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Foto: Vaca Pinta

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Vacuna para proteger al neonato debe aplicarse en la madre

Por - 20 de Abril 2020

La vacunación dirigida a la protección del neonato en sus 2-3 primeras semanas de vida, debe de hacerse en la madre, con el subsiguiente aporte pasivo a través del calostro. Otra opción puede ser el aporte directo de un suero inmune al neonato.


La vacunación dirigida a la protección del neonato en sus 2-3 primeras semanas de vida, debe de hacerse en la madre, con el subsiguiente aporte pasivo a través del calostro. Otra opción puede ser el aporte directo de un suero inmune al neonato.

Así lo plantea Guillermo Pardo Pizarro, Jefe de producto de Ovino e Inmunoterapia de Laboratorios Ovejero, en un artículo publicado en el portal interempresas.net (La importancia del refuerzo inmunitario neonatal: integridad intestinal e inmunidad celular), donde señala que en el momento del nacimiento, los mamíferos pasan de un ambiente uterino estéril a una directa y continua exposición a una gran cantidad de microorganismos. (Lea: 10 señales para determinar la vitalidad del neonato bovino)

Los neonatos son capaces de tener reacciones inmunes, pero de tipo primario y con concentraciones muy bajas de anticuerpos, por lo que son especialmente sensibles a cualquier proceso infeccioso. La placenta de tipo sindesmocorial de los rumiantes no permite el paso de inmunoglobulinas de la madre al feto, por lo que la transferencia de inmunidad materna se produce a través de la ingestión del calostro.

La respuesta inmunitaria del rumiante neonato, debido a la ausencia de gammaglobulinas y el estado de escaso desarrollo de su sistema inmune innato, es llevada a cabo básicamente por la inmunidad pasiva transferida por la madre.

El calostro materno contiene las secreciones acumuladas en la glándula mamaria durante el final del proceso de gestación, y es rico en linfocitos e inmunoglobulinas. En el caso de los pequeños rumiantes, el principal componente es la Inmunoglobulina G (IgG), seguida en menor medida por Inmunoglobulina M (IgM) e Inmunoglobulina A (IgA). Conforme el calostro se convierte en leche, las concentraciones de inmunoglobulinas van descendiendo. (Lea: Resuelva las dudas sobre salud neonatal bovina en esta charla en línea)

La absorción intestinal de las inmunoglobulinas se lleva a cabo gracias una serie de mecanismos que evitan su degradación por el sistema digestivo: Presencia de inhibidores de la tripsina en el calostro y bajo grado de actividad proteolítica del sistema digestivo.

Una vez en el intestino, son reconocidas por los receptores específicos para anticuerpos Fc de las células epiteliales del intestino (FcRn), son absorbidas y llegan a la circulación sistémica. La permeabilidad de la barrera intestinal para la inmunoglobulina es limitada, pero si el encalostramiento es bueno, el neonato puede alcanzar rápidamente unos valores séricos de IgG similares a los de la madre. Las IgA se unen al componente libre secretorio del intestino (SIgA), manteniéndose durante más tiempo en la luz de este y protegiendo frente a infecciones entéricas.

La duración de esta inmunidad pasiva depende de varios factores como concentración de anticuerpos en la madre (calidad del calostro); nivel adecuado de ingesta del calostro y de absorción del calostro.

Con una elección adecuada de coadyuvantes y una aplicación de adecuadas dosis de antígenos, puede darse una acusada respuesta inmune en los primeros días de vida. (Lea: ¿De qué se trata la septicemia neonatal bovina?)

Debemos tener en cuenta la inhibición de la síntesis neonatal de inmunoglobulinas producida por los anticuerpos maternos, el estado de escasa madurez de la inmunidad innata y la necesidad de unas dos semanas para el desarrollo de una respuesta inmune frente a la vacunación.

Conforme a esto, la vacunación dirigida a la protección del neonato en sus 2-3 primeras semanas de vida, debe de hacerse en la madre, con el subsiguiente aporte pasivo a través del calostro. Otra opción puede ser el aporte directo de un suero inmune al neonato.

La ganadería intensiva expone a los animales a diversos desafíos inmunitarios durante su ciclo vital (baja inmunidad neonatal, manejo, alimentación, ambiente, condición sanitaria…). Estos desafíos multiplican el riesgo de infecciones, por lo que es vital reforzar el sistema inmunitario a la hora de implementar estrategias de reducción del uso de antibióticos. (Lea: Aprenda los 5 pasos para la prevención y el control de la diarrea neonatal)

La mucosa intestinal juega un papel estratégico, pues además de su función digestiva, ejerce de barrera frente a los patógenos, contribuyendo positivamente al equilibrio inmunitario general mediante la generación de una respuesta inmunitaria local, y siendo decisiva en el rendimiento productivo de los animales. Entre los diversos productos obtenidos a partir de la fermentación de las bacterias gramnegativas nos encontramos con oligosacáridos, polisacáridos y lipopolisacáridos (LPS).

Los LPS son capaces de ser reconocidos por los receptores TLR de las células epiteliales intestinales, estimulando la activación de células dendríticas induciendo la producción de interleucinas y defensinas antibacterianas, que activan la producción de respuestas inmune-efectoras que evitan la acción de microorganismos patógenos y su translocación al interior del animal.