dieta sin carne
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Una dieta sin carne no resolverá la crisis climática

Por - 23 de Marzo 2022

Aunque en muchos países insisten en la necesidad de reducir el consumo de carne y alimentos de origen animal, las investigaciones al respecto evidencian resultados totalmente distintos.


Aunque en muchos países insisten en la necesidad de reducir el consumo de carne y alimentos de origen animal, las investigaciones al respecto evidencian resultados totalmente distintos.

Tales recomendaciones no son soluciones universales en países de bajos o medianos ingresos, donde el ganado es fundamental para los ingresos y las dietas, argumentan los científicos en una investigación publicada recientemente en Environmental Research Letters. (Lea: Dejar de comer carne no va a salvar el planeta

Las conclusiones extraídas en informes ampliamente publicitados argumentan que una solución principal a la crisis climática y de salud humana a nivel mundial es comer poca o nada de carne, pero están sesgados hacia los sistemas occidentales industrializados”, dijo Birthe Paul, autor principal y científico ambiental de la Alianza de Bioversity International y el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT).

Por ejemplo, de toda la literatura científica sobre ganadería publicada desde 1945, solo el 13 % cubre África. Sin embargo, África alberga el 20 %, el 27 % y el 32 % de las poblaciones mundiales de ganado vacuno, ovino y caprino. Ocho de los 10 principales institutos del mundo que publican investigaciones sobre ganadería se encuentran en los Estados Unidos, Francia, el Reino Unido y los Países Bajos. Solo dos, incluido el Instituto Internacional de Investigación sobre Ganadería (ILRI), tienen su sede en África, donde el sector ganadero es la columna vertebral de la economía y donde hay pocos datos disponibles.

Los autores argumentan además que un enfoque singular en los impactos ambientales negativos relacionados con la ganadería ignora el papel crítico pero más positivo que juega el ganado en los servicios ecosistémicos, la provisión de ingresos y activos o los seguros en los países de ingresos bajos y medianos. También pasa por alto preguntas más sistémicas sobre cómo se crían los animales. (Lea: Cambio climático afectaría la calidad de la carne)

“Los sistemas mixtos en países de bajos y medianos ingresos, donde la producción animal está completamente vinculada con la producción de cultivos, en realidad pueden ser ambientalmente más sostenibles”, expresó An Notenbaert, de la Alianza de Bioversity International y el CIAT.

Agregó que el caso de África subsahariana, el estiércol es un recurso nutritivo que mantiene la salud del suelo y la productividad de los cultivos; mientras que en Europa, enormes cantidades de estiércol disponibles a través de la producción ganadera industrializada están sobrefertilizando las tierras agrícolas y causando problemas ambientales.

Siguiendo con África, esta vez en su sabana, los pastores acorralan a sus rebaños por la noche, una práctica que se ha demostrado que aumenta la diversidad de nutrientes y los puntos críticos de biodiversidad, lo que enriquece el paisaje. La producción de concentrados también puede ser más local, mientras que, en los sistemas industrializados, se importa principalmente. En Brasil, la soja, uno de los principales impulsores de la deforestación en el Amazonas, se convierte en concentrado y se exporta para alimentar animales en lugares como Vietnam y Europa. (Lea: Dejar de comer carne un día poco ayuda al cambio climático)

La producción de carne en sí misma no es el problema. Como cualquier alimento, cuando se produce en masa, se intensifica y se comercializa, el impacto en nuestro medio ambiente se multiplica”, señaólo Polly Ericksen, líder del programa de sistemas de ganadería sostenible en el Instituto Internacional de Investigación Ganadera.

Queine enfatizó que “eliminar la carne de nuestra dieta no resolverá ese problema. Si bien abogar por una dieta baja en carne tiene sentido en los sistemas industrializados, la solución no es global ni aplica en materia climática general y ni en todas partes».

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, el consumo de carne en el África subsahariana será tan bajo como un promedio de 12,9 kilogramos por persona para 2028, debido a los bajos ingresos y al estrés por calor inducido por el clima en los animales, entre otros factores, con implicaciones para la salud humana como la desnutrición y el retraso del crecimiento. En comparación, se espera que el consumo de carne en los Estados Unidos supere los 100 kilogramos por persona, el más alto del mundo. (Lea: Importante debate frente al consumo de carne)

Los autores reconocen que se sabe que los sistemas ganaderos son una fuente importante de gases de efecto invernadero atmosféricos. Pero se necesitan más datos para que los países de ingresos bajos y medianos desarrollen estrategias nacionales de mitigación. También instan a la necesidad de mirar más allá de hacer que los animales sean más productivos y hacia sistemas ambientales y eficientes en recursos que reduzcan activamente las emisiones de la agricultura.

Los investigadores apuntan a una gama de soluciones ambientales de mayor impacto. Entre ellas, la mejora de la alimentación animal para que los rumiantes emitan menos gases de efecto invernadero como el metano por kilogramo de leche o carne. Las tierras de pastoreo mejor gestionadas y la mezcla de cultivos y ganado donde el estiércol se reincorpora al suelo pueden beneficiar tanto a los agricultores como al medio ambiente.

“Las mejores decisiones sobre cómo reducir las emisiones globales de gases de efecto invernadero de la ganadería y la agricultura en los países de bajos y medianos ingresos solo pueden ser impulsadas por mejores datos”, dijo Klaus Butterbach-Bahl, del Instituto de Meteorología e Investigación del Clima, Atmospheric Environmental Research. (Lea: Expertos le dan el visto bueno al consumo de carne bovina)

Butterbach-Bahl concluyó que para llegar a ese punto se requiere mucha más investigación multidisciplinaria y adaptada localmente con apoyo de la población local en países de bajos y medianos ingresos, en aspectos sobre el desarrollo ganadero sostenible, con todos los incentivos financieros, políticas y capacidad de apoyo para intensificar la ganadería, logrando una producción de una manera más sostenible, a mayor escala.

Fuente: Mundo Agropecuario.