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Aspergilosis, enfermedad micótica de importancia en bovinos

Por - 04 de Enero 2022

Aspergillus fumigatus es un hongo saprotrófico, en el que su hábitat primordial es el suelo, el cual ha aprendido a adaptarse y proliferar en ambientes hostiles, cuya capacidad ha ayudado a que el hongo resista y sobreviva ante las defensas del huésped.


Aspergillus fumigatus es un hongo saprotrófico, en el que su hábitat primordial es el suelo, el cual ha aprendido a adaptarse y proliferar en ambientes hostiles, cuya capacidad ha ayudado a que el hongo resista y sobreviva ante las defensas del huésped.

La aspergilosis es una enfermedad esporádica mundial que solo afecta a un pequeño porcentaje de animales dentro del hato. Sin embargo, la prevalencia mundial del aborto micótico bovino oscila entre el 2 % y el 20 %. Existen varias especies de Aspergillus, sin embargo, los abortos micóticos Aspergillus fumigatus se han identificado como el principal agente etiológico en aproximadamente 60 a 80 % de los casos, según un artículo publicado en el portal ganaderia.com

El medio ambiente es, el principal reservorio de Aspergillus, en el que son capaces de llevar una vida saprofita sobre numerosos sustratos orgánicos, tanto vegetales como animales (forraje, paja, cama húmeda, grano mal conservado, cadáveres en descomposición, etc.), conservando su vida biológica a lo largo del tiempo, lo que se ve favorecido por su gran resistencia a los agentes físicos, químicos y biológicos. (Lea: Conozca la ocurrencia y efectos de las micotoxinas en ensilaje)

La transmisión de la enfermedad se basa en la extrema resistencia de las esporas fúngicas a los agentes externos que hace que estén presentes de forma persistente en el interior de las unidades de producción a partir del aire, yacimientos, forrajes, entre otros.

La vaca puede infectarse por tres vías distintas. La primera es la digestiva (la más común): la presencia de erosiones a nivel ruminal, causadas por porciones de heno grueso o la vía digestiva (preeminente) que es la presencia de erosiones a nivel ruminal, producidas por porciones de heno grueso o por problemas metabólicos (por ejemplo, acidosis), así como la presencia de úlceras a nivel omasal o abomasal pueden favorecer la entrada y posteriormente la diseminación fúngica de los micetos en el torrente sanguíneo y la posterior colonización de los cotiledones de la placenta, los fluidos amnióticos y el feto.

La segunda es la vía respiratoria, a través de la inhalación de las esporas, cuando el hongo ha alcanzado los alvéolos pulmonares, sigue la vía linfática o sanguínea, alcanzando el aparato genital y los cotiledones placentarios.

La tercera es la vía genital: una infección ascendente que pasa por el tracto genital. Posteriormente, en 2-3 semanas después de la ingestión o inhalación de las esporas, se produce el paso del hongo a la placenta y por último se produce el aborto del feto.

Normalmente no se observan signos prodrómicos. Sin embargo, el aborto micótico se produce generalmente al final de la gestación del animal, entre los 6 y 8 meses de gestación, aunque este puede producirse a partir de los 2 meses. El feto es expulsado poco después de la muerte en los abortos causados por Aspergillus spp. Por otro lado, la placenta suele quedar retenida y permanece firmemente adherida, además, existe el riesgo de generarse una infección secundaria. Las carúnculas maternas pueden romperse en el pedúnculo y ser expulsadas aún adheridas a los cotiledones. (Lea: ¿Cómo evitar las micotoxinas en bovinos?)

A menos que se produzcan daños graves en el endometrio, la mayoría de las vacas se recuperan lo suficiente como para tener gestaciones posteriores normales. Si bien, tras la invasión placentaria prosigue la necrosis del endotelio vascular del endometrio como probable expresión de isquemia, secundaria a la acción de las toxinas elaboradas por el microorganismo y al mismo desarrollo micelar.

La presencia de lesiones cutáneas en el ternero y la presencia de elementos miceliales en órganos internos como el hígado, los pulmones y el encéfalo también sugieren un paso secundario de micetos desde la placenta a la sangre del feto y luego a los órganos internos afectando la integridad del mismo. La placentitis grave con necrosis de los cotiledones y engrosamiento correoso del espacio intercotiledonario es el hallazgo más consistente en el aborto micótico.

El diagnóstico de laboratorio se basa en el cultivo del hongo de la placenta y/o del feto y su identificación, dado que el cultivo de Aspergillus spp. puede ser el resultado de una contaminación, es imperativo demostrar la invasión del tejido mediante histopatología. La identificación micológica del hongo que causa el aborto a veces puede no ser posible debido al crecimiento excesivo de contaminantes.

Los tratamientos antimicóticos específicos para las vacas que abortan no suelen ser necesarios. En su lugar, los esfuerzos deben dirigirse a minimizar el daño endometrial de la placenta retenida o de la posterior infección secundaria.

Entre las medidas de prevención se encuentra reducir el confinamiento y la densidad de las vacas, así como la mejora de la ventilación, esto limitarán la exposición de los conidios fúngicos Así mismo limitar la alimentación con heno mohoso o ensilado de mala calidad, especialmente a las vacas preñadas, debido a que es importante para minimizar potencial de aborto.    

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