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Foto: @MinHacienda

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La ganadería bovina está entre los primeros sectores de taxonomía verde del gobierno

Por - 22 de Septiembre 2021

El Gobierno Nacional lanzó para comentarios la Fase I de la Taxonomía Verde, un sistema de clasificación de actividades económicas y activos que contribuyen al logro de los objetivos y compromisos ambientales del país.


El Gobierno Nacional lanzó para comentarios la Fase I de la Taxonomía Verde, un sistema de clasificación de actividades económicas y activos que contribuyen al logro de los objetivos y compromisos ambientales del país.

Esta primera fase está acompañada de dos documentos técnicos. El primero incluye siete anexos con los sectores de energía, construcción, gestión de residuos y captura de emisiones, suministro y tratamiento de agua, transporte, tecnologías de la información y comunicación, y manufactura.

Por su parte el segundo está enfocado en los sectores del uso del suelo en Colombia, e incluye tres anexos con los sectores de: ganadería, agricultura y forestería.

Según el Ministerio de Hacienda, la Taxonomía Verde le proporcionará a las empresas, inversionistas y actores interesados, las definiciones adecuadas para que diferentes actividades económicas puedan considerarse ambientalmente sostenibles. (Lea: ¿Para qué pasar a una ganadería sostenible y cómo hacerlo?)

Con la Taxonomía Verde Colombia se busca facilitar la identificación de proyectos con objetivos ambientales, desarrollar los mercados de capitales verdes, e impulsar la movilización efectiva de recursos privados y públicos hacia inversiones que permitan cumplir con los compromisos del país priorizados en el Plan Nacional de Desarrollo, el Acuerdo de París, el Convenio Marco de Diversidad Biológica y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre otros.

“La Taxonomía Verde será un instrumento muy importante para la movilización de recursos, tanto públicos, como privados, hacia inversiones ambientales, ya que crea un lenguaje común para las finanzas verdes, siguiendo altos estándares de sostenibilidad ambiental internacional y aumentando la transparencia en estas inversiones”, dijo el Ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo.

En el caso del anexo técnico de ganadería se detallan las categorías de inversión, prácticas y tecnologías elegibles para el sector haciendo énfasis en ganadería sostenible que es la que enmarca el trabajo.

Para enmarcar la elegibilidad de inversiones sostenibles o “verdes” en el sector ganadero, este trabajo se apoya en la experiencia y el conocimiento disponible en Colombia para lograr un cambio del modelo productivo convencional hacia aquel que adopta la sostenibilidad en forma integral. Es decir, un modelo productivo que vincula un mejor manejo de los recursos naturales y el medio ambiente con el beneficio económico y social de los productores y sus familias.

Para efectos del documento se entiende como ganadería sostenible “el desarrollo de la actividad ganadera, en el cual son reconocidos integralmente los impactos y beneficios en la función de producción enmarcados en el concepto de cadena productiva; a partir de la cual, se busca un mejoramiento de la productividad, la rentabilidad, la calidad de los productos, la competitividad, la conservación de los ecosistemas, la generación de servicios ecosistémicos, la reducción de la huella de carbono y la adaptación al cambio climático para el beneficio de los ganaderos y la sociedad en general”. (Lea: La sostenibilidad ambiental a partir de la ganadería es posible)

Según el documento “la mayor parte del fundamento técnico de este trabajo, así como los manuales citados, se relacionan con el Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible (PGS), implementado a través del Banco Mundial por una alianza de instituciones liderada por Fedegán, y que incluyó The Nature Conservancy, la Fundación CIPAV y el Fondo Acción y contó con financiación del Fondo Mundial del Medio Ambiente y del Reino Unido”. 

Igualmente allí se indica que a través del proyecto de ganadería sostenible se cuenta con evidencia de que los sistemas silvopastoriles permiten gestionar la relación sinérgica entre el buen manejo del agua, el suelo y la diversidad biológica local en aras de producir alimentos para el ganado de alta calidad.

La evaluación de elegibilidad comienza con la aplicación del primer filtro, el cual verifica que las propuestas cumplen con los criterios mínimos habilitantes y con los principios de gestión ambiental definidos por el gobierno. En la planificación predial se expresan estos elementos como parte del contexto en que se exponen los objetivos de la reconversión productiva o del emprendimiento; por ejemplo, aumentar la productividad y rentabilidad. El segundo filtro lo constituye la comparación de las prácticas y tecnologías para mejorar el modelo productivo con las indicadas en esta taxonomía.

Las categorías de inversión se clasifican entre medidas básicas, intermedias y avanzadas o transformativas en orden de menor a mayor complejidad y costo. En ella también se señalan las medidas tecnológicas complementarias, como son tecnologías para tratar y aprovechar residuos y desechos animales o de biomasa, que pueden resultar beneficiosos en aquellas fincas cuyo tipo y volumen de producción justifique dichas inversiones.

Las propuestas deben incluir al menos un nivel de mejoramientos que permitan un mayor rendimiento productivo y ambiental (por ejemplo, las básicas, si la finca no ha realizado previamente ningún cambio). Las prácticas no son mutuamente excluyentes, pudiendo un predio adoptar combinaciones de ellas y/o escalonarlas en el cronograma de su plan de transición. (Lea: ¿Por qué vale la pena hacer ganadería sostenible?)

Entre las prácticas básicas están división y rotación de potreros;manejo eficiente y protección de fuentes de agua; y, protección física del suelo: entre las intermedias, gestión de pasturas y forrajes; abonos orgánicos y verdes, aprovechamiento de estiércol y efluentes; y, bienestar animal (excluyendo aspectos sanitarios); y, entre las avanzadas, cercas vivas; árboles dispersos; setos forrajeros; bancos mixtos de forrajes; y, sistemas silvopastoriles intensivos.

Todas las medidas consideradas elegibles permiten restaurar la fertilidad del suelo, mejorar la calidad y cantidad del agua y reducir la dependencia en insumos agroquímicos –lo cual en su conjunto mejora el rendimiento y disminuye costos–, al mismo tiempo que se habilitan los servicios ecosistémicos, se evita la presión sobre los bosques y otros ecosistemas naturales y se actúa frente al cambio climático.

Los sistemas silvopastoriles son los arreglos más utilizados en Colombia y son las prácticas de mayor beneficio ambiental y rendimiento productivo; por lo que se consideran transformativos. Categorizar prácticas adicionales a dichos sistemas se hace con motivo de proveer más opciones a las fincas medianas y pequeñas, que en Colombia son predominantes, y a aquellas que por el tipo de producción y condiciones biofísicas de su ubicación no puedan realizar directamente un salto a los silvopastoriles.  

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