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Foto: sirhuila.gov.co

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Empleo en el campo sigue de capa caída

Por - 03 de Marzo 2020

Según las cifras del Dane, en enero se perdieron 252 mil empleos en el rubro de Agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca y la tasa de desempleo para el trimestre móvil noviembre 2019 – enero 2020 fue de 10,6 %, cuando en el trimestre octubre-diciembre estuvo en 9,5 %.


Según las cifras del Dane, en enero se perdieron 252 mil empleos en el rubro de Agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca y la tasa de desempleo para el trimestre móvil noviembre 2019 – enero 2020 fue de 10,6 %, cuando en el trimestre octubre-diciembre estuvo en 9,5 %.

Esto demuestra cómo el sector agropecuario ha sido un actor importante en el tema del desempleo que es una de las grandes preocupaciones del país. (Lea: Desempleo, informalidad, fiscalidad)

De acuerdo con lo expuesto por el decano de economía de la Universidad Externado de Colombia, Julián Arévalo, según lo que se había visto hace unos años se deberían estar haciendo unas grandes inversiones en el campo y ver cómo crece, prospera y genera empleo pero lo que se está viendo es justamente lo contrario. Hay una gran desigualdad entre lo que está pasando en las grandes ciudades y lo que sucede en las zonas rurales del país donde el desempleo crece abrumadoramente.

Por su parte, el investigador del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario, Iván Jaramillo, planteó que en el tema rural hay que tener en cuenta las heladas y en general las complicaciones climatológicas que dificultaron mucho toda la actividad rural, pero el gran problema es la informalidad que alcanza el 88%; la gente en el campo trabaja sin seguridad social, no hay sistemas de intervención adecuados, no hay presencia adecuada del servicio público de empleo que permita conectar la oferta con la demanda. Falta más presencia institucional a través de políticas activas de empleo. (Lea: La tasa de desempleo en el campo fue de 5,8% en 2013)

Entre tanto, el presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), Jorge Enrique Bedoya, aseguró que “la tasa de informalidad de la ruralidad colombiana es de 86 %, mientras que el promedio nacional está por el orden del 47 %. Segundo, nos estamos quedando sin mano de obra en muchos lugares del campo y la población se ha venido envejeciendo”.

Por eso, dijo que hay un reto de formalización y de atraer la mano de obra. Para lo cual hay que hacer cosas como trabajar en la rentabilidad de las actividades productivas que permita generar empleo. (Lea: Inconvenientes a la hora de contratar empleados en el agro)

Además, aseguró que “hay que repensar los sistemas de contratación laboral del campo colombiano. Toda vez que, muchos trabajos rurales son por estacionalidad de las cosechas, por jornadas de siembras, a veces los trabajadores pueden tener más de un empleador en el mismo día y el sistema actual no permite el pago por horas o por jornadas con los aportes a salud y pensión”.

Adicionalmente, hay otras medidas que tienen impacto en la ruralidad como la construcción de vías terciarias que “permitirá que llegue el desarrollo, se genere empleo en la construcción de las mismas y que al conectar los campos con los centros de consumo se empiece a generar una dinámica positiva”, indicó Bedoya. (Lea: El reto urgente de las vías terciarias en Colombia)

Por su parte, la investigadora del Banco de la República, Andrea Otero Cortés, publicó recientemente un informe titulado El mercado laboral rural en Colombia, 2010-2019”, donde señala que éste difiere en forma importante del urbano no solo en la composición del empleo, sino también en los problemas que enfrenta.

En el trabajo se identificaron tres hechos característicos del mercado laboral rural que merecen atención de forma prioritaria como son: la participación laboral femenina es muy baja comparada con la de los hombres de las zonas rurales y la de las mujeres ubicadas en las cabeceras, y la tasa de desempleo femenina es más alta en las zonas rurales que en las cabeceras; las tasas de informalidad laboral rural son significativamente más altas que las urbanas y la cobertura pensional rural es precaria (inferior al 15% para todo el periodo analizado); y el trabajo infantil aún es una práctica común que, aunque ha disminuido en el tiempo, todavía una proporción significativa de niños y adolescentes trabajan de forma ilegal y, además, no asisten al colegio por estar trabajando. (Lea: La brecha de género, un problema ante todo económico)

Este sector se caracteriza por tener una mano de obra menos estable, en donde el 66% de las personas ocupadas tienen trabajos como cuenta propia o como jornalero y contribuciones a pensiones más bajas que en el sector urbano.

Así mismo, un informe del Grupo de Análisis del Mercado Laboral del Banco de la República, señala que los indicadores de empleo muestran una tasa de ocupación nacional decreciente, explicada principalmente por contracciones del empleo en otras cabeceras y rural, sobre todo en el sector agrícola durante el último año. La destrucción del empleo rural ha sido mayor para hombres, menores de 25 años e individuos sin educación superior, en especial trabajadores de cultivos en unidades no especializadas y, más recientemente, en café. (Lea: ¿Pleno empleo rural?)

La tasa de ocupación de otras cabeceras y rural continúa cayendo, jalonando a la baja la ocupación para el total nacional. Las mayores caídas del empleo rural se registran en el sector agropecuario.

Dentro del sector agropecuario, la subrama de actividad que más contribuyó a la caída del empleo en 2019 fue la agrícola, principalmente por cultivos en unidades no especializadas y, en los últimos meses, por café. Al descomponer la caída del empleo agropecuario en subramas, se encuentra que, si bien el empleo en los subsectores agrícolas, pecuarios y de servicios relacionados mostraron reducciones durante 2019, fue la subrama agrícola la de peor desempeño en lo corrido del año, con una caída anual promedio del 5,9 %. Cabe resaltar que, a excepción de los cultivos de flores, la mayor parte del empleo que registra la encuesta de hogares en el sector agrícola es no asalariado (89 %) y de unidades productivas pequeñas.

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