Rafael Zavala FAO Colombia
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“Colombia tiene todas las condiciones para que el agro sea rentable y digno”: FAO

Por - 16 de Enero 2014


Rafael Zavala, representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, en Colombia, habló para CONtexto Ganadero sobre los principales retos y oportunidades del sector agropecuario nacional, pensando en que 2014 es el año internacional de la agricultura familiar y que muchos ven a América Latina como una de las futuras despensas alimentarias del mundo.

CONtexto Ganadero (CG)¿Por qué este 2014 ha sido catalogado como el año de la agricultura familiar?

Rafael Zavala (RZ): La Asamblea de la FAO tomando en cuenta la situación de la agricultura,  que evidencia altos costos de los alimentos desde 2007 y los elevados precios del petróleo, llevó a que los ‘commodities’ (granos básicos con escasos sustitutos en el mercado) pues mostraban valores muy elevados y exigían otro tipo de estrategias.

Por esto, comenzó la estrategia de reunir a los pequeños productores para que esos altos precios del mercado se pudieran ver reflejados en su ingreso y ya no le tuvieran que vender a los intermediarios, sino que alcanzar a tomar una parte de ese incremento que pocas veces lo veían reflejado y que en muchos casos como eran tan pequeños no salían ganando porque vendían poquito y compraban los otros alimentos que estaban más caros. (Lea: FAO destaca compromiso en pro de la seguridad alimentaria)

Entonces empezó un plan de asociatividad a nivel mundial, por eso 2012 fue el año de las cooperativas. La siguiente estrategia planteada fue la de diversificación, ese es un gran reto para la ganadería, y se trata de la diversificación hacia productos no convencionales, productos más mercadeables y que generen mayor margen de utilidad para los campesinos

Un ejemplo de esto es la quinua, un producto andino que le permitió a los productores de Bolivia detonar un nuevo mercado y así promover otros productos que pueden ser perfectos sustitutos e incluso hasta mejores ciertos alimentos ya conocidos.

Y la tercera atmósfera que se dio en este ámbito fue el apoyo a los pequeños productores, que son esa gran mayoría que muchas veces no se contabiliza en las cifras nacionales de países en Asia y África, donde quienes no registran comercio no se miden y no los toman en cuenta y a nivel mundial los pequeños representan el 40% de toda la producción. Teniendo en cuenta que en América Latina son bastante y producen en alto volumen.

Por todo esto, se trató de darle vital importancia a nivel general a la agricultura familiar donde los más pequeños se unan y se incluyan en los mismos procesos con medianos y grandes. Y la idea con esto es fortalecer la pequeña agricultura a través de mano de obra familiar, con tecnología insipiente y con oportunidades de mejora y con terrenos debajo del promedio nacional. Esto hará que los pequeños agricultores cuentan con recursos y dimensiones de terreno mayores para trabajar y tener sustento. El objetivo de esto es que los usuarios volteen a mirar en serio a este segmento y que los gobiernos vayan generando políticas de desarrollo para detonar esos espacios y se les dé alternativas de empleo digno, decente y se puedan incorporar en la economía. (Lea: Nuevas tecnologías fortalecerán la seguridad alimentaria en el mundo)

Cabe anotar que además de esto son necesarias políticas no solo agrícolas, sino que vayan más allá ya que sus necesidades lo requieren. Y menos atenderlas con esas políticas públicas de subsidio directo al productor, que si bien son eficientes a nivel administrativo y son bien intencionadas, eso no se ve palpado en desarrollo, ya que en muchas ocasiones como pasó con Procampo, en México, donde los recursos directos por cada hectárea trabajada eran utilizados por los agricultores para comprar ropa, salir a divertirse y demás. En conclusión: es una estrategia no aplicable para los pequeños, quienes no necesitan pagos directos sino bienes públicos como bodegas de almacenaje.

CG: ¿Cómo se puede frenar el éxodo de habitantes del campo hacia las ciudades en busca de nuevas oportunidades?

RZ: En este aspecto existen dos perspectivas. Por un lado está la carencia de servicio y la otra es aquella en la cual la FAO no puede hacer nada y se trata de mayor rigor y presencia del Estado a través de las fuerzas del orden y si se logra ir acabando con el conflicto habrá mayor confianza para invertir, un clima más favorable para colocar recursos en el mercado y por lo tanto se generarán más oportunidades. Mientras no se dé esa disminución en los temas mencionados no habrá muchas alternativas.

CG: ¿De qué manera estrategias como la de agricultura familiar pueden garantizar la seguridad alimentaria de un planeta que crece en población?

RZ: Si miramos detenidamente, en este momento en el mundo se producen alimentos suficientes para la población e incluso uno de los retos es detener el desperdicio de alimentos. Ahora no hay problema, el inconveniente viene cuando la población del planeta crezca más aceleradamente, existen naciones que no regulan los temas familiares y han prohibido los métodos anticonceptivos y demás entonces eso desencadenará problemas en las próximas dos o tres décadas. (Lea: FAO intentará medir hambre e inseguridad alimentaria mundial)

El gran reto ahora es la distribución adecuada del alimento y este tipo de problemas van a crecer rápidamente en Asia y África. Ahora bien, en la agricultura familiar puede estar parte de la solución, pero para alimentar a las grandes masas urbanas todavía se necesita de la agricultura tradicional.

(Foto: Cortesía - El Mercurio Digital)

CG: ¿A qué le deben apuntar los gremios de la producción para que los consumidores reciban alimentos cada vez de mejor calidad?

RZ: Los gremios siguen siendo un modelo de organización para enfrentar los problemas del sector en bloque y hasta ahorita han funcionado bastante bien. Lo que sí es cierto es que el gran reto es el cambio de chip de la cultura de generar política pública, porque los ministerios en casi todos los países de América Latina son un espejo del poder gremial, entonces si pesan bastante, así se enfocarán las políticas.

Además si revisamos los últimos 20 años, los planes gubernamentales para el agro van dirigidos a la entrega individualizada de dinero en efectivo, que como lo hemos explicado no es la estrategia para el nicho de los pequeños y logran buen impacto. Si los gobiernos se preocupan menos por entregar dinero y más por brindar infraestructura y equipamiento, tal vez no guste mucho, pero eso va a ayudar a los pequeños; ya que además los gremios generalmente representan a los medianos y grandes cuando se sabe que hay pequeños con potencial.

Entonces, reitero, los gremios deben ir cambiando ese chip y al sector ganadero también ya que es necesario lograr que esta actividad sea más eficiente, generar espacios de ganadería sostenible, combinarlos con producción forestal, esquemas silvopastoriles o agrosilvopastoriles. Ese es el gran reto de la labor pecuaria en un país en donde todavía existe una abrumadora diferencia entre superficie ganadera, agrícola y forestal. (Lea: Fedegán se vincula a alianza de la FAO en lucha contra el hambre)

Colombia es de los pocos países del mundo que no es semidesértico y que tiene estas desproporciones entre los diferentes tipos de superficies que ya mencioné. Y a través de estrategias concretas es posible reducir las tierras ganaderas, hacerlas más eficientes, para que no haya desequilibrios en materia productiva.    

Aquí en Colombia la agricultura familiar tiene potencial de recursos naturales, de capital humano. Los jóvenes rurales tienen esta actividad una oportunidad de salir adelante y el gran resto es proveer servicios de infraestructura, tanto de equipamiento para procesar y entrar a sistemas agroindustriales localizados como para dotación de vías para acelerar los procesos de comercialización.

La FAO viene promoviendo el consumo de frutas y verduras y Colombia es el paraíso de las frutas y las verduras por lo cual existen una serie de oportunidades que en el caso colombiano apenas empiece el fin del conflicto, esto puede despegar.     

CG: ¿Por qué África y América del Sur son vistas como las futuras despensas alimentarias del mundo?

RZ: Todo empezó con un análisis que se hizo hace ocho años, en zonas no utilizadas para la agricultura que podían ser utilizadas para dicha actividad. Obviamente Norteamérica y Europa estaban ya saturadas, así como toda la parte de Rusia y entre los países asiáticos, africanos y latinoamericanos donde había regiones que se podían utilizar para la agricultura, pero esto no sucedía. En Asia el estudio descrató los territorios debido a que la presión poblacional no permite pensar en convertirlas en tierras cultivables.

En este orden de ideas, quedaron siete naciones de África y América Latina: Angola, Argentina, Sudán, Brasil, Bolivia, Colombia y El Congo. Al mismo tiempo se descartaron las reservas naturales como la Amazonía. Así que el estudio concluyó que estos países tenían cultivada menos de la mitad de su superficie, en la cual se podía generar agricultura. Por eso se les llama la ‘canasta de pan’. (Lea: Banco Mundial teme "penurias alimentarias" antes de 2040 por cambio climático)

Asimismo, a lo largo de este estudio se identificó un fenómeno llamado acaparamiento de tierras, donde por ejemplo en Sudán y Angola había llegado capital árabe que estaba comprando tierras cultivables o en Argentina algunos particulares se estaban apropiando de superficies forestales.

CG: ¿Qué oportunidades y potencial tiene Colombia para hacer que el sector rural de nuevo crezca y se fortalezca?

RZ: Como primera medida, debemos quitarnos el mito de que por cuenta de los TLC todos se van a ir a la quiebra. El problema real es el contrabando o los viejos tratados con países vecinos. Por lo cual, la cuestión es de políticas claras de estado, de transparencia y reglas contundentes.

Ahora bien, en términos de crecimiento se tienen dos tipos de respuestas. La primera tiene que ver con la expansión de la agricultura y aquí como precisamente no hay claridad en materia de catastro agropecuario hay que aprovechar para definir todo muy bien. Y es momento para que los colombianos definan si queiren invitar a las grandes transnacionales para que inviertan, produzcan alimentos o si más bien quieren que sean inversionistas nacionales los que trabajen en el tema con una visión de más largo plazo; tal y como sucede con el cultivo de palma. (Lea: Sin inversión extranjera no habrá seguridad alimentaria en el agro)

Pero así las cosas, la situación está muy clara: o se abren las puertas a la inversión extranjera para que ellos produzcan los cultivos que más les convienen o mejor tener inversión colombiana y así se pueden promover cultivos de largo plazo y cultivos de bajo impacto para el suelo. Y dentro de este proceso habrá que definir quienes generar más empleo y protegen mejor el medio ambiente.   

Pero en el caso colombiano, la verdad es que con los recursos disponibles se puede hacer mucho más. Incluso con las zonas en las cuales hoy en día ya existe actividad agropecuaria se puede producir mucho más. Asimismo, al visitar zonas alejadas de los grandes centros urbanos se evidencia otra problemática y es que la ganadería más que un sistema productivo se convierte en un acaparamiento de pequeñas porciones de tierra, donde algunos campesinos pocas 4 o 5 vaquitas y dicen : “esta tierra es mía” y es posible que casi una tercera parte de las zonas ganaderas pueden estar bajo ese esquema de subaprovechamiento en el país debido a la baja certeza en la inversión.

Pero si se unen un catastro rural bien trabajado, fin del conflicto armado, alta inversión basada en la confianza con una estrategia de promoción de sistemas silvopastoriles mezclando producción forestal y ganadera, todo esto puede mejorar bastante.

(Foto: Prensa - FAO)

CG: ¿Cuáles son las principales amenazas que evitarían que se pudiera garantizar la seguridad alimentaria en el mundo en las próximas décadas?

RZ: Mayor transparencia en la Organización Mundial del Comercio, muchas veces se logran acuerdos que son perversos, pues se busca proteger al flujo comercial y no a quienes producen. Por lo cual, es evidente que casi toda la cadena está dominada por grandes corporaciones, eso es una verdadera amenaza.

Lo otra clave es generar respuestas rápidas ante las exigencias climáticas, ya que está demostrado que no solo hay calentamiento sino también enfriamiento, entonces debemos ir ampliando el espectro. También reconocer e identificar qué va a suceder con los precios de los combustibles fósiles y que ojalá los precios del combustible sean más accesibles a los bolsillos de todos los productores y que los sistemas rurales sean sostenibles. Por esto, para la FAO lo ideal es que se produzca más con lo mismo, a través de esquemas de mayor protección al medio ambiente y en países biodiversos como Colombia esto debe ser una regla tácita y escrita, en la cual también se encuentre una estructura fuerte de política pública. (Lea: El cambio climático amenaza la seguridad alimentaria en El Caribe)

El otro reto es que detone el proyecto de la agricultura familiar en políticas públicas adecuadas para el sector agriopecuario que en Colombia, como en casi ningún país del mundo, puede convertirse en un sector viable, pueden generarse empleos dignos, que exista arraigo y que se aproveche ese bono poblacional de Colombia, 70% tienen capacidad de trabajar y eso habla bien del potecnial que se tiene con los jóvenes.

CG: ¿Qué más le falta a la agricultura para que sea una actividad rentable y eficiente en Colombia?

RZ: Si claro, hacerlo menos agropecuario. Todo lo relacionado con el desarrollo de políticas públicas debe ir más allá: servicios, infraestructura, educación. Aprovechar todo el tinglado institucional que se tiene e ir promoviendo esas cosas adicionales que no son netamente agrícolas para ir fomentando mayor estabilidad en esas zonas. Hace un tiempo leí el documento de las políticas de desarrollo rural de un país desarrollado y la primera era llevar intenet de banda ancha a todas las zonas rurales, porque  se dieron cuenta que era el mayor factor de desigualdad entre el campo y la ciudad.

De igual manera, para quienes viven de la actividad agropecuaria el gran reto es cambiar el chip de la típica política pública: necesitamos menos subsidios individualizados y más bienes públicos con una mirada más hacia consolidar infraestructuras y bajarle la intensidad al reparto de dinero.