; cualquier forma de criminalidad y violencia será rechazada; no se burlará el anhelo de las víctimas; por eso, las armas o dineros escondidos, y la reincidencia, tendrán sanción ejemplar.
Herencia maldita
Todos los gremios de la producción de leche y de la industria láctea, en forma conjunta e individualmente, directamente al presidente o a través de la ministra de Comercio, en comunicaciones oficiales y a través de los medios, superando, inclusive, sus diferencias, le han pedido al Gobierno –qué digo– le han “clamado” que excluya al subsector lácteo del TLC que se obstina en negociar con Australia y Nueva Zelanda.
Otra vez Ortega y Gasset
El mensaje de unión del país en busca de sus sueños está siendo atacado, paradójicamente, por quienes se autodesignan voceros de esos sueños y representantes de los excluidos.
¡Colombianos, a las cosas!
“No presumen ustedes el brinco magnífico que dará este país el día que sus hombres se resuelvan de una vez, bravamente, a abrirse el pecho a las cosas, a ocuparse y preocuparse de ellas directamente y sin más…”. Así “regañaba” Ortega y Gasset a los argentinos en 1939, al tiempo que les espetaba: “¡A las cosas, a las cosas! Déjense de cuestiones previas personales, de suspicacias, de narcisismos”, para no vivir a la defensiva y reactivar sus potencias espirituales secuestradas por el personalismo.
El triunfo de la coherencia
Para cuando muchos lectores puedan leer estas líneas, ya habrá sucedido lo que vaticino con esperanza y convicción: el triunfo de Iván Duque, un colombiano joven, preparado y sin prevenciones, garantía de cambio en la forma de entender el manejo del Estado y de soñar el futuro de Colombia. Pero sobre todo, estaremos asistiendo al triunfo de la coherencia.
El Pacto por Colombia
Iván Duque propone un gran “Pacto por Colombia”, emulando quizás a quien fuera su maestro, Álvaro Gómez Hurtado, no solo por la comunidad ideológica de los principios y valores del líder inmolado con los de su partido, el Centro Democrático, sino por las coincidencias entre el Acuerdo sobre lo fundamental de Gómez y la propuesta de Duque, que recibió el favor de las mayorías en primera vuelta y continúa sumando apoyos, entre ellos el del Consejo Gremial Nacional.